Dans une ville d'Europe. Dans l’année: EL PRECEPTOR LASCIVO, por JOSÉ ALBERTO CAPAVERDE

Dans une ville d'Europe. Dans l’année: El preceptor lascivo, de José Alberto Capaverde

Esta mujer (preciosa), posee todo para considerarla una amante perfecta, y no me refiero solamente a su suculento cuerpo, que volvería loco de amor, a cualquier enamorado. Dueña de unos pechos, perfectos, consistentes, blancos, con pezones rosáceos, y de donde brota leche materna, cual manantial de milagros eróticos. De piernas tan agraciadas, bien torneadas, exquisitas, y de una longitud ideal, para cruzarlas, y enseñarlas como muestra de la sensualidad total.

Además de un talle tan pequeño, suave, y lozano, que cuando la tocas (vehemente), te encamina al goce perpetuo… 

Sabedora del poder que posee (en estas lides), camina como una Diosa del encanto, mostrando a raudales su lindura… Ella tiene un sequito de inquietos adoradores, los cuales, darían su vida inclusive, por tan sólo ser recibidos una noche. No existe hombre (hasta algunas mujeres), en este poblado, alejado de la metrópoli, que no veneren semejante belleza, y se conviertan en sirvientes de sus deseos. Pero ella es mía, toda, aunque la mayoría de los humanos, estén esperando una oportunidad, para aunque sea besarle la mano. 

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Ella fue encargada a mi inteligencia, en virtud, de que sus padres, veían en mí al mejor preceptor de la época, y sin más, me la entregaron, con la finalidad, de prepararla para la vida social e intelectual. Creo tenía 16 años, cuando me fue presentada, un día lluvioso, donde los rayos y truenos, no dejaban de lanzar su rabia contra la tierra. Me le quedé mirando, y desde ese día, supe plenamente, que sería mía, toda, por la indisoluble eternidad. Me presenté como todo un buen profesor, y le dije: à leurs pieds, utilizando mi mejor prosodia del idioma francés. Desde luego, mi enseñanza fue de la mejor calidad, pero también debo de decir, que mi pequeña alumna, tenía (o gozaba) de una inteligencia inquieta y vivaz. Pasó el tiempo, con una prontitud que espanta, de ser una pequeña niña rubia, y de ojos azules, y con algunas pecas en las mejillas rubicundas. Se convirtió en toda una dama especial y de gustos sexuales refinados, y con la virtud de las bellas, que saben seleccionar a sus pretendientes. Le hacían la corte un sinnúmero de jovenzuelos (y hombres de edad avanzada), esperando ser aceptados, por semejante mujer de mirada aparentemente tranquila. 

Mientras sus padres, pretendían casarla con algún soltero “prometedor”, y gran altura económica, para así consolidar su porvenir… 

Ella y yo, éramos los amantes perfectos, nacidos, para vivir, y disfrutan nuestros cuerpos, pues… todos los días, era la felicidad amatoria. En cualquier lugar de la Casona de sus padres, hacíamos la cópula, y como unos humanos exuberantes, nos sentíamos llenos de eso que llaman plenitud. Un día, me comentó, que sus progenitores, habían encontrado al esposo ideal, con la finalidad primero, de que ella, fuera dichosa, segundo, de asegurar la hacienda de la familia. Ella, pensó, que yo iba a estar en desacuerdo, por semejante, acontecimiento… Pues, no. Ella, me toco el rostro, con esa mano, delicada, y suave, mientras me decía, no importa que me case, tú siempre serás mi amante perfecto. Nunca amaré a nadie como te amo a ti, (eso exclamó), mientras me tocaba el pecho, en forma circular, y con una suavidad, que hacía que mi piel respondiera, erizándose toda. Nunca, jamás, le perteneceré a otro, no le abriré las puertas de mi corazón, seré como una tumba para sus caricias, y siempre estaré esperándote a ti mi amor… En ese momento me di cuenta de lo excelente alumna, que había sido, pues sus palabras no eran de ella, eran de las novelas de amor, que yo le leí, durante su instrucción… Yo me reí un poco, pues… sabía perfectamente, que ella era mía, toda, pero, no la amaba, como ella pensaba. 

Después de un tiempo partí de ese lugar, tratando de buscar otros horizontes, otra casa donde prestar mis servicios personales, para que me confiasen, otra niña de suprema belleza, siempre de piel blanca, ojos azules, pelo rubio, y de mirada “pervertida”, con la finalidad de irla preparando en los menesteres académicos, como del amor… 

Después supe, pues me envió una carta, que estaba desconsolada, y que no me podía olvidar, y que se había puesto enferma, por mi sorpresiva partida. Juraba que se iba a suicidar si su preceptor favorito, no volvía a su lado, e inclusive, le dijo a su esposo, que le dejase (y no interviniera) en el amor que ella, sentía por mí, y que ya nada le importaba… Un tiempo más tarde me llegó otra misiva, pero ahora de esposo, que a grandes rasgos comento: estimado…. Vuelva, vuela con ella, se lo suplico, aunque con ello, yo, pierda a mi amada, lo que no deseo, es que muera… Sepa Usted, que aquí se le tratará como un visitante distinguido, hasta como un “familiar”, pero tenga la bondad de regresar a los brazos de mi esposa. 

Rompí la carta y me serví un vino blanco francés (de exquisita temperatura), mientras me inhalaba rapé superior, y con mi mano izquierda le tocaba la cabeza a mi nueva alumna de nombre: Camille… 


José Alberto Capaverde, conocido como "El Seis", es un individuo sin nacionalidad definida, representando una figura universal. Actualmente se encuentra en México, pero podría estar en cualquier otro país, como España, Argentina, Francia o Alemania. Su formación óptima la ha adquirido en diversos lugares, tales como bares, cantinas, tabernas, panteones e incluso algunos manicomios. Además, ha encontrado una experiencia sublime entre las las mujeres. Ha estudiado Filosofía y Letras, y disfruta enormemente de la lluvia de whisky escocés.

📚 Lee otros textos de José Alberto Capaverde "El seis" (en Herederos del Kaos): TripolarSanta romelia del pecado

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