Entre finales de los años ochenta y mediados de los noventa, escuchaba thrash metal. Mi afinidad por la música extrema es innegable, y desde entonces he mantenido un vínculo estrecho con la escritura —un lazo que nunca se rompió, aunque con el tiempo mis gustos musicales hayan evolucionado. La esencia, sin embargo, permaneció intacta.
En un artículo titulado “El horror hecho música” traté la carrera de Anna-Varney Cantodea y Luror, entre otros. Esta vez quiero profundizar en la vida y obra de