-Justo acaba de caer rendido por el sueño, al apagar todas las defensas conscientes del cerebro, es mi turno de emerger como el aspecto inconsciente de la existencia. Como lo dicta la naturaleza de mi percepción cognitiva que se esconde hasta poder emerger en el velo de la noche, poseedora de la capacidad de ser consciente de su propia existencia, y con el sello personal de tener la obsesión de sobre analizar en infinidad de oportunidades todo hecho que pudiera dejar una impresión digna de mención en mi memoria.
-Llevando a cabo un minucioso proceso de observación, que ha consistido de largas y reflexivas horas en un estado de recepción total de estímulos externos, logré descubrir cierto orden de patrones conductuales que se hallaban implícitos en todo acto que mi consciente realizara o que se realizaran dentro del perímetro material en el que se manejara. Esos patrones conductuales, a los cuales yo no escapaba, se volverían la clave para decodificar atendiendo a las capacidades intelectuales que poseyera, eran la pieza clave para lograr armar la cadena de acontecimientos que daría reconocimiento a las unidades intuitivas, denominadas deseos, las cuales serían las encargadas de activar en mi estructuración pensante, la voluntad necesaria para llevar a cabo la realización de acciones en el plano físico, que traerían tras su consecución una recompensa, tanto física como intelectual, o de un fracaso, según la evolución del juicio personal que se encargara de juzgar. Debido a que para que mi existencia fuera una realidad material, se debieron de conjugar una serie de elementos encuadrados dentro de las básicas normas de desenvolvimiento social. –
-Establecidas las directrices que tuvieron como resultado el que mi yo cognoscente fuera capaz de hilvanar estas palabras, la duda hizo su aparición y condujo a que la incertidumbre se apoderara para hacer sucumbir la certeza que tenía en cuanto a los resultados del ejercicio que detallé con anterioridad. ¿Qué habría sido si alguno de los elementos que debieron de converger, por más mínimo que fuera, hubiera visto alterado su accionar? Si así fuera, ¿sería yo un simple accidente del azar, y todas las eventualidades temporales en las que se ha manejado mi existencia, una mera casualidad? Apegándome a un método empírico, busqué el que yo he catalogado como el primer recuerdo que se guardara en mi archivo memorístico, el vestigio inicial con el que se inició la cadena de sucesos que tenía como fin hilvanar para la justa satisfacción de mi hambre de sentido. No requirió de mucho esfuerzo el hallar dicha pieza memorística, ya que, siempre he sido consciente de su presencia y visualizo tal recuerdo en mi mente repetidas veces. Dicho recuerdo en su dimensión visual se podría resumir de tal forma: me hallo un lugar sumido en total oscuridad, sin embargo, mi cuerpo es sometido a una fuerza que me moviliza de dirección horizontal hasta que soy extraído de tal lugar. Una cegadora luz choca directo y de lleno a mis cuencas oculares, lastimando el entramado nervioso que recopila tal acontecimiento obligándolo a refugiarse tras un par de membranas de tejido. -
-Mientras sigo reflexionando, percibo como un resplandor de luz platinada entra por el resquicio de la ventana, es por la luna llena que está en su cenit. Tal espectáculo hace que continue reviviendo la referencia más antigua que pudiera hallar, así mismo, me doy a la tarea de ordenar cronológicamente cada recuerdo en pos de encontrar el sentido que diera por terminada toda duda. Debo decir que llegar a tal extremo de realización es, con toda certeza posible, debido a la experimentación a la que continuamente es sometida mi consciencia, la cual terminara hasta que esta sea abandonada por la chispa que le dota la vitalidad, tras eso las capacidades cognoscentes que permiten la constante experimentación de sí misma, se perderán con nulas posibilidades de volver a recuperarlas, por lo que la oportunidad de la que gozo en estos precisos momentos, es la única oportunidad a la que tendré acceso para captar el inmutable y constante movimiento de la materialidad del espacio-tiempo. A raíz de llegar a tal conclusión, surgió la idea de que precisamente en esa desalentadora condición se hallaran las respuestas que anularían todo vestigio de mi duda. -
