Alejandro Gallegos: la orgía de los gusanos, la vida, la muerte y el filo del microrrelato

Juan Carlos Vásquez entrevista a Alejandro Gallegos sobre su libro La orgía de los gusanos y el microrrelato, explorando memoria, deseo y obsesión humana.

En esta entrevista para Herederos del Kaos, conversamos con Alejandro Gallegos Rojas, escritor ecuatoriano que ha hecho del microrrelato su territorio. La orgía de los gusanos condensa memoria, deseo y obsesiones humanas con la precisión de un bisturí y la libertad del narrador. Su economía verbal captura universos y arrastra al lector a la ironía, el absurdo y la reflexión íntima.

Gallegos Rojas es abogado con doctorado en Jurisprudencia por la Universidad Nacional de Loja y cuenta con maestría en Derechos Fundamentales por la Universidad Carlos III de Madrid. Especialista en Derechos Humanos, también realizó estudios en el Instituto Raúl Wallenberg de Lund, Suecia. Tiene dos novelas cortas en proceso, escritas durante su estancia en la Isla de San Vicente y las Granadinas y en Mozambique, África, donde trabajó como voluntario instructor de Desarrollo Humano.


Entrevista a Alejandro Gallegos Rojas | Por Juan Carlos Vásquez 


Juan Carlos Vásquez: En el relato que abre La orgía de los gusanos, el protagonista desentierra a su amada y comparte con ella una intimidad que cruza la frontera entre devoción y ruina. ¿Qué pulsión te interesa más explorar aquí: la del amor que se niega a morir o la del deseo que corrompe todo vínculo?

Alejandro Gallegos: En verdad, cuando escribo mis cuentos y microcuentos, en este caso concreto, no están pensados en función de algún mensaje especial. No me interesa aquello, si bien el mensaje o los múltiples mensajes están inmersos o implícitos en la historia, les corresponde a los lectores, si así lo desean, preguntarse o repreguntar qué es lo que quiso decir o contar el escritor en cada tema o microcuento. Sin embargo, en función de la pregunta que me formulas, considero que el amor y el deseo van juntos, tomados de la mano... Es una mezcla tanto del amor, como del deseo, que en este caso, no lo corrompe o los aleja, al contrario, el amor, es espiritual, como el deseo, es carnal, que es lo que a los personajes de “La orgía de los gusanos” es básicamente lo que los une, los vincula como la vida a la muerte o la muerte a la vida, sobre todo, en el protagonista que hace hasta lo imposible para no perderla a su amada, de que no se vaya, de sentirla suya, de tenerla por siempre a su lado, para oler su oloroso olor... ¡El olor de los muertos! De tal forma, que si por él fuera le pediría a su Dios que la resucite, que no esté muerta, que solo sea un mal sueño, que su mujer esté solo dormida, pero la realidad es que su amada está muerta. Y a pesar de eso, profana su tumba, la desentierra para amarla mejor, a su manera “...y después, que el tiempo, como un ángel maldito, se encargue del resto”... siendo esta una frase que lo dice el protagonista en la primera historia que precisamente lleva el título del libro “La orgía de los gusanos”. 

 

JCV: Como observador de derechos humanos, jurista y como Instructor de Desarrollo en calidad de voluntario, has trabajado con la precisión del dato y la obligación de documentar. ¿De qué forma esa mirada casi notarial convive y se equilibra con la libertad y la invención que exige la escritura de ficción?

