Una muestra poética de Diana Rodrigo Ruiz


LAUREL

IV

Amo el lado esdrújulo de tu corazón.
Ese lado estrambótico, categórico e insólito, donde todo es enigmático, exótico y hermético.

Sus aristas sórdidas, íntimas, caleidoscópicas… me hostigan, me arrastran, me atormentan.
Y sus vértices cínicos, paradójicos y múltiples se alejan de mí,
cuando estoy próxima,
cuando soy cálida…
Y mis lápices enhebran hábiles técnicas eróticas, endecasílabos melancólicos y lánguidos, sinónimos de tu hábito rígido, diabólico e irónico de ser látigo y mi antónimo.

'El converso', relato de Juan José Arreola


Entre Dios y yo todo ha quedado resuelto desde el momento en que he aceptado sus condiciones. Renuncio a mis propósitos y doy por terminadas mis labores apostólicas. El infierno no podrá ser suprimido; toda obstinación de mi parte será inútil y contraproducente. Dios se ha mostrado en esto claro y definitivo, y ni siquiera me permitió llegar a las últimas proposiciones.

Poemas: Anne Sexton, Silvia Plath, Miyó Vestrini


ANNE SEXTON
Cerdo

Oh tú máquina de tocino marrón,
cuán dulcemente yaces,
engordando una libra y media por día,
tú, par de calcetines enrollados,
tú, pesadilla de perro,
tú, con el hocico aplastado
pero las orejas extendidas,
tus ojos blandos como huevos,
cerdo, grande como un cañón,
cuán dulcemente yaces.

Poemas de Marco Solache de la Torre


C

donde el daño no está hecho
ahí deseo estar
ahí contigo
únicamente tú y yo
en el paraje secreto
que divide este mundo y el otro
en el lugar de la espera
imperturbable
imperturbados

ahí donde todos quieren estar
yo también
pero contigo
solo contigo

ven
vente conmigo
al espacio secreto
donde el amor ya no es amor

'Solo se ahora una vez', relato de Dashiell Hammett


Samuel Spade dijo:

-Me llamo Ronald Ames y quiero ver al señor Binnett..., al señor Timothy Binnett.

-Señor, en este momento el señor Binnett está descansando -respondió indeciso el mayordomo.

'La muñeca reina', relato de Carlos Fuentes



Vine porque aquella tarjeta, tan curiosa, me hizo recordar su existencia. La encontré en un libro olvidado cuyas páginas habían reproducido un espectro de la caligrafía infantil. Estaba acomodando, después de mucho tiempo de no hacerlo, mis libros. Iba de sorpresa en sorpresa, pues algunos, colocados en las estanterías más altas, no fueron leídos durante mucho tiempo. Tanto, que el filo de las hojas se

Novela: 'El manuscrito de un loco, de Charles Dickens


¡Sí...! ¡Un loco! ¡Cómo sobrecogía mi corazón esa palabra hace años! ¡Cómo habría despertado el terror que solía sobrevenirme a veces, enviando la sangre silbante y hormigueante por mis venas, hasta que el rocío frío del miedo aparecía en gruesas gotas sobre mi piel y las rodillas se entrechocaban por el espanto! Y, sin embargo, ahora me agrada. Es un hermoso nombre. Muéstrenme

José Saramago | Desquite


El muchacho venía del río. Descalzo, con los pantalones arremangados por encima de las rodillas, las piernas sucias de lodo. Vestía una camisa roja, abierta en el pecho, donde los primeros vellos de la pubertad empezaban a ennegrecer. Tenía el pelo oscuro, mojado por el sudor que le escurría por el cuello delgado. Se inclinaba un poco hacia delante, bajo el peso de los largos remos, de los que pendían hilos verdes de limos aún goteantes. El barco quedó balanceándose en el agua turbia y, allí cerca, como si lo espiasen,

Robert Bloch | Un hombre con manías


Serían más o menos las diez cuando salí del hotel. La noche era cálida y necesitaba beber algo. Era insensato probar en el bar del hotel porque el lugar era como un manicomio. La Convención de jugadores de bolos también lo había invadido.