-Dado que los resultados obtenidos a partir de los ejercicios que previamente lleve a cabo no solo se centraban en la problemática que tratara de solucionar, sino que así mismo trajeron consigo una diversidad de temas enteramente nuevos para mi consciencia. Tal sería el caso del hecho de tomar consciencia de la proporción de espacio temporal que mi existencia podría llevar a ocupar en el universo, el grado de influencia que sería capaz de alcanzar la acción de interpretar y expresar en los canales de comunicación correctos, la comprensión que he obtenido del todo dinámico. ¿Cuántos otros intelectos no se habrán realizado interrogantes similares y cuál fue la forma en que dieron por satisfecha su curiosidad, si es que tal punto pueda ser alguna vez alcanzado? Nuevamente retomando los métodos anteriormente utilizados junto con las herramientas que me han sido de gran utilidad (juicio crítico, experiencias previas, archivo memorístico). El principio de incertidumbre presente en cada eventualidad desplegada dentro del marco existencial de la interacción entre individuos se hizo presente en mis reflexiones, dudaba acerca del alcance de comprensión y adaptamiento que obtendrían los mecanismos con los que buscaba explicar mi teoría acerca del funcionamiento de la totalidad de la vital existencia. Se hacía imperante la necesidad de analizar repetidamente los conceptos que fueran surgiendo a lo largo de mi búsqueda, todo para con el fin de acoplar como las piezas de un rompecabezas, cada uno de estos para dotarlos de la armonía sistemática necesaria para encajar en la teoría del conocimiento universal. -
-Se escondían las respuestas en alguna dimensión del plano físico o se guardarían en su totalidad en la dimensión cognoscente de mi yo. Si de encontrarlas, la satisfacción sería la esperada o vendría acompañada de una sensación de vacío al haber cumplido con el cometido. Comprendí que mi necesidad de aclaraciones no sería colmada, por cada respuesta que obtuviera, muchas dudas más harían su aparición. ¿Qué cometido tenía el que invirtiera mi corta temporalidad para la culminación de dicha tarea? Tal interrogante hizo que el frío nocturnal calara profundo en la carne, ni aun cubriendo el cuerpo físico con gruesas sábanas lograba espantarlo. Clarificando el hecho de que ni aun gozando de un ilimitado plazo temporal, sería suficiente para hallar el sentido que buscaba. Existía una predestinación, alguna especie de marca que me condicionara a realizar ciertas acciones que me llevarían a la obtención de un fin previamente establecido, de ser así ¿podría yo de alguna manera, romper o escapar de tal designio? Importaría llevar a cabo tal tentativa, si lograba de alguna forma evadir mi designio, me sería retribuida recompensa o satisfacción alguna. Avocándome a mis referencias previas, llegue a la conclusión de que poco importaría si conquistaba tal reto, ya que ni bien lograda la tarea una nueva sería autoimpuesta por la necesidad de saber. Por lo consiguiente, resumiré que el sentido de mi existencia es la constante consecución de objetivos por acción directa de mi voluntad con el único fin de calmar la angustia proveniente de las interrogantes de mi entendimiento, sin oportunidad de renuncia hasta que la temporalidad de mi vitalidad llegue a su fin. -
-He de admitir que llegar a tal conclusión resulto un tanto decepcionante, no obstante, dote a mi voluntad de las fuerzas necesarias para que, aun a sabiendas de la insignificancia de mi existencia, me dedicaría con ahínco a hacer valedera mi capacidad de expresión. Tras pasar largas horas reflexionando, tuve la certeza de que, si mi consciencia fue arrancada de la nada, la razón para que tal suceso culminara, aunque me fuera esquivo, debía de existir, ya que la cadena de sucesos que propiciaron mi existencia se remontaba al principio del universo mismo. Teniendo como base la teoría, que a mi juicio crítico es la más convincente al momento de darle una explicación al surgimiento del espacio-tiempo; esa razón inició en el instante mismo del Big-Bang, el nacimiento del todo material, en donde cada elemento que se compone de los átomos surgidos comenzaron a fusionarse entre sí, dando paso a los primeros vestigios de reacción nuclear, engendrando cúmulos de estrellas recién nacidas, masas colosales de polvo estelar y la composición de los primeros cuerpos rocosos. En un plano en constante expansión hasta nuestros días, en una temporalidad de una duración tan demencial que es imposible para la precoz consciencia humana lograr conceptualizarla. En donde producto de colosales cataclismos cósmicos se dio inicio a la formación del planeta en el que habito, el cual se halla en su totalidad compuesto con la materia elemental que ha sido sometida a un proceso de constante dinamismo, sin crearse, sin