AG: Efectivamente, la libertad como invención literaria exige que no solo la escritura de ficción sino toda escritura debe ser libre. Y en mi caso, sí me exijo calidad, la rigurosidad suficiente para que sean publicados mis textos literarios, es decir, es una convivencia equilibrada, toda vez que si no hay libertad de escribir, incluso de pensar, de opinar... el proceso de la creación así, no tiene sentido, pierde su esencia, su razón de ser, de existir. Y eso mata la creatividad y hasta la libertad del escritor sobre los temas o historias que desea narrar. Entonces, ¿hay que inventar para ser libres? Sí. ¿Hay que ser también libres para inventar? Claro que sí. Sin embargo, la pregunta que me formulo es: ¿pero qué se debe inventar o qué se debe crear o recrear para ser libres en la escritura de ficción o de todo tipo de escritura? Y eso es lo interesante de la señora escritura es que todo se puede crear, inventar, etc...Ese es tal vez el reto de todo escritor o concretamente, ese es mi caso, mi desafío, que incluso hasta para otros escritores, puede ser que en esa libertad de crear, la escritura de ficción también sirve como una terapia liberadora, sanadora de las miserias, de las taras de la sociedad, es decir, que no oprime, no esclaviza, libera, transgrede, subvierte, transforma, conmueve... 

JCV: La orgía de los gusanos es la parte que sigue ocurriendo una vez que los grandes crímenes terminan: ¿tu escritura actúa como bisturí o como un nuevo contagio?

AG: Yo le agregaría ante todo que mi escritura actúa primeramente como una gran lupa que busca el microbio, la basura, la podredumbre, los gusanos de la sucia sociedad, es decir, el microscopio, el aparato de laboratorio, que mira de cerca, muy de cerca, la realidad no solo de la sociedad, sino nuestras miserias como personas, para que una vez de aquello intervenga el bisturí y extraiga la pus, la gangrena, los tumores, la maldad de la sociedad. Es quizás como una autopsia al gran cadáver, como cercenar, arrancar la piel de los muertos y hasta de los vivos, y así mostrar el vómito de toda la podredumbre de nuestra sociedad, nuestra inmundicia, los malos olores de la vida... 

¿Contagiarnos de qué? De la mala palabra, que es como una forma del cabreo, de la bronca contenida por siglos. Contagiarnos de los gusanos que vienen a limpiar las impurezas de la casa, el cuerpo descompuesto de la sociedad y hasta del alma, que convive con nosotros, es decir, que no todo está podridamente podrido o perdidamente perdido, que sí existen gusanos que ponen la casa, la gran casa en un ordenado orden. Aunque siento que en el desorden hay también orden. Pero eso es para otra pregunta. Corresponde a cada lector contagiarse de lo que mejor le convenga después del cadáver desmembrado de la sociedad, porque cada uno a nuestra manera también somos gusanos como una metáfora de lo que es la vida. 

JCV: Durante tu formación realizaste estudios en el Instituto Raúl Wallenberg en Lund, Suecia, y luego recopilaste testimonios sobre el conflicto humanitario entre Israel y Palestina, una experiencia que viviste de cerca. Además, has escrito dos novelas cortas durante tu estancia en la Isla de San Vicente y las Granadinas. ¿De qué manera estas vivencias internacionales y académicas han influido en tu enfoque narrativo y en los temas que eliges explorar en tu obra?

AG: Siento que viajar siempre permite que se despierte con mayor la ansiada ansiedad de escribir. Mis viajes son como una marca, como un tatuaje en los ojos, en la mirada. Viajar es el álbum de la memoria, de los recuerdos y que están ahí vivas, latentes, martilleándome en la cabeza, para que escriba las historias, a lo mejor, yo ni siquiera elijo los temas, sino que llegan sin avisar, se presentan de repente y es ahí cuando se despierta la creación, la inspiración o la transpiración, los sudorosos sudores de los temas para contar o descontar microcuentos, micro historias, otras realidades partiendo de una realidad específica, especial, que han sido mis viajes, mis vivencias internacionales y académicas que me han permitido que mi enfoque narrativo tenga su propia esencia, su particularidad de cada vivencia que las escribí durante mis viajes internacionales y académicos que los realicé en diferentes años. Y siempre me pregunto: ¿si a lo mejor no viajaba a esos países no hubiera escrito esas historias? Y debo reconocer que gracias a mis viajes me permitieron escribir algunos textos literarios como el microcuento “AGUA”, que fue escrito en Mozambique, África y que se encuentra en el libro: La orgía de los gusanos. Además, acostumbro a escribir, el lugar donde fueron escritos los microcuentos, con la fecha y la hora que los escribí, y así recordar donde fueron creados, siendo también una forma de perennizar y honrar los lugares donde fueron escritos mis textos literarios, mis microcuentos. Tengo también dos novelas que fueron escritas, la primera en la isla de San Vicente y las Granadinas y la segunda novela la escribí en Changalane, Mozambique, África, Y se encuentran también los testimonios de vida durante el tiempo que viví monitoreando el conflicto humanitario entre Palestina e Israel y que la he denominado “NADIE ME CONTÓ”. Por cierto, ya debería haberlos publicado.  

