«Se busca papá.com», un cuento de Karen Elizabeth Rodríguez Quintana

Las relaciones interpersonales fueron modificadas por la tecnología. Pronto se volvió un negocio rentable el suplantar emociones con equipos digitales.
 
En el año 2022 sacaron un diseño de robots con el objetivo de remplazar parejas sentimentales. Robots diseñados al gusto de cada persona para hacer más llevadero una desilusión amorosa. Fue tanto el éxito que tuvieron estas máquinas que no tardaron en ampliar el mercado.
 
Una madre que perdió a su hijo podría solicitar un diseño casi idéntico a su retoño para apoyarse durante el proceso de duelo. Si alguien había perdido un pariente, el que fuera, se podía remplazar e incluso hacer mejoras al gusto.
 
Mi nombre es Daniela y tengo siete años, dentro de un mes cumpliré ocho. Desde hace unos meses he tenido la idea de comprar un papá por internet en una página que encontré por casualidad y, que se encarga en la fabricación de papás, se llama se buscapapá.com. Mamá nunca habla de mi papá ni de cómo lo perdimos, o si aún vive, solo sé que cuando le solicité un papá robot, se puso como loca, se enojó mucho y me pidió que nunca volviera a tocar el tema.
 
He visto a niños jugando con sus padres en el parque y me pregunto qué se sentirá tener un papá. Mi mejor amiga Marcela tiene un papá que todos los viernes pasa por ella después de clases, llega y le da un abrazo tan grande; de la curiosidad, siento piquetitos en mi pecho.
 
Llevo casi un año juntando para comprar un papá. Decidí encargarlo en línea. Lo tendré guardado en mi alcoba para cuando decida jugar con él. Estará bien escondido en mi clóset para que mi mamá no lo vea. Desde hace unos meses navego en internet y he visto las mejores propuestas para un papá. El diseño que me alcanza con el dinero que tengo en mi alcancía es para un papá económico, el cual, por cierto, hay que recargarse por lo menos dos horas al día, y no limpiarlo con detergente, para que no se oxide.
Dentro de una semana, cuando vaya mamá a trabajar violaré la regla de no entrar a su cuarto y buscaré si conserva alguna foto de papá. Quiero que sea como él. Incluiré características internas: que sea amoroso, que le guste mucho jugar, que sea divertido, que sepa arropar por las noches y contar cuentos, que le encante hacerme masajitos antes de dormir.
 
Nada más de imaginarme lo perfecto que será, me hace sentir descargas eléctricas por todo mi cuerpo.
 
Hoy se llegó el gran día. Mamá salió a clases de yoga y yo me quedé sola en casa; buscaré alguna foto de quien fue mi padre, con suerte encuentre alguna. No estoy muy segura como la encontrare, nunca lo he visto, pero creo que lo podré saber con solo verlo.
 
Me dirijo al cuarto de mamá, abro la puerta cuidadosamente, nunca he estado adentro de su habitación; es muy obscuro y sucio, como si mamá no durmiera ahí. Tiene botellas de alcohol tiradas junto a la cama, enfrente está un tocador, y para no perder el tiempo decido buscar ahí.
 
Abro el primer cajón, encuentro ropa; mi corazón late muy acelerado. Llego al segundo cajón y encuentro una muñeca pelirroja con rizos de trapo, es hermosa, tal vez le perteneció en su infancia. Cuando me dispongo a sacarla, mis dedos chocan con un cuaderno de fotos. Siento como si mi corazón se hubiera detenido unos segundos, por fin di con el tesoro que buscaba.
 
En la primera página veo una foto, parece ser mamá con los abuelos, de ellos mamá si me habló. Mamá parece ser más joven. Doy la vuelta a la página y encuentro una foto de mamá en su boda, con un vestido blanco y el pelo sujetado, es abrazada por un hombre moreno de facciones toscas. Parecen estar realmente enamorados. Doy por hecho que él fue papá, así que jalo la foto para sacarla del álbum, parece estar pegado, estiro con más fuerza y cae otra foto al suelo. Al levantarla me percato de que tiene una leyenda escrita en la parte trasera. Soy yo la de la foto, me veo muy feliz a punto de soplar las velas del pastel, me da mucha emoción verme tan contenta, no recuerdo cuando fue tomada la fotografía. Leo la leyenda en letra cursiva:
 
Cumpleaños 8 de Daniela, festejo en casa de los abuelos 10 de octubre 2020.
 
Mi cumpleaños aún no llega, como pudo esa foto ser tomada, además mis abuelos fallecieron hace un año. Mi cabeza empieza a dar vueltas, me quedó petrificada, veo y escucho lo que pasa a mi alrededor, pero yo no puedo reaccionar.
 
Después de un rato escucho que mamá regresa a casa en compañía de la tía Elena, oigo que me llama desde la cocina, grita una, dos veces mi nombre; cuando ve que no contestó empieza a buscarme, primero escucho sus pasos cerca de mi alcoba. Repite esto en varios lados de la casa, al final entra a su cuarto.
 
Da un grito y la tía Elena entra al cuarto, la tía comienza a regañarla.
—¡Tu tienes la culpa de que tus robots se confundan, no debes enviarla a la escuela, se confunde de su objetivo, no está fabricada para jugar con otros niños.
 
Mamá dio un suspiro, tomó su teléfono celular y marcó un teléfono:
 
—El modelo de Daniela volvió a fallar, es la segunda ocasión que pasa en dos años, ha tenido fallas al cargar, necesito que la reparen o que me devuelvan el dinero. Ocurre la misma falla, la encuentro en mi cuarto y se descompone. El modelo anterior era más resistente. “Sabe qué, mejor cámbielo de una vez”.
 


Karen Elizabeth Rodríguez Quintana. Torreón Coahuila, 1989. México. Estudió Relaciones Internacionales. Asistió al taller de literario “Yo, es otro”, y ha colaborado con cuentos en la revista del mismo taller.
kerq13@hotmail.com



ILUSTRACIONES: La imágen ha sido remitida por el autor de la obra




2 comentarios:

  1. Brevedad, tensión e intensidad, me gusto excelente cuento ojalá publiques mas Karen.

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  2. Excelente cuento!!!
    Buenísima historia, por favor publica más.
    Bravo maestra

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