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El retozo, un cuento del autor de "La conspiración contra la especie humana", Thomas Ligotti

Thomas Ligotti – Maestro del terror filosófico y la ficción extraña

En un hermoso hogar de una hermosa zona de la ciudad (la localidad de Nolgate, sede de la prisión estatal), el doctor Munck examinaba el periódico vespertino mientras su mujer descansaba en un sofá cercano, hojeando perezosamente el desfile de colores de una revista de moda. Su hija Norleen estaba arriba, durmiendo ya, o quizá disfrutando a escondidas de una sesión nocturna con el nuevo televisor en color que había recibido la semana anterior por su cumpleaños.

"Génesis", un cuento de Julia Wobken, autora alemana radicada en Buenos Aires

El domo del Fruto de la Vida — Génesis, de Julia Wobken

Un tenue rayo de luz solar logró atravesar las densas nubes de invierno. Debilitado y frenado aún más por las mil y una partículas de procedencia desconocida que formaban la contaminación acumulada de hace antaño, chocó con el vidrio de los gigantescos invernaderos y murió allí, fallando en su intento de contribuir alguna luz cálida a la iluminación artificial. En reemplazo del sol, el centenar de lámparas neón alimentaba las plantas de superalimentos que crecían en macetas eficientes, ordenadas en filas como si fueran soldados.

El ocaso — Canto crepuscular desde Argentina, un cuento de Moisés Cárdenas

Imagen atmosférica de un cuarto de madera al atardecer, con una guitarra apoyada en la pared, un afiche que dice "S.O.S.", y una hoja sobre una mesa bajo una ventana iluminada por el cielo crepuscular.

Ricardo empezó su trayectoria musical en la Republica del Zorzal, lugar que consideró su recinto sagrado. Sus canciones se escuchaban en los aparatos móviles, en las radios portátiles de pulso, computadoras, y en los negocios y locales de las ciudades. Ricardo recibió varios discos de oro y estuvo entre los mejores artistas de las primeras décadas del siglo XXI. 

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📂 DOSSIER #1 – NARRATIVA

Archivo literario y artístico Herederos del Kaos

Autores seleccionados: Susana Medina | Alberto Jiménez Uré | Daniel Frini

📝 La narrativa que presentamos en este dossier es inquieta, tensa, muchas veces hiriente. Se arrastra por los bordes del lenguaje, con la piel en carne viva, como si escribir fuera un acto de amputación voluntaria. Relatos que no piden permiso: golpean primero. Estos textos nacen de mundos rotos, lenguas migrantes, geografías dolidas. Tres autores, tres formas de decir basta.


✍️ Susana Medina

(Reino Unido / España)

Escritora, artista y traductora. Su obra transita entre el ensayo, la narrativa experimental y la poesía visual. Ha publicado libros como Philosophical Toys y ha sido traducida a varios idiomas. Su estilo mezcla lo reflexivo con lo sensorial, explorando identidad, memoria y lenguaje. Su trabajo ha sido exhibido y difundido ampliamente en espacios híbridos entre literatura y arte contemporáneo.

🔗 Leer relato: “Medinaciones”
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✍️ Alberto Jiménez Uré

(Venezuela)

Poeta y narrador venezolano con amplia trayectoria en el ámbito literario alternativo. Ha colaborado en revistas de resistencia cultural y espacios independientes. Su prosa se caracteriza por una mirada crítica, irónica y profundamente humana sobre la decadencia social, el absurdo y la supervivencia.

🔗 Leer relato: “Salidas honrosas & Album tabú”
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✍️ Daniel Frini

(Argentina, 1963)

Ingeniero, escritor y humorista gráfico. Es autor de relatos de ciencia ficción, minificciones y textos que cruzan ironía, absurdo y precisión técnica. Su escritura remite a lo insólito, con giros impredecibles y tramas concisas. Ha sido publicado en numerosas antologías y medios internacionales.

🔗 Leer relato: “El rincón de un juego enajenado”
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🔗 Leer relato: “El cuaderno Fergusson”
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"Empoderadas", un cuento de Liset Reyes Aldereguía - Sola falta mamá en este paraíso

El evento ha tenido gran alcance. Próximo a las diez, aún llegan personas al local. El asiento central de la primera fila está vacío. Hemos logrado reunir unas cincuenta sillas gracias a mis habilidades, pero mamá al parecer sigue molesta. Tenemos que entenderla, Shelssya, dice mi hermana al notar mi desagrado respecto al tema. Mamá había sido la impulsora de todas nuestras metas. Feminismo,

"Bestias tropicales tomando el sol", un cuento de Mario Flores perteneciente al libro "Necrópolis".


La primera de la izquierda es Alejandra Segundo, de diecisiete años. Alumna del colegio Santa Catalina de Bolonia de Tartagal. Embarazada de seis meses. Expulsada. El diario El Tribuno le dedica unas dos columnas diarias la primera semana de septiembre de 2005. A su derecha, en el medio de la foto, está Lucrecia Solís, también de diecisiete años. Su compañera de banco. Entre las dos sostienen una pancarta hecha con cartulina y fibras. En la imagen no se alcanza a leer la

"En algún pergamino", un cuento de Moisés Cárdenas - Ojeé sus páginas y hallé תַּנַךְ

Foto de Gelatin: pexels-public domain.

Siempre sentí curiosidad por la Biblia, donde me interesé en la vida de los profetas, las profecías que escribieron, los cumplimientos históricos, las etimologías de las palabras, sus significados ocultos, los números y las señales. Desde niño, mis padres me leían pasajes de este maravilloso libro, y me mostraban el vasto universo en noches brillantes de estrellas. 
Cierto día, asistí a un encuentro bíblico que se celebraba en un amplio salón de una casa antigua. En el centro colgaba una lámpara grande con bellos cristales y faroles de diversos contornos, que

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Imagen de portada para la sección Narrativa de Herederos del Kaos
Estos relatos recorren ciudades, habitaciones, estaciones, bares cerrados y zonas donde la realidad y la ficción se cruzan. Algunos caben en un párrafo; otros se despliegan en varias páginas. Hay fragmentos, diálogos interrumpidos, cuerpos en tránsito, encuentros y despedidas.
Cada texto forma parte de este archivo en movimiento. Voces que escriben desde Montevideo, Huelva, Matanzas, Valencia, Nueva York, Barcelona, o desde cualquier lugar donde el Kaos insista en aparecer.

«Bola de pelos», un cuento del autor villavicense Carlos Arturo González

                                                   
El cuento "Bola de pelos" del autor Carlos Arturo González, cuenta la historia de un hombre que se encuentra solo en su casa durante una noche tormentosa, esperando la llegada de su amigo Simón. Sin embargo, en medio de la tormenta, un gato empapado y exhausto busca refugio en su casa. Al principio, el hombre es indiferente a los maullidos del gato, pero finalmente lo deja entrar en su hogar. A pesar de que al principio el hombre y el gato no se llevan bien, el gato empieza a acostumbrarse a la casa y al hombre, aunque él sigue sintiendo rechazo hacia él. El cuento explora la relación entre el hombre y el gato, así como la evolución de sus sentimientos mutuos, llevando al lector a reflexionar sobre la empatía, la compasión y la tolerancia hacia los demás seres vivos.

«La infiel», un cuento inédito del escritor venezolano Alberto Jiménez Ure


La función de «alta voz» del celular le permitió a Homínido escuchar, indignado, al marido de la mujer (de nombre Espectacular, que le practicaba la felación) preguntarle dónde estaba y ella -con dificultad a causa del falo que del testigo tenía en el lugar más profundo de boca- le respondía que en un supermercado.

-«Te amo ad perpetuum, Espectacular: regresa pronto» -insistía la persona que ella solía negar por esposo en el curso de sus furtivos encuentros y flirteos sexuales con distintos varones de la comarca.

Luego de tres horas, la señora regresó a su casa sin compras y fue

«Los fugitivos», un cuento sobre ángeles del autor mexicano Ronnie Camacho Barrón

El día en que los humanos perdimos la fe, fue el mismo en que los ángeles descendieron a la tierra, al principio el mundo se maravilló ante ellos, pues poseían cuatro pares de gigantescas alas blancas, sus ojos resplandecían más que el propio sol, las facciones de sus finos rostros les daban un aspecto andrógino y emitían una intensa aura celestial que hacía que cada persona en un radio de diez metros a la redonda terminase rendida a sus pies.
Como era obvio, los creyentes del mundo les recibieron con los brazos abiertos, estaban ansiosos por escuchar el mensaje que seguramente Dios les había encomendado darnos.

Desde Nicaragua: «La contraseña», un cuento del poeta, escritor y promotor cultural Alberto Juárez Vivas

Sucedió en el poblado Las Lajas, en los ardores de los primeros días de la revolución. El dictador había sido derrocado por el pueblo en armas. Iniciaba la organización de la defensa civil y la vigilancia, con el propósito de impedir infiltraciones de guardias que andaban huyendo y escondiéndose en arrabales y montañas.
El poblado estaba protegido por los muchachos –como les decían a los jóvenes revolucionarios–; la trinchera más grande e importante la llamaban La Loma, porque estaba en la cima de una colina rodeada de árboles y alambradas, desde donde se avistaba a todo el pueblo. A lo

Montserrat López Alsina: Un cuento fantástico

Cuando Elena dictaba su curso de Literatura Fantástica, a medio semestre le gustaba mandar a sus estudiantes a escribir un cuento. De esta manera era fácil darse cuenta quién estaba entendiendo en qué consistía el género. Le daba especial placer leer los cuentos de los buenos estudiantes, pues casi invariablemente también resultaban bastante entretenidos.
Aunque era extremadamente tarde, quiso leer un par de cuentos antes de acostarse. Los habían entregado el día anterior, pero ella no había tenido tiempo ni de mirarlos. Seleccionó de entre el montón el cuento de un estudiante particularmente bueno, Fausto Pérez. El cuento se

Desde Colombia: «Los labriegos», un cuento de Rusvelt Nivia Castellanos

Había guerra en el monte. Sólo se escuchaban las balaceras. Los combates infundían terror en la región. Para lo peor, un campesino estaba desesperado. Vivía a solas con su hijo y los dos no tenían que comer. Hace eso de unas noches, les asaltaron su finca. El robo pasó de un modo inesperado. Unos bandoleros; irrumpieron en los huertos, saltaron los alambres con chuzos, luego se cargaron consigo las cosechas. Por lo pasado, este padre atormentado no supo cómo hacer para jornalear y así poder alimentar a su niño. 
Aparte, diferentes pueblerinos culparon al campechano de ser traidor, por ser amigo de los

«Previa en la cafetería», un cuento de Rodrigo Miguel Quintero

Todos necesitamos tomarnos una pausa. Mi pausa de café son los miércoles a las 11 en la cafetería del centro del pueblo. 

Salí rumbo a la avenida del centro, crucé las cuadras que me separaban de mi trabajo. Entré. El aire olía a limpio y neutro. La atmósfera, tranquila.

Me acerqué a mi lugar de siempre donde están sillones de pana beige. Siempre me chocaba la lámpara con la cabeza al sentarme. Era como si me encendiera. Me saqué el barbijo y me invadió una oleada de aire nuevo y fresco...  

A un costado estaban las mesas perfectamente ubicadas y brillosas color verde manzana. Le

CUENTOS: TERRITORIOS DEL INSTANTE

Imagen sobria con fondo claro y tipografía clásica que muestra el título “CUENTOS: TERRITORIOS DEL INSTANTE” para la sección de cuentos breves y contemporáneos de Herederos del Kaos.

El cuento ocupa, dentro de la literatura, un espacio singular: breve por definición, autosuficiente por exigencia interna, pero abierto a la complejidad de mundos condensados en unas cuantas páginas. Desde Poe, Chéjov y Borges hasta Cortázar y Carver, la forma cuentística ha sido laboratorio de estilo y tensión narrativa, un territorio donde la elipsis, la sugerencia y el final incisivo revelan su potencia estética.

Desde La Patagonia: «Un día en la farmacia », cuento de Rodrigo Miguel Quintero

Salí con cierto sabor amargo. Te dicen andá y hacé este trámite, comprame este remedio. En mi cabeza era “¡estoy para atrás, rajá y conseguime un buscapinas!”. Al mal tiempo, buena cara. Salí con la prisa de siempre.  

Afuera soplaba un vientito rancio y olía a silencio, de ésos que se cortan con serrucho. En ese entonces, vivía relativamente cerca de la avenida principal. Decidí hacer el camino largo. Algo tenían estas pausas breves. Caminé lento.   

La calle estaba muy vacía. Los negocios se regalaban a un cliente que había desaparecido tras la gran pandemia. No se solía ver

«Por el mar de las cosas» un cuento de Alejandro Castro

Alea homo faber
-El hombre fábrica su suerte-

Damir Binitsky tenía setenta y siete años. Sus padres habían llegado a México en 1928, en la ola de migración del caído Imperio Otomano. Hablaban ladino, un dialecto parecido al español; eran descendientes sefarditas, según entendía Damir, aunque su nombre original se perdió entre los recovecos del parentesco. Inicialmente habían intentado llegar a Nueva York pero el barco no recibió permiso en la Isla de Ellis y solo una treintena de migrantes pudo descender. La pareja Binitsky tuvo que seguir su camino y pagar

«Desconocidas», un cuento de Nelson Lehi Cardoza Díaz

Apenas lo oí, lo reconocí. El sonido de ese vehículo era inconfundible. Me asomé por la ventana para confirmarlo. Efectivamente, era la misma camioneta celeste, toda maltratada y antigua.
Lo vi bajar del auto y rápidamente me oculté tras la cortina. Sólo dejé descubierto una pequeña parte de mi rostro para poder seguir espiando. Ya sabía para lo que venía. Como cada semana.
Oí los golpes que dio a la puerta. Luego hubo murmullos y diálogos difíciles de entender.
Néstor- escuché la voz de uno de mis hermanos al otro lado de la puerta después de un momento.
Fue una desagradable

«El retrovisor de Blas», un cuento del escritor y sociólogo español Jorge Cappa


—Por donde se llegue antes, por favor. —respondió Andrés, sereno.
Blas miró por el retrovisor, no dijo nada y, cuando el vehículo tomó la suficiente altura, aceleró la marcha.
Andrés se estiró en su asiento, abrió un poco las piernas y miró el reloj. Eran las 19:15 horas, así que iba a llegar bien de tiempo. Se quedó callado y parecía tener la mirada perdida en algún lugar fuera de allí.
Cuando ya estaban a mitad de camino, Blas pensó en la conversación que un rato antes había tenido por micropantalla con Matilde, su mujer. “La tarta para Nuria”, recordó. “Quizá mejor de fresa y nata, sí. Seguro

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Vindicación del Caos · por Alberto Jiménez Ure

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