 

JCV: De todos tus viajes, ¿qué detalle mínimo —un olor, una imagen, una frase— resume mejor lo que aprendiste de ti mismo?

AG: Cada país tiene su propia esencia, su identidad, sus propios olores, sus propias frases, que los hace únicos, diferentes, especiales entre sí e inolvidables. Si hay que hablar de todo esto, considero que mas bien es el olor del recordado recuerdo, de la añorada añoranza, de regresar a aquellos países en donde Alejandro Gallegos Rojas,Godié caminó para recoger mis pasos, y repreguntarle a mi sombra, si me extraña o me recuerda, como yo los recuerdo siempre, para que ni el olvidado olvido me olvide ni me olviden.  

En síntesis: Aprendí y entendí que las personas debemos viajar para romper, eliminar poco a poco nuestros prejuicios culturales, que todos los tenemos y que si bien en un primer momento nos sorprendemos, pero debemos ser respetuosos de esa realidad para humanizarnos y hasta rehumanizarnos, y que es una forma también de liberarnos, porque gran parte de los problemas humanos son de índole cultural, que nos aprisionan, nos limitan, nos impiden ser nosotros mismos. Y eso enfocado en la escritura es un retroceso a la creación literaria. 

 

JCV: En varios de tus cuentos, el humor absurdo o la ironía macabra sostienen la narración: un chancho violador, un perro juzgado como humano, peces multicolores saliendo del retrete, la mascota que arranca carne, la mujer que amamanta cachorros, la pareja que se abraza desnuda en un incendio ritual. ¿Qué te interesa más tensar: la transgresión que incomoda o la incomodidad que obliga a confesar?

AG: En realidad, cuando escribo ni siquiera pienso en esos detalles, toda vez que considero que sea el propio lector, que se pregunte y repregunte que es lo que quiso decir el escritor en sus historias que cuento o descuento. Sin embargo, conforme consta en la pregunta, siento que es transgredir, subvertir, pero no como subversión de falsas revoluciones, sino mas bien, como una forma de conmover, de conmocionar, que es como arrancar las tripas del lector, dejarlos vacíos, descerebrados, con los ojos bien abiertos, a fin de que vuelvan a releer si no entendieron la historia escrita en pocas palabras. Que mi escritura sea como el vómito que incomode, que moleste al lector. Que tenga esa sensación del asqueroso asco, del miedoso miedo, del doloroso dolor, de la alegre alegría, porque esto y mucho más es la vida. Hay que ir más allá de lo que se debe contar o narrar. Y si el lector se incomoda, me parece que a mi manera consciente o inconscientemente he logrado que mis historias, mis microcuentos no sean uno más del montón o del callejón, sino que llevan el estilo propio de Godié, que por cierto estoy en esa búsqueda de encontrar mi propia voz, mis propios silencios, con mi escritura conmigo y con nadie más. 

 


JCV: Has elegido el microrrelato como tu territorio principal de escritura. ¿Qué te ofrece este género —su brevedad, su filo, su forma de emboscar al lector— que no encuentras en otros formatos narrativos más extensos?

