Convertido en un muñeco corría descalzo por el jardín que era una selva. Mi tamaño se había reducido al de un soldado de plomo. El sueño se tornó pesadilla cuando vi venir a nuestro gato. Me oculté detrás de una margarita. Parecía un león o una pantera, caminaba con gatuno sigilo, como si temiera despertar al hombre que lo sueña.
Nadie recuerda muy bien lo que le sucede en un sueño. Lo inventaré de nuevo: si en el sueño el jardín era una selva, y el gato un león o una pantera, la paloma parecía un pavo americano cebado para el día de acción de gracias. A prudente distancia, para no espantarla, nuestro gato escondió la cola y bajó el lomo. Agazapado como un tigre esperó