Divagaciones sobre el nuevo orden mundial

Los influencers pagados por los políticos, los envidiosos, las pitonisas, los criminales convirtiéndose en jueces. El desarrollo, tan artificial como deformado e infantil, en un círculo absorbente que se denomina agenda.

No hay margen de maniobra.

Aquí o allá, utilizarán un movimiento de resentidos para lograr los hechos. Los medios de comunicación de masas son el cultivo de toda la gama emocional. Todo deseo es secuestrado y dividido. Cuando crees que vas en dirección correcta, vas a contracorriente. Eres el conejillo de

indias, la cobaya, el experimento que grita y protesta, y termina firmando sentencia tras sentencia.

Te voy a dar unos cuantos placeres, unos cuantos beneficios para robarte la vida y convertirte en un número, en una estadística. Te voy a quitar los placeres, los beneficios, y te veré arrastrándote por unas cuantas migajas que considerarás fortuna.

Al frente han surgido nuevos conceptos que celebras, pero que no entiendes. Cuando crees que eres subversivo, juegas a favor del adversario. Te están inoculando estupidez. El uso generalizado se extiende en anécdotas ilógicas que consideras divertidas.

Los periódicos están repletos de artículos que informan sobre un mayor gasto gubernamental a cambio de silencio. Un solo gobierno a nivel mundial. Cualquiera que desee conocer el futuro tiene que familiarizarse con esta expresión.

En nuestra urgencia, todo se va desintegrando. Sucesivas remociones de carne, cirugías, maquillajes. Por exceso de incomprensión: lanzamientos voluntarios al vacío.

Dice un amigo que las probabilidades de cambio son inexistentes, que todas las puertas conducen al mismo sitio. Él ha convertido su cuerpo en una negación, habla, gesticula, mueve sus manos con rapidez, intenta entretenerse. Lo hace él, lo hago yo, lo hacemos todos.

Sin influir en nada, siembro dudas en las amistades, más por mi probable desequilibrio al establecer parámetros con tanta intensidad que por mis descripciones geopolíticas.

Volví con pocas esperanzas a la habitación, abrí la ventana y pensé en lo de siempre, a dónde ir. En ese lugar favorito, todos tendrían que actuar como si el primer día fuese el último y suspiré profundamente para darle un seguimiento exhaustivo a las señas.

Otra vez: otra vez la ventana.


© Juan Carlos Vásquez

Fotografía de Hello I'm Nik (en Unsplash). Public domain.


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