AG: Encuentro que es un desafío escribir microcuento. Y tal vez, por eso me gusta escribirlo. No entiendo por qué la gente tiene que escribir y escribir historias de más de 200 páginas, cuando en la brevedad está repleta la existencia de la vida. Y en una hora o hasta en menos tiempo puedes terminar de leer un libro de cien páginas, con cien historias de microcuentos, situación esta que no ocurre con una novela de más de 200 páginas. Y que lo reconozco, yo también he escrito, para demostrarme a mí mismo que también puedo escribir novela. Aunque ya depende de cada lector lo que desea leer y hasta releer. Sin embargo, sí en un principio es difícil escribir microcuento, cuando ya se tiene práctica, la maestría suficiente, las historias fluyen, no paran y puedes escribir hasta más de 10 microcuentos al día. Y eso es lo que yo hago. Cada año escribo microcuentos, que en algún momento los publicaré, claro está, luego de una prolija y rigurosa corrección de las historias. Ahora mismo, llevo solo en este año, hasta este mes de agosto, más de 300 microcuentos, que ya tendría para la publicación de tres libros de microcuentos, sin contar con las otras historias que las he escrito en los años anteriores. Incluso de cada historia de un microcuento, puedo escribir o aparecen otras historias. La vida es breve, es fugaz, Y tú dices una palabra muy importante emboscar, sí, es una emboscada, no lo había pensado ni visto de esa forma, es como una encrucijada, un callejón sin salida para el lector, que se siente atrapado, pero que en esa emboscada encuentra su salida o a lo mejor nunca la encuentra, se encuentra aprehendido, enredado en su propio redil, o en su propia sombra, que a veces aparece y desaparece de la vista. En fin...

 

JCV: Muchos de tus personajes están al borde: delirantes, poseídos, entregados a una obsesión. ¿Por qué crees que la locura o la grieta mental son tan fértiles para la narración breve?

AG: La locura es parte de la vida y es la que me permite tener arrebatos de cordura al momento de escribir, es decir, en la cordura de la locura o en la locura de la cordura, yo escribo. Además, es como una cantera abierta, fértil, en donde germina todo lo que escribo, porque en esa grieta mental está todo el material para la narración breve. Pero para esa brevedad se necesita precisión de cada palabra, no puede estar ni una sola palabra que falte como tampoco que estén palabras de más, o ni un punto ni una coma colocados mal, porque es lo que nos permite también que la historia se lea bien y sobre todo se comprenda muy bien. De lo contrario, es como tener una historia a medias o como un edificio sin terminar, porque le faltan los acabados, los cimientos etc. Y eso es imperdonable en los microcuentos, o al menos en mis microcuentos, toda vez que pierde su condumio, su intensidad, su esencia. Y como les digo a mis talleristas en la brevedad de las palabras, está la vida, pero no una vida cualquiera, sino una vida que diga algo de sí mismo o de alguien, o de uno mismo, pero la diferencia es cómo se cuenta y sobre todo contarlo bien, muy bien. Nada más.


JCV: De entre todos los relatos o fragmentos que has escrito, ¿cuál consideras que te ha impresionado más, tanto por su estructura como por su capacidad para transmitir emociones o ideas? ¿Qué elementos crees que hacen a ese texto especialmente significativo?

AG: La pregunta no es fácil porque es cómo preguntar al hijo a quien quiere más si al papá o a la mamá. Creo que todos mis textos, tienen algo que destacar, por su originalidad, por las sensaciones, las emociones que transmiten. Sin embargo, considero que el texto por la forma cómo llegó, es decir, fue el subconsciente quien me lo dictó. Recuerdo muy bien que estaba durmiendo. Y en el sueño aparecieron las letras. El sueño me lo dictó. Entonces, lo que hice fue encender la luz y en un papel escribí el microcuento que en el libro La orgía de los gusanos es: “LA FIESTA”, y siento que estuvo acompañado por una dosis de locura, lo que hace un texto significativo para mí, sin desmerecer a mis otros microcuentos. 

 

JCV: ¿Cuál imagen de tu niñez todavía sangra en tu escritura? ¿Hay algún recuerdo que se descompuso hasta volverse cuento?