destruirse. Solamente modificándose en millones de formas y ordenes distintos, teniendo como expresión más primaria los átomos encadenados por las fuerzas que esculpieron y condicionaron la funcionalidad de todo el mecanismo universal. En su infinita inmensidad de constante expansión, la razón de mi existencia decidió desplegar su determinismo en el surgimiento mismo de la vida en la Tierra, tras un eónico proceso de formación de la misma, aunado a que las condiciones ambientales y atmosféricas fueron propicias para la creación de los primeros organismos unicelulares, debieron apegarse a la sentencia máxima de adaptarse al cambio perpetuo o perecer en el intento. Estos organismos de codificación simple fueron complejizándose de maneras inimaginables hasta alcanzar una diversidad vasta. Fue en este contexto que se formaron las formas de vida basadas en el carbono, a las cuales la raza humana pertenece. Los primeros seres dotados de un complejo entramado corporal habitaron en un ámbito líquido, siendo empujados a la superficie por las mismas necesidades de supervivencia que han moldeado la expresión física de su existencia. Con la obligación de la adaptación al cambio tallada en el código genético de su composición, modificando su corporalidad para procurar el correcto desplazamiento en su nuevo hábitat, permitiendo al proceso evolutivo realizar las modificaciones pertinentes para lograr la sobrevivencia entre las hostiles aristas que debían enfrentar. Fruto de este proceso es que se engendra la especie a la que pertenezco, el Homo Sapiens, una de las tantas especies de homínidos que cohabitaron y lucharon para no caer víctimas de la extinción. Millones de individuos de mi especie han antecedido mi existencia, gracias a ellos y a su propio proceso cognoscente de búsqueda de respuestas, es que cohabito en las condiciones actuales, aunque para eso fue necesario que otros tantos miles de especímenes se relacionaran entre sí, reproduciéndose siguiendo en su momento los instintos que su naturaleza les dictaba, sucesivamente en una consecución de generaciones. Se dio la existencia de mis antepasados más cercanos, antepasados con los que he convivido. Pero debo de hacer mención que las condicionantes que orillaron mi desenvolvimiento en esta temporalidad vital han sufrido profundos cambios, teniendo como entes utilitarios a las personas que serían mis padres, quienes siguiendo los dictámenes de su entorno social, tuvieron para satisfacción propia la idea de llevar a cabo por ellos mismos la reproducción de sus genes, siendo estos contenidos en una especie de carcasa física, con los órganos sensoriales necesarios, con la consciencia como ente encargado del ordenamiento de toda la información recabada por dichos órganos, para su correcta utilización valiéndome de mi juicio crítico, obtenido a partir del conocimiento empírico que dio forma al razonamiento de mis pensamientos. Brindándome la oportunidad de contemplar como el sol desata el alba por toda la orilla del firmamento. -
-Habiendo dado mi argumentación en cuanto al sentido de mi existencia, de una existencia que no fue solicitada por mi dimensión pensante, pero obtenida de todas formas, el deber que debo cumplir para hacerla valedera es el guardar fidelidad para con mis métodos de pensamiento, las respuestas concluyentes que aclaren mis interrogantes y el mecanismo de interpretación y explicación contenido en mi consciencia, ya que mantener la fidelidad a tales principios es la clave que dotara de sentido mi existencia. Ahora creo que debo de guardar silencio, ya que la alarma matutina ha empezado a sonar, y deberé de refugiarme en la apática alienación para soportar la pesada rutina que me impone el sistema socio-económico regente en la actualidad, todo en pos de procurar mi supervivencia. Hasta que vuelva a tener la oportunidad de formular conexiones conceptuales en la quietud de la noche, tendré que ser mero testigo del devenir material de la realidad circundante. Presiento que hoy será un día excesivamente largo. -
Ernesto Rodríguez
(Ciudad de Guatemala, 1991)
Escritor y cineasta guatemalteco, actualmente radicado en Quetzaltenango desde el año 2021. Su trayectoria abarca una producción interdisciplinaria que incluye narrativa, poesía, ensayo y guion cinematográfico. Ha sido reconocido con diversos premios en el ámbito del cine y mantiene una práctica activa en las artes plásticas. Su labor creativa convive con su dimensión personal como padre de familia y esposo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario