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Lo que dijo el reflejo, por Adrián “Fino” Sosa — escritor y editor uruguayo

Lo que dijo el reflejo, un relato de Adrián Fino Sosa
Los gemidos de Alicia haciendo el amor en otra habitación, lo sacaron de los pelos de un sueño profundo. Nicolás quedó petrificado de cara al techo rodeado de una oscuridad siniestra. Estiró la mano hacia el lado que ella ocupaba en su cama con la remota esperanza de encontrarla y de que esos gritos de placer no estuvieran saliendo de la boca de su Alicia, pero solo encontró vacío en esa parte del colchón. Volvió a escuchar los gemidos, sintió las paredes de su mundo derrumbarse.

Desde Uruguay: Resaca, un relato de Adrián “Fino” Sosa — Se prometió no beber nunca más. Ella no bebía

Fragmento del relato “Resaca” de Adrián “Fino” Sosa: una resaca física y existencial narrada desde Uruguay.

La mañana le explotaba en la cara como una descarga eléctrica.

Ella estaba hundida, atravesada por una onda expansiva tan letal como implacable, era el ruido del mar dentro de un caracol y al estallar los círculos concéntricos desarmaban su cuerpo en cada paso que intentaba dar. Cerrar los ojos no era la solución, era lo que el instinto mandaba. Tenía las tripas llenas de agua fría que se había tragado con urgencia pornográfica

"La silla vacía: Un relato de Andrea Pereira (Uruguay)"

"La silla vacía: Un relato de Andrea Pereira (Uruguay)"

Nos conocemos tan bien que sé hasta lo que no me dice. Nuestra relación no fue la mejor; fuimos lo que hoy día se denomina una pareja tóxica. Yo intentaba estar cerca de ella; ella decía que no quería nada. Yo conocía nuevas personas para olvidarla; ella reclamaba infidelidad y celaba a un hombre que, por decisión suya, era su "nada", como me dijo claramente un día.

"Jaula Poética", un poema de Washington Daniel Gorosito, autor uruguayo radicado en México

"Jaula Poética", un poema de Washington Daniel Gorosito, autor uruguayo radicado en México
Los boliches están vacíos,
sólo una sombra camina por los pasillos.
Se cierra el día inexorable,
el borrador de conciencias nocturnas
huye por las cornisas,
techos mudos y mojados.
En la tarde,
llovió a cubetazos
es decir a montones.

Otra vuelta: Fino Sosa - Soy un kamikaze

El sol es una brasa. 
Está cayendo la tarde y esa luz-láser va taladrándolo todo.
Mi asco se lava con gotas de impaciencia que caen y susurran sobre las grietas de la calle que también están al rojo vivo.
Sed. Muero de sed y me clavo de cabeza en la primera puerta abierta que acabará apagando mi incendio. 
Entro. Camino a esconderme en un rincón, lejos de todos. Lejos de los ruidos de platos y vasos chocando. Me alejo de todos con los auriculares incrustados a puro tornillo de rock and roll. Dispuesto a sacarle callos al codo, tengo puesta mi corona de

"El de cada día", un relato de Fino Sosa - Boca, dientes, mordisco

Una lluvia fina de harina cae sobre un bowls de cocina después de atravesar el cernidor. Es un recipiente hondo capaz de recibir esa descarga de quinientos gramos. La levadura va en el centro, en el hueco formado con la mano en medio del trigo blanco procesado, dentro de ese pozo vuelco veinte gramos de levadura fresca, granulada, que se disolverá en trecientos mililitros de agua tibia mezclada con un generoso chorro de aceite de oliva exultante de fragancia y sabor. Es el comienzo volcánico de una energía deseosa de explotar. 

"Vidas en tránsito: El libro 'Mil Bares' de Fino Sosa" - Reseña por Juan Carlos Vásquez


En "Mil bares", Fino Sosa nos sumerge en un universo donde los bares no son solo escenarios de encuentros casuales, sino auténticos microcosmos que reflejan la diversidad de la experiencia. A través de este conjunto de textos, el autor despliega una multitud de perspectivas que giran alrededor de diferentes espacios, cada uno impregnado de una atmósfera única y personajes que encarnan las múltiples facetas de la condición humana. El estilo de la narrativa es lírico y cargado de imágenes sensoriales.