Bajando por la avenida Euclid tuve la impresión de que todo Cleveland estaba lleno de jugadores de bolos. Y lo curioso es que la mayoría de ellos parecían ir en busca de algo que beber. Cada taberna que pasé estaba abarrotada de hombres en mangas de camisa, con sus
distintivos.

Aglaia Berlutti: El trazo erótico de Aubrey Beardsley

Aglaia Berlutti: El trazo erótico de Aubrey Beardsley

Aubrey Beardsley, 
fotografía de 1895

Oscar Wilde describió a Aubrey Beardsley como “una cara como una hacha de plata y un pelo de color verde hierba”. Una imagen extravagante que sin embargo parece definir mejor que ninguna otra cosa el talento transgresor, inusual y poderoso del genial ilustrador. Porque de Beardsley se sabe poco: en una ocasión leí a un crítico de su época calificarlo como "un curioso misterio". Quizás lo era: Todos los datos sobre él parecen ser tan ambiguos como su personalidad.

Poemas de André Breton

LA CASA DE YVES

La casa de Yves Tanguy
Donde se entra sólo de noche

Con la lámpara-tempestad

Afuera el país transparente
Un adivino en su elemento

Con la lámpara-tempestad
Con el aserradero tan laborioso que ya no se lo ve

Y la tela estampada del cielo
-Vamos, lo sobrenatural al suelo

Con la lámpara-tempestad
Con el aserradero tan laborioso que ya no se lo ve
Con todas las estrellas del infierno

'Una carta que nunca llego a Rusia', de Vladimir Nabokov


Mi adorable, mi muy querida y lejana, me imagino que no habrás olvidado nada en los más de ocho años que dura ya nuestra separación, si es que aún consigues recordar a aquel guarda canoso con su librea azul que ni se molestaba siquiera en mirarnos cuando hacíamos novillos para encontrarnos en aquellas mañanas heladas de San Petersburgo, en el Museo Suvorov, tan polvoriento, tan pequeño, tan semejante a una suntuosa caja de rapé. ¡Con qué ardor nos besábamos a espaldas de aquel granadero engominado! Y más tarde, cuando por fin nos

Cuentos: Marguerite Duras


La carretera atravesaba la Auvernia y el Cantal. Habíamos salido de Saint-Tropez por la tarde, y condujimos hasta entrada la noche. No recuerdo exactamente qué año era, fue en pleno verano. Lo conocía desde principios de año. Lo había encontrado en un baile al que había ido sola. Es otra historia. Quiso parar antes del amanecer en Aurillac. El telegrama había llegado con retraso, había sido enviado a París, y luego reenviado de París a Saint-Tropez. El entierro debía tener lugar al día siguiente, a última hora de la tarde. Hicimos el amor en el hotel «Aurillac», y luego volvimos a hacerlo. Por la mañana lo hicimos de nuevo.

'Encender una hoguera', relato de Jack London


Acababa de amanecer un día gris y frío, enormemente gris y frío, cuando el hombre abandonó la ruta principal del Yukón y trepó el alto terraplén por donde un sendero apenas visible y escasamente transitado se abría hacia el este entre bosques de gruesos abetos. La ladera era muy pronunciada, y al llegar a la cumbre el hombre se detuvo a cobrar aliento, disculpándose a sí mismo el descanso con el pretexto de mirar su reloj. Eran las nueve en punto. Aunque no había en el cielo una sola nube, no se veía el sol ni se vislumbraba siquiera su destello. Era un día despejado y,

'Angulosa y los cuchillos', relato de Lino Novás Calvo


Yo no debiera escribir este cuento. Es un abuso hablar de nuestros socios cuando, además, lo que a ellos les ha ocurrido pudiera ocurrirle fácilmente a uno mismo. Esto, sin embargo, puede decirse de cualquiera y, al fin y al cabo, la profesión vence a la ética. Éste es un cuento sin ética.

Empieza cuando mi socio Lajos y yo resolvimos formar una sociedad de tenedores de libros malos, para casas chiquitas o marugas, y pusimos nuestra oficina en una vidriera de tabacos de Luyanó, y publicamos el anuncio. No era gran cosa, pero los dos estábamos arrancados y,

Tres poemas de Arthur Rimbaud

Poemas de Arthur Rimbaud

En el cabaret-verde

A las cinco de la tarde

Llevaba ya ocho días con los botines rotos 
por culpa de los guijos; y a Charleroi llegué. 
En el Cabaret-Verde, encargué unas tostadas 
de manteca y jamón jugoso y calentito.

