—Por haberme indebidamente apropiado de dineros del Tesoro Nacional y en descargo de mi culpa, me cortaré la mano izquierda —anunció, avergonzado, el Ministro de las Finanzas Públicas Abel Hidroito ante el Comisario Contralor Supremo y los demás integrantes del Poder Ejecutivo.
Con un fortísimo y preciso golpe de hacha que —sin vacilación— se infligió, separó su mano del brazo.
Trémula y sangrante, quedó encima de la Mesa Redonda para Reuniones. En actitud respetuosa y de admiración, uno de sus colegas se quitó su cinturón y se lo extendió para que se hiciera un torniquete y detuviese la hemorragia.
En silencio, todos esperaban que igual hablase el Presidente de la República: también imputado por haberse agavillado con Hidroito para cometer el mismo crimen contra la República.
—En pro de mi preservación física, declino y abandono esta Junta de Idiotas —adujo, cínicamente, Séptimo Toro.
Luego abrió su sobretodo de piel de cocodrilo, lo explayó y advirtió a los presentes que su chaleco antibalas reglamentario estaba cubierto con explosivos de gran poder destructivo y prosiguió con su discurso:
—Bastará que alguno de ustedes intente impedir mi huida para que desaparezca el Palacio de Gobierno, las casas y edificaciones en un radio de dos kilómetros cuadrados. (Salida honrosa).
El álbum tabú
Cuando la encantadora Lucy Track descendió del avión de la Venezuelan Air Line y recorrió el ductomóvil que adhieren a las escalerillas de los aparatos en reposo, fue recibida por su abuelo.
—Luego de quince años fuera de mi país, estoy ansiosa por ver de nuevo a mis padres y hermanos —le comunicó al viejo, abrazándolo.
—Lo sé, porque estoy persuadido que tienes extraordinarios sentimientos —con voz casi apagada, enunció el hombre cuya lujosa y elegante vestimenta delataba su privilegiada posición social—. Por ello, te traje el Álbum Tabú de la familia: que contiene fotografías recientes de cada uno. Estamos felices por tu regreso.
—¿Álbum Tabú? ¿Qué ocultas en él?
—Ningún misterio, muchacha… No te inquietes.
Se instalaron en una de las mesas del restaurante del puerto aéreo y el anciano le extendió el libro de los recuerdos a Lucy. Lo tomó en sus manos, contenta. Cuando lo abrió, sólo halló ojos reales pegados en las plastificadas páginas. Perpleja y en actitud interrogativa, miró a su ascendiente y él pronunció:
—Mi querida y preferida nieta: ¿Creíste que nuestros parientes no me acompañaron a expresarte la bienvenida?
(Textos pertenecientes al libro «Absurdos», Alberto Jiménez Ure.)
Incluído en las principales antologías de cuentos que se han editado en Venezuela durante la transición entre los Siglos XX-XXI, entre las cuales Narradores andinos contemporáneos [Fundarte, Caracas, 1980], El cuento en Mérida [Universidad de Los Andes, Mérida, 1985], La narrativa corta en el Zulia [Presidencia de la República, Caracas, 1987], Relatos venezolanos del Siglo XX [Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1988] Memoria y cuento [Pomaire, 1992], Recuento [ Editorial Fundarte, Caracas, 1994], Ficción mínima [Fundarte, Caracas, 1996 y El cuento breve en Venezuela, 2005].
Escritor venezolano nacido en Tía Juana [Campo Petrolero del Edo. Zulia, 1952], publicó con Monte Ávila Latinoamericana Cuentos escogidos, con la Universidad de Costa Rica Abominables y con la Editorial Alfadil de Caracas Perversos [1995, 2002, 2004, trilogía de compilaciones antológicas personales de narraciones breves]. Es autor de casi una decena de novelas, entre las que destacan Aberraciones, Adeptos, Dionisia, Facia, Desahuciados, Decapitados y Escorias. Biografía completa
Foto de Elīna Arāja: public domain.
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