Epitafio Fractal: Adrián fino Sosa - Tus preguntas indiscretas, tus gemidos de placer

Por todas las ilusiones, por todas las veces que no te encontré, estoy pagando los platos rotos, los saldos pendientes que dejamos mientras huíamos de nosotros. A oscuras. Y llegaron en cascada, los ríos repletos de barro, las palabras que no supimos decir, las ruedas mágicas, los anillos prestados, el aliento apestoso de las bestias. Las manadas de zorros desollados, las curvas cerradas a toda velocidad, los pasajes, los puñados de arroz reseco, las lunas de marzo, los anillos de saturno. Los acuarios abandonados, el musgo verde y los anuncios oxidados en carreteras eternamente oscuras.

Desde Montevideo: Hambre y Cerrojos - Crónica de Adrián Fino Sosa

Sobre la textura suave de tu cuerpo no descanso, brillo y bailo sin control. Mi alimento, el nutriente primario que proviene de tus senos turgentes no me llega y ya no tengo colores en esta neblina de tiempo perdido. Casi como un lamento me desvela el deseo de morder, de llevarte a mi boca y de explorarte en la ceguera del amor. Cargo con la traición de los sentidos en este hastío, giro ciego en esta calesita infinita, giro, es todo lo puedo decir. 
Ahora debo salir a ganarme la sangre que me falta para no sumarme al descanso triste y frío del desencanto. Los colmillos comienzan a asomar en mi boca pálida y tiemblo por los nubarrones que llegarán antes de la media noche.

"ÁngelDiabla", un relato de Adrián "fino" Sosa - Ella me paso el porro

Foto de Jenna Hamra

Llegue buscando a Alicia. Golpee la puerta descascarada de la casa ocupada esperando que ella me abriera, pero no. Me atendió Violeta, después de un rato me enteré que se llamaba así. Era rubia, delgada y con los ojos más azules que jamás había visto en mi vida. Tenía en brazos una bebé tan rubia como ella colgada de su pecho izquierdo que se alimentaba como si no hubiese mañana. La niña tenía cuatro meses, de eso también me enteré después. Apenas nos vimos a los ojos con Violeta supimos que algo iba a suceder.

"Las veinticuatro horas del día", un relato breve de Adrián Sosa - Sabemos donde encontrarlo, en la avenida fatal

"Las veinticuatro horas del día", un relato de Adrián fino Sosa

Regreso caminando. Siempre al mismo lugar. La distancia muere cada día bajo mis pies congelados. Descalzo, abrazado a mi interminable condena, las tinieblas y el humo del camino dispersándose en el silencio. Todo me cuesta trabajo, incluso respirar. Caminando lento, regreso al dolor.
Lo ven llegar, arrastrando los pies, descalzo, un paso tras otro. Seguro esta pensando en esas cosas, como siempre lo hace. Revive una y otra vez las imágenes. El accidente, seres amados atravesando las ventanas de la camioneta. Lo ven yendo de esquina a esquina por el cantero central. Descalzo, congelado. Le cuesta respirar. Lo ven.

"Dos maneras de ser el amor", un cuento de Adrián "fino" Sosa

Unas pocas palabras bastarían y tal vez alguna frase introductoria.
Ella estaba dispuesta a oír. Ya lo tenía pensado. Se encontraba segura de todo, sin ánimo de pelear ni discutir. Y eso sería una sorpresa para quién tenía a su frente. Ella respondería a todo diciendo que si, se dejaría envolver en el discurso que Soledad había preparado. Estaba segura que ya estaba todo preparado, incluida la frase inicial. Alma y Soledad, sentadas frente a frente, ya habían pasado dos semanas desde la última vez. Dos largas, eternas y convulsionadas semanas, pero eso

La vuelta de siempre: un relato del escritor uruguayo Adrián "fino" Sosa

¿Que carajo estoy haciendo por acá, caminando en estas calles gastadas, vencidas e imposibles de recuperar? Está claro que no es suficiente con la nostalgia, con los recuerdos. Estas calles ya no son aquellas. No guardan casi nada de lo que me hicieron amarlas, son mucho más tristes, más viejas y borroneadas. Ya fue. Tengo que avisarle a mis estupideces que paren de mandar mala información a mi cerebro cenagoso. Ya fue. Doblo en la esquina con una puteada en la boca y con el cansancio acalambrándome las piernas y el alma. Esto de caminar por el barrio viejo ya no sana ni alivia ¿Que vengo a buscar? ¿Que quiero encontrar? Acá no hay nada que me salve.

Desde Montevideo: «Mejor callar», un relato perteneciente al libro «Mil bares», de Adrián Sosa

 
El relato "Mejor Callar" de Adrián Sosa presenta una atmósfera oscura y pesimista en la que el protagonista, Marcos, se encuentra en un bar bebiendo solo y tratando de escapar de sus pensamientos. A través de un diálogo tenso con el cantinero, y cuando sus palabras son desestimadas, se muestra la profundidad de la desesperanza y la desilusión de Marcos, lo que finalmente lleva a un enfrentamiento violento. La historia refleja el hastío, la falta de comunicación y empatía en la sociedad, así como la incapacidad de algunos para encontrar una salida.

Dos relatos pertenecientes al libro «Expreso Caníbal», de Adrián Sosa

El primer relato, titulado "T.Q.M XXL", se centra en una pareja que se encuentra en una plaza de comidas y está tan absorta en su teléfono móvil que no interactúa ni se presta atención mutua. La historia muestra cómo la tecnología puede ser tanto un medio para la conexión como una barrera para la comunicación real y la intimidad.

El segundo relato, "Ojos dentro de ojos", sigue a un hombre que queda fascinado por una gigantografía de una mujer que anuncia un perfume en una pared de un edificio. Se queda atrapado en la profundidad de sus ojos verdes y comienza a ver dibujos extraños en las pupilas que lo atraen hacia el núcleo de su ser. La multitud lo empuja, pero él sigue siendo hipnotizado por la mirada de la mujer en la gigantografía...

Desde Montevideo: «Apagones», un relato de Adrián Sosa

El cuento "Apagones" de Adrián Sosa describe la historia de Nicolás, quien se encuentra en una habitación sellada, rodeado de sus posesiones más preciadas. A través de la descripción detallada de los objetos que lo rodean, el autor nos muestra la obsesión de Nicolás por el pasado y su negación de enfrentar el presente.
A medida que la historia avanza, el lector se sumerge en la mente de Nicolás y su lucha contra el inexorable paso del tiempo. El autor utiliza una prosa poética para describir los sentimientos de su personaje, así como para transmitir la atmósfera de la habitación y los objetos que la adornan.


«Intención poética… Mi vida», por Washington Daniel Gorosito

Uno nace, crece, vive, 
se descubre poeta
entrega palabras
y el verbo se queja,
aunque lo tapan
los dulces trinos
de aves migratorias
a las que las palabras 
apuntan, 
se dirigen,
son flechas,
que hieren las nubes de colores.
Abajo, un gorrión
camina a saltitos
deambulando entre letras.
Las nubes heridas,
mimetizan su cromática

«Gajes del oficio», un relato del escritor uruguayo Adrián "fino" Sosa

Me llamaron porque no podían sacarle una palabra. Al cruzarme con “El Oso” en la puerta de la sala me dijo: Oscar a ver si vos tenés más suerte, pero andá suave, no te pases. Es que todos lo saben, me gusta el olor a carne chamuscada y los chispazos azules del corto-circuito. Que puedo hacer si eso me hace sentir que soy importante. Es como que dejo mi cuerpo, entro en éxtasis y puedo gobernar el planeta en el encierro sofocante de esas cuatro paredes. Debo decir que es delicioso, que nada se compara a ese idioma incomprensible que les sale de

Desde Uruguay: «Algún puente», un relato de Adrián Sosa

-¿Esta frío no?
-Parece –dijo Carla cortante.
-Y si, pleno invierno, no se puede pedir otra cosa.
-...
-Si al menos lloviera un poco, serviría para algo.
-...
-¿Dieron lluvia para hoy?
-...
-Es un disparate 
-...
-Que locura, siento tanto frío.
-...  
-Pero ahora te encontré a vos. Ya no me puedo quejar.

Carla miraba por la ventana hacia afuera del bar sin siquiera asentir

«La noche del Lobo», un texto perteneciente al libro «Hijos de Abril» de Fino Sosa

La carga demoledora de una canción rebotaba y rebotaba sobre su mente entrenada. El Lobo enjaulado estaba a punto de explotar. Lo sabía. Aguantó la respiración todo lo que pudo, luego exhaló buscando purificar algo de la sangre espesa que corría por sus venas apretadas a fórceps contra la carne. Un vacío insoportable se acomodaba en su pecho al tiempo que los cambios robóticos de las luces marcaban sus ojos con diferentes tonos de rojo. La saliva blanca y espumosa, comenzó a escapársele de su boca dura, empedrada. Siempre lo mismo, siempre igual, las caricias nunca eran suficientes y ella dormía desnuda sobre la cama

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