Después de mi trabajo y de sufrirme el Transantiago, camino lento por la avenida Irarrázaval, retrasando con esto la llegada a casa. Me espera, Sara, mi esposa, quien me saluda con un beso cariñoso. Preparo mi ánimo y me aseguro que esta vez funcionará, alegremente, subo a saludar a mis hijos, encerrados en sendos dormitorios; ellos no bajan a recibirme cuando yo llego a casa, al contrario de cuando los visitan sus amigos o parejas.
Siento como un peso físico el esfuerzo que hacen para saludarme o prestarme sus mejillas para que yo deposite un beso, parece que los interrumpo y no quisieran verme. Trato de entablar una conversación pero, entre sus monosílabos y silenciosas miradas, inquisitorias, me incomodan y hacen sentir invasor de sus territorios, una vez excluido, soy meramente proveedor. Uno a uno los saludo en sus habitaciones y ambos proceden conmigo como si yo fuera una molestia, son muy corteses eso sí, demasiado quizás.
Con Sara, a quien envidio profundamente por su cercanía física y emocional con los muchachos, compartimos la cena y un café, ella me interioriza sobre las inquietudes y actividades de nuestros hijos; y con estas migajas de información me digo que todo está bien.
Excusado en el cansancio y exigencias del trabajo, me acuesto.
Antes de dormir me pregunto ¿cómo llegamos a ser islas dentro de casa? ¿en qué momento mis hijos dejaron de ser mis niños para convertirse en estos seres encerrados en su mutismo? ¿en qué momento dejé de ser su ídolo y me convertí en financista? ¿será porque me dediqué mucho a trabajar y ni me di cuenta de cuando crecieron?
¡Cobarde!, sin ánimo ni valor de buscar las respuesta ni a enfrentarlos, trago dos somníferos, entierro mi cabeza en la almohada, y drogado, palio los vacíos propios de esta casa grande, de corazones estrechos, familia de este "hogar" Santiaguino, vacío de comunicación y lleno de gentes.
Loreto Silva 1959, Pica, Chile
(Santiago de Chile). Diplomada en Administración de Empresas. Titulada De Ingeniero de Ejecución en Sistemas de Información; Escritora y Pintora. Miembro del Club Literario de escritores chilenos.
Fotografía de Luis Villasmil (en Unsplash). Public domain.
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