Desde Sevilla: «Gozosos y sufrientes», un relato de David Crauley

Son dos mundos diferentes; uno sufre, otro goza dentro, muy dentro. Son dos mundos muy distintos como lo eres tú, aunque, en el fondo, créeme, no son tan diferentes. Se componen de cielos, nubes, escaparates y hasta de un montón de ceros y unos como cualquier otro mundo. Son dos mundos pequeños que se tocan y se aman, precisamente porque uno sufre y el otro goza. Y es necesario que uno sufra y el otro goce, porque así todo tiene un sentido para los que allí dentro sufren y para los que allí dentro gozan, que nunca gozan lo suficiente porque los sufrientes nunca sufren lo suficiente. 
Ahora dirás que lo que te cuento de ningún modo es cierto y, sin embargo, es tan cierto como que
el dios de los sufrientes y los gozadores, el Gran Sufriente, murió en su cruz para poder amarlos a todos. Tú no estabas allí, pero esto sucedió una vez y para siempre en un mundo que es dos, aunque allí tres sean los monos que no quieren ver, ni oír, ni hablar. Porque todo eso daría mucho que pensar y, el que piensa, de ningún modo goza y el que no sabe gozar, tampoco sabe sufrir y qué terrible es, en un mundo de gozosos y sufrientes, ser un mono que ni goza ni sufre.
Dos mundos que desde el origen siempre fueron dos. