No siempre es el ruido lo que interrumpe. A veces es el silencio equivocado.
Querer escribir al lado de alguien que le teme a las pausas más que a los errores no es una anécdota: es una metáfora brutal del mundo en que vivimos. No importa si estás a punto de resolver una frase, si estás en plena comunión con una idea, si la palabra por fin se asoma después de días de niebla. Alguien aparece.