No sabías
pero te seguí con la exactitud de una hereje.
Era mi castigo y mi credo
el latido que dejabas olvidado en los papeles.
Te miraba como quién contempla
la página arrancada del infierno,
no por temor sino por la promesa de que dolerías.
No sabías
pero te seguí con la exactitud de una hereje.
Era mi castigo y mi credo
el latido que dejabas olvidado en los papeles.
Te miraba como quién contempla
la página arrancada del infierno,
no por temor sino por la promesa de que dolerías.
En el vasto escenario de la naturaleza y la destructiva influencia del hombre, surge la "Vindicación del Caos" de Alberto Jiménez...