AG: Considero que no tengo en mis historias imágenes todavía de mi niñez, a lo mejor más adelante. Mis textos son producto de mi imaginación o historias que me cuentan o que las escucho en el camino y que las reescribo para darles el sello personal de Godié, escritor. Y cómo ya lo indiqué en alguna pregunta anterior, mis microcuentos son producto también de los viajes que he realizado y cuyas historias constan con el día y la hora que fueron escritas. Por ejemplo en Mozambique, África, en España, en Loja, Ecuador, etc.

 

JCV: Se habla de Monterroso o Cortázar como influencias inevitables en el microrrelato. ¿A qué muerto invocas tú cuando escribes?

AG: No invoco a muertos ajenos, y lo digo con todo respeto y admiración por estos grandes escritores que mencionas. Yo invoco a mis propios “muertos”-vivos. Si bien, ya no están conmigo, me acompañan siempre. Justo en este momento que se realiza esta entrevista los siento, tengo su energía, su grata presencia... Me fortalecen a seguir siempre adelante, toda vez que son parte viva de mi inspiración, transpiración y hasta de mi respiración. Y con eso me quedo siempre con su oloroso olor de vida y no de muerte. 

 

JCV: Si pudieras escoger un lugar del mundo al que aún no has ido para escribir o simplemente para mirar, ¿cuál sería y por qué? Y ya que hablamos de futuros: ¿qué proyectos literarios o editoriales estás gestando ahora mismo?

AG: Sin duda, escogería la Antártida, por su importancia científica, toda vez que como humanidad debemos tomar conciencia del cambio climático, y sus consecuencias, que ya la estamos viviendo. Además, me permitiría escribir y compartir mis vivencias del día a día de un continente frío y que necesita ser difundido, que se conozca cómo se vive allá. Por cierto, Ecuador tiene una estación científica en la Antártida, que se denomina: “Pedro Vicente Maldonado”, en honor a un destacado científico ecuatoriano, quien formó parte de la Misión Geodésica francesa, cuando antes mi país se llamaba Real Audiencia de Quito y no Ecuador. Estoy hablando del año 1735 aproximadamente. Sería interesante escribir allá. Yo soy ecuatoriano y me gustaría por ejemplo escribir también en las Islas Galápagos, que es patrimonio natural de la humanidad declarado por la UNESCO, por su flora, su fauna, sus tortugas marinas, etc. Sería godiescamente godiesco, espectacular, extraordinario, genial... Y también escribir en la Luna, podría sonar descabellado, pero siento que no, toda vez que se sabe que hay viajes espaciales. Y creo que no seré el único que piensa viajar a la luna. Y no me refiero a los astronautas. Yo no pierdo la fe de que algún día iré hasta allá. Aunque sea para saludarla, para decirle a la luna: Hola, yo soy Godié, ya no te miro desde la tierra sino te miro de frente mi amadísima luna. ¿Te acuerdas de mí?

Tengo varios proyectos literarios. De hecho, en este mismo momento, con el auspicio de la Dirección Cultural del Municipio de Loja estoy dictando gratis, sin costo, un taller de microcuentos en Loja, mi ciudad a personas que están interesados en conocer la técnica del micro cuento. Y desde mi experiencia les he compartido cómo escribo. Les he dicho que el final de la historia del microcuento debe ser contundente, que deje en shock al lector. Y los talleristas han escrito excelentes microcuentos, cuidando que sean ellos mismos que encuentren su propio estilo, su esencia. Por cierto, el jueves 26 de junio, 2025 a las 18h00, (6pm), fuimos invitados por el Municipio de Loja, Ecuador, concretamente por el Departamento de Cultura a un recital literario, denominado “Música, Cultura y un café” y que se realiza el último jueves de cada mes. De hecho, con nosotros empezó este importante evento cultural. Además, al ser muy breves los microcuentos se prestan para que el público escuche con atención, que no es lo mismo cuando se leen cuentos largos, al final la gente se aburre, pierde el interés. En este proyecto, se grabaron las voces de los talleristas porque la propuesta es presentar un audio libro, con el propósito también de que las personas no videntes puedan escuchar las historias de los microcuentos en las voces de sus propios escritores. Por cierto, el jueves 21 de agosto a las 18h00 se presentará este producto literario en el Rincón de la lectura. Y contará con la presencia de Daniel Pucha Maldonado, quien es un joven violinista lojano, que reside por varios años en Barcelona, España. Además, en este momento los talleristas están escribiendo 20 microcuentos, que serán publicados en un libro colectivo, en físico, por denominarlo así, con el auspicio de la Dirección de Cultura del Municipio de Loja, el Festival de las Artes Vivas de Loja, 2025. También estamos haciendo los contactos a fin de que posteriormente se realicen recitales de microcuentos en Loja y en las parroquias, cantones de Loja. Y por cierto, hemos sido invitados también a participar en el Festival Internacional de Artes Vivas en Loja, 2025, FIAVL. El otro desafío es que los 14 talleristas que están trabajando presenten cada uno su propio libro de bolsillo, en una colección, es decir, cincuenta microcuentos inéditos, y presentarlos en digital, pero también en físico. La fecha está todavía por definirse. Siento que a mi manera estoy haciendo gestión cultural, con la finalidad de que los nuevos talentos de escritores que existen en mi ciudad Loja, publiquen sus libros de bolsillo, porque talento sí existe, pero es indispensable que los talleristas se hagan conocer y una forma de hacerlo es también realizando recitales de microcuentos en bares culturales de Loja, etc. Y posteriormente compartir sus textos literarios en colegios y universidades, sobre todo, donde se imparte la asignatura de Literatura. Además, estamos buscando instituciones culturales, la empresa privada, entre otros, que auspicien la impresión de nuestros libros de bolsillo. La idea es que cada escritor, tenga su propio libro de bolsillo, con ISBN, con coprigths, o derechos de autor, como una manera que les sirva también como una carta de presentación y como un aliento para los nuevos escritores lojanos y lojanas y así difundan su talento al mundo. Claro, que sí.

Ya he esperado mucho tiempo, por lo que, que ya es el momento de publicar la segunda serie o como se la denomine, podría ser: La orgía de los gusanos 1, tengo que seleccionar los mejores microcuentos, y publicarlos si no es al final de este año, será al principio del próximo año, 2026. Los lectores de Herederos del Kaos ya tendrán noticias de cómo avanzan mis proyectos literarios y también de mi próximo libro de microcuentos.  

JCV: ¿Hay alguna frontera moral o estética que todavía no cruzarías?

AG: Es una interesante pregunta, que también me la he formulado. Considero que todo tema en Literatura es válido, pero que todo está en la forma cómo se cuenta, cómo se escribe. A veces siento que al fin de no herir susceptibilidades sobre todo, de algún ferviente fanático religioso no cruzaría el límite de escribir en contra de la fe de las personas. Aunque el tiempo lo dirá.

 

JCV: En el último relato de La orgía de los gusanos, un hombre paga para que le cosan los ojos y así no ver más la decadencia del mundo. Algunas partes de tus historias surgieron mientras observabas Mozambique, un territorio que supura heridas y fantasmas. Además, la mujer —muerta, madre, amante, repetida— se te aparece como obsesión. ¿Qué prefieres que no veamos: África, la mujer o la ceguera que compartimos?

AG: No, al contrario, deseo que se vea todo. Aunque cada lector lo mirará desde su propia realidad, de sus propios prejuicios, de sus propios miedos..., porque si bien decimos que miramos estamos más ciegos que la propia ceguera. 

 

JCV: Alejandro, vienes de Loja, estudiaste Derecho y luego cruzaste muchas partes del mundo. Pero antes de todo eso, ¿qué quedó de Loja —como paisaje, infancia y memoria— en esos primeros impulsos por escribir?

AG: Yo diría que no solo que quedó de Loja, sino que me pregunto qué existe en Loja para que la gente escriba desde su infancia, desde la memoria... En fin, es un caso especial, de estudio. De hecho, ahora mismo vivo en Loja. Empecé escribiendo cuento largo, y en algún tema consta como protagonista Loja, y es una forma también que la gente tanto del Ecuador como del extranjero conozcan que al sur del país existe una ciudad denominada Loja, con sus propias particularidades, con su propia idiosincrasia, con su propia gastronomía, paisajes, etc., como lo tiene cada ciudad o país que he visitado. Y que es precisamente lo que nos diferencia y a la vez nos hacen únicos porque la humanidad es una sola, con toda su mezcla, sus aromas, sabores, con su alegre alegría y hasta sus dolorosos dolores...

En Loja, como paisaje está el cerro del Villonaco, en donde está el centro eólico, que es el primero que tiene el Ecuador. Y desde lejos se divisan los molinos de viento modernos. Tenemos también el parque Jipiro, que es un parque recreacional, familiar. Para las personas que les gusta la naturaleza, deben visitar el parque nacional Podocarpus. Están también las lagunas del compadre... Me gusta caminar. Por lo que emprendí la caminata de varias horas hacia el cerro de Sañe. Y lo hice caminando a mi ritmo, escuchando mis latidos. El cerro de Sañe, es un mirador natural, en donde se contempla una parte de la ciudad de Loja. Y así hay muchos lugares turísticos por conocer tanto de Loja como de la provincia. Desde ya, ¡bienvenidos! 

Cómo infancia está la escuela IV Centenario, donde me eduqué, el colegio La Dolorosa, la Universidad Nacional de Loja, UNL. Durante el mes de Junio, estuve por la Escuela de Derecho y la transformación es enorme, antes cuando yo estudié no había urbanizaciones, ahora las hay. La ciudad ha crecido, como el tiempo que no se detiene. Los lojanos decimos que “quien no conoce Loja no conoce mi país”. Por eso, aprovecho esta entrevista para que visiten Loja, que tiene un aroma especial, como el encantador encanto de sus mujeres, del café, del tamal, de los quimbolitos, los roscones, los bizcochuelos, la gallina cuyada, el repe, es una deliciosa sopa, y que todos estos son platos típicos de Loja. Por cierto, ya me dio hambre. ¡Buen provecho! Jajajua.

Finalmente, muchas gracias por la entrevista a fin de que sepan que en la mitad del mundo, en Ecuador, concretamente en Loja, está Alejandro Gallegos Rojas, o Godié, y que de esta forma he compartido, a mi manera, el arte de escribir microcuentos y otros detalles más. La escritura nos resucita a la vida.



Alejandro Gallegos Rojas, conocido como Godié, es un humanista y artesano del lenguaje oriundo de Loja, Ecuador. Cuenta con una maestría en Derechos Fundamentales por la Universidad Carlos III de Madrid, España, y es abogado con doctorado en Jurisprudencia otorgado por la Universidad Nacional de Loja. Además, se especializó en Derechos Humanos en la Universidad Andina “Simón Bolívar” y realizó estudios en el Instituto Raúl Wallenberg de Lund, Suecia.

Su primer libro, La orgía de los gusanos, es una colección de microcuentos. Actualmente trabaja en la publicación de NADIE ME CONTÓ, una recopilación de testimonios que aborda el conflicto humanitario entre Israel y Palestina, una realidad que conoció de primera mano. También tiene dos novelas cortas en proceso, escritas durante su estancia en la Isla de San Vicente y las Granadinas y en Mozambique, África, donde vivió como voluntario instructor de Desarrollo Humano.

Godié coordinó el Taller de Literatura Pa’labrar en la Casa de la Cultura de Loja y es miembro activo de la Sociedad Ecuatoriana de Escritores (SEDE).


Juan Carlos Vásquez (Valencia, Venezuela, 1972) es escritor y poeta. Su obra experimental combina narrativa y poesía, explorando la memoria, el cuerpo y la ciudad. Es fundador del archivo digital Herederos del Kaos. Website.



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