Estiré las dos piernas, feliz, bajo la mesa 
verde, mientras miraba los dibujos ingenuos 
del tapiz. ¡Qué alegría cuando la criadita

'Las ruinas circulares', un relato de Jorge Luis Borges


Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. Lo cierto es que el hombre gris besó el fango, repechó la ribera sin apartar (probablemente, sin sentir) las cortaderas que le dilaceraban las carnes y se arrastró, mareado y ensangrentado, hasta el recinto circular que corona un tigre o caballo de piedra, que tuvo alguna vez el color del fuego y ahora el de la ceniza. Ese redondel es un templo que devoraron los incendios antiguos, que la selva palúdica ha profanado y cuyo dios no recibe honor de los hombres. 

'Pena de muerte', relato de Georges Simenon


El peligro más grande, en esta clase de asuntos, es llegar a hastiarse. El "plantón", como se dice, duraba ya doce días; el inspector Janvier y el brigadier Lucas se relevaban con una paciencia incansable, pero Maigret había tomado a su cuenta un buen centenar de horas porque él solo, en suma, sabía quizá a dónde quería llegar.

Relatos: «Las muñecas» y «El angel», de Juan Rodolfo Wilcock


LAS MUÑECAS

Es un gran armario de madera de nogal, simple, vertical, al mismo tiempo pesado y elegante, casi un símbolo de la digna estabilidad; por otra parte está siempre cerrado. Por dentro, el armario está dividido con estantecitos, y en cada uno de estos estantes vive una escritora; en realidad son las viejas muñecas que se volvieron escritoras solamente por obra de la inacción, la oscuridad y el aburrimiento. Por esa razón todas llevan trajes coloridos, a menudo los trajes de alguna región o provincia, y la cabeza ligeramente desproporcionada respecto al cuerpo, demasiado aplanada, demasiado en punta o simplemente demasiado voluminosa; salvo una poetisa que la tiene pequeñísima, y esto hace reír mucho a las demás, como si tener la cabeza pequeña fuese más gracioso que tenerla grande.

'El principiante', relato de Charles Bukowski


Bien, dejé el lecho de muerte y salí del hospital del condado y conseguí un trabajo como encargado de almacén. Tenía los sábados y los domingos libres y un sábado hablé con Madge.

-Mira, nena, no tengo prisa por volver a ese hospital. Tendría que buscar algo que me apartara de la bebida. Hoy, por ejemplo, ¿qué se puede hacer sino emborracharse? El cine no me gusta. Los zoos son estúpidos. No podemos pasarnos todo el día jodiendo. Es un problema.

Patricia Highsmit - La coartada perfecta

Patricia Highsmit - La coartada perfecta

La multitud se arrastraba como un monstruo ciego y sin mente hacia la entrada del metro. Los pies se deslizaban hacia adelante unos pocos centímetros, se paraban, volvían a deslizarse. Howard odiaba las multitudes. Le hacían sentir pánico. Su dedo estaba en el gatillo, y durante unos segundos se concentró en no permitir que lo apretara, pese a que se había convertido en un impulso casi incontrolable.

Había descosido el fondo del bolsillo de su sobretodo, y ahora sujetaba la pistola en ese bolsillo con su mano enguantada. Las bajas y anchas espaldas de George estaban a menos de medio metro frente a él, pero había un par de personas entre medio. Howard giró los hombros y se encajó en el espacio entre un hombre y una mujer, empujando ligeramente al hombre.

Novela y rebeldía | Albert Camus

Novela y rebeldía | Albert Camus

Es posible separar la literatura de consentimiento que coincide, en líneas generales, con los siglos antiguos y los siglos clásicos, y la literatura de disidencia que empieza con los tiempos modernos. Se observará entonces la escasez de novela en la primera. Cuando existe, salvo raras excepciones, no concierne a la historia, sino a la fantasía (Teágenes y Cariclea o La Astrea). Son cuentos, no novelas. Con la segunda, por el contrario, se desarrolla realmente el género novelesco que no ha cesado de enriquecerse y extenderse hasta nuestros días, al mismo tiempo que el movimiento crítico y revolucionario.

'Bienvenido, Bob', relato de Juan Carlos Onetti


Es seguro que cada día estará más viejo, más lejos del tiempo en que se llamaba Bob, del pelo rubio colgando en la sien, la sonrisa y los lustrosos ojos de cuando entraba silenciosamente en la sala, murmurando un saludo o moviendo un poco la mano cerca de la oreja, e iba a sentarse bajo la lámpara, cerca del piano, con un libro o simplemente quieto y aparte, abstraído, mirándonos durante una hora sin un gesto en la cara, moviendo de vez en cuando los dedos para manejar el cigarrillo y limpiar de cenizas la solapa de sus trajes claros.

Novela: 'La muerte', de Thomas Mann

Novela: 'La muerte', de Thomas Mann

10 de septiembre

Por fin ha llegado el otoño; el verano no retornará. Jamás volveré a verlo...

El mar está gris y tranquilo, y cae una lluvia fina, triste. Cuando lo vi esta mañana, me despedí del verano y saludé al otoño, al número cuarenta de mis otoños, que al fin ha llegado, inexorable. E inexorablemente traerá consigo aquel día, cuya fecha a veces recito en voz baja, con una sensación de recogimiento y terror íntimo...

'Los siete puentes', relato de Yukio Mishima


Eran las once y media de una noche de luna llena del mes de septiembre. Al terminar la reunión a la cual habían asistido, Koyumi y Kanako regresaron a la Casa del Laurel e inmediatamente vistieron sus kimonos de algodón. Hubieran preferido bañarse antes de cambiar su ropa, pero aquella noche no quedaba tiempo para eso. Koyumi tenía cuarenta y dos años, una figura regordeta, alrededor de cinco pies de altura y un kimono estampado con hojas negras. Kanako, la otra geisha, aun cuando sólo tenía veintidós años y era buena bailarina, no tenía protector y parecía destinada a no desempeñar nunca un papel de importancia en los bailes anuales de otoño y primavera de las geishas. Su kimono decrêpe tenía remolinos azules sobre un fondo blanco.

'Por qué escribo', George Orwell


Desde muy corta edad, quizá desde los cinco o seis años, supe que cuando fuese mayor sería escritor. Entre los diecisiete a los veinticuatro años traté de abandonar ese propósito, pero lo hacía dándome cuenta de que con ello traicionaba mi verdadera naturaleza y que tarde o temprano habría de ponerme a escribir libros.

'El accidente', relato de Naguib Mahfuz


Hablaba por el teléfono de una tienda con voz bastante alta para hacerse oír a pesar del jaleo de la ruidosa calle de Al-Geis, inclinándose hacia el fondo de la tienda para alejarse lo más posible del bullicio. Acabó con un "espérame, voy en seguida'', colgó, cogió del mostrador una cajetilla de Hollywood y pagó al dependiente los cigarrillos y la llamada. Giró, ya en la acera, para dirigirse a la calzada. Tendría unos sesenta, más o menos.

Novela: 'Rebelion en la granja', de George Orwell (fragmento)


La libertad de prensa

Este libro fue pensado hace bastante tiempo. Su idea central data de 1937, pero su redacción no quedó terminada hasta finales de 1943. En la época en que se escribió, era obvio que encontraría grandes dificultades para editarse (a pesar de que la escasez de libros existentes garantizaba que cualquier volumen impreso se vendería) y, efectivamente, el libro fue rechazado por cuatro editores. 

Tan sólo uno de ellos lo hizo por motivos ideológicos; otros dos habían publicado libros antirrusos durante años y el cuarto carecía de ideas políticas definidas. Uno de ellos estaba decidido a lanzarlo pero, después de un primer momento de acuerdo, prefirió consultar con el Ministerio de Información que, al parecer, le había avisado y hasta advertido severamente sobre su publicación. He aquí un extracto de una carta del editor, en relación con la consulta hecha:

'El último rostro', relato de Álvaro Mutis

'El último rostro', relato de Álvaro Mutis

El último rostro es el rostro con el que te recibe la muerte. 
-De un manuscrito anónimo de la Biblioteca 
del Monasterio del Monte Athos, siglo XI.


Las páginas que van a leerse pertenecen a un legajo de manuscritos vendidos en la subasta de un librero de Londres pocos años después de terminada la segunda guerra mundial. Formaron parte estos escritos de los bienes de la familia Nimbourg-Napierski, el último de cuyos miembros murió en Mers-el Kebir combatiendo como oficial de la Francia libre.

'El embriagado', relato de Shirley Jackson


Estaba lo bastante alegre y conocía la casa lo suficiente como para dirigirse a la cocina por sí solo, aparentemente para buscar hielo, pero en realidad para despejarse un poco, pues no era tan íntimo de la familia como para perder el conocimiento en el sofá del salón. Dejó atrás la fiesta sin lamentarse de ello, mientras el grupo en torno del piano entonaba Stardust y la anfitriona charlaba animadamente con un joven de gafas finas y pulcras y expresión hosca. Atravesó con cautela el salón donde un grupito de cuatro o cinco personas sentadas en las sillas rígidas discutía concienzudamente sobre algún tema.

'Continuidad de los parques', relato de Julio Cortázar


Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y

'Visiones de la noche', relato de Ambrose Bierce


Tengo la convicción de que el don de los sueños es un valioso obsequio literario, pues si con alguna técnica aún no descubierta pudiéramos captar, fijar y utilizar las insólitas imágenes que proporciona, tendríamos una literatura «muy por encima de lo corriente». Del mismo modo que los animales adiestrados adquieren nuevas capacidades y aptitudes, ese don podría mejorarse sensiblemente una vez capturado y domesticado. Con ello, doblaríamos las horas productivas y realizaríamos nuestra más fructífera labor mientras dormimos. Pero, incluso en las condiciones actuales, el mundo de los sueños es un terreno que produce rentas, tal y como demuestra «Kubla Khan».

Leopoldo María Panero (1948-2014) | Archivos

José María Panero

(Madrid, 16 de junio de 1948 - Las Palmas de Gran Canaria, 5 de marzo de 2014). Hijo del poeta Leopoldo Panero (1909–1962) y Felicidad Blanc (1913–1990), hermano del también poeta Juan Luis Panero (1942–2013) y de Michi Panero (1951–2004), sobrino del poeta Juan Panero (1908–1937) y primo del periodista, crítico de cine y actor teatral madrileño José Luis Panero González-Barosa (1975-).

«En plena tempestad», un relato de Emil Cioran

«En plena tempestad», un relato de Emil Cioran

El día después siempre es tranquilo, ya se sabe, la resaca y el cansancio hacen que esté tirado como un muerto en el sillón mirando la tele aunque me importe una mierda lo que estén echando en ella. Sin embargo, hoy me he levantado de muy mala leche, y con impulsos homicidas y suicidas. Ha aflorado mi odio a este mundo y a esta vida y a mi mismo por estar en ella. Pongo Presuntos Implicados en la cadena de música, me gusta su voz y me gustan sus canciones, me relajan y quizás consiga ponerme en paz conmigo mismo y el mundo. Tengo ganas de llorar pero no lo consigo, la rabia me lo impiden, desearía golpearlo todo y tirarlo por la ventana y luego yo detrás, pero vivo en un primero, ¡no vale la pena!. Odio y rabia, tristeza y derrota, cansancio y resaca, todo esto a la vez es lo que siento, y la verdad, levantarse así es asqueroso, o mejor dicho, levantarse a un nuevo día es asqueroso.

Poemas: «Flores para un ocaso», de Omar Garzón Pinto

Omar Garzón Pinto - Foto de Carlos Mario Uribe

Omar Garzón Pinto nació en Bogotá, Colombia. Sus poemas han sido publicados periódicos y revistas de Iberoamérica. Ha presentado su obra en diversos espacios culturales, académicos y literarios de su país. 

Entre los años 2011 y 2012 se desempeñó como tallerista literario de la Fundación Andrés Barbosa Vivas y ha trabajado como profesor de Geografía en Bogotá. Es autor de los libros Faro desnudo, editado por la Liga Latinoamericana de Artistas (Bogotá, 2011) y Flores para un ocaso (Bogotá, 2013). E mail: omargarzonpinto17@gmail.com  -Blog -


Poemas: Michel Dransfield (1948-1973)

Michel Dransfield

Piso cero

despierta
mira en torno
memoriza lo que ves
mañana puede haberse ido
todo cambia. Algún día
no habrá nada excepto lo que se recuerda
puede no haber nadie para recordarlo.
Sigue moviéndote
dondequiera que te pares es piso cero
un blanco móvil que es difícil de acertar.

Teresa Wilms Montt | Archivos

María Teresa de las Mercedes Wilms Montt (Viña del Mar, 8 de septiembre de 1893 - París, 24 de diciembre de 1921) fue una escritora chilena de principios del siglo XX. Considerada una precursora feminista, tuvo una vida novelesca. Rebelde a los valores burgueses de su sociedad, fue internada a la fuerza en un convento; sin embargo, con la ayuda de su amigo Vicente Huidobro, huyó a Buenos Aires, donde se rumoreaba que el célebre poeta chileno la pretendía. 

'Una habitación vacía y una mujer desnuda', novela de Alfonso Vila Francés

'Una habitación vacía y una mujer desnuda', novela de Alfonso Vila Francés

Yo podría caerme de destino en destino pero siempre guardaré el recuerdo del cielo.

                                                  Vicente Huidobro


Verano. Calor sofocante. La finca ocupada por obreros y pintores. Vecinos molestos. Nada que hacer. Sin trabajo. Solo en casa todo el día. Una novela que tal vez no se escriba nunca. Una mujer que te quiere y una amiga que te excita. Esta historia no puede acabar bien. Y más si tú amiga, una auténtica mujer fatal, guarda un secreto inconfesable y peor aún si tu mujer está dispuesta a hacer lo que nunca esperarías de ella. Y el miedo a tus deseos. El miedo a la felicidad… ¿Qué hacer? ¿Por qué pelear? Ese es el dilema…

«El origen del universo», un relato de Carlos Almira Picazo

Pocas horas antes de recibir el Premio Nóbel del Física, el profesor Yuri Orlov, de la Academia de Ciencias de la URSS, fue hallado muerto en su habitación del hotel Selma Laguerlof de Estocolmo. Se había suicidado. Junto al cuerpo, como en una película policíaca, muy cerca de un charquito de sangre, había una carta. Algo más lejos estaba la pistola. 

Novela: 'El imperio de los sueños', de Giannina Braschi (fragmento)

Giannina Braschi (San Juan, Puerto Rico, 5 de febrero de 1953) es una escritora puertorriqueña, autora del clásico postmoderno "El imperio de los sueños" (1988), la celebrada novela bilingüe ”Yo-Yo Boing! (1998), y la declaración de independencia titulada “United States of Banana” (2011). Según la Biblioteca del Congreso en los EEUU, Braschi es "una de las voces más revolucionarias en la literatura latinoamericana hoy”. Su originalidad se caracteriza por su fantasía

«Inéditos entornos de Jaime Saenz», reportaje a Gisela Morales, por Juan Carlos Vásquez [*]

Foto: Javier Molina Barrios

Conocí la obra de Jaime Saenz en un viejo sótano de un edificio en Manhattan en el año 2002. La obra era una extensa tesis de grado que me dejó impactado de principio a fin. Desde entonces ha sido una lectura obligada, un referente que me ha llevado a indagar y descubrir nuevos entornos que desconocía. 

Poema: «Desapariciones», de Paul Auster


XI - El arte es el espejo del ingenio del hombre (Marlowe). El reflejo exacto es acertado —y quebradizo—. Destrozar el espejo y volver a arreglar los pedazos. El resultado será todavía un reflejo de algo. Cualquier combinación es posible, cualquier número de pedazos puede quedar fuera. El único requisito es que por lo menos un fragmento permanezca. En Hamlet, sostener el espejo hacia la naturaleza equivale a lo mismo que la formulación de Marlowe —una vez que los argumentos previos han sido entendidos—.

ENTRADA DESTACADA

"Entrevistas y reportajes" en el mundo de las letras y las artes escénicas

Esta selección de entrevistas y reportajes realizados por Juan Carlos Vásquez para diversos medios y revistas, reúne a una amplia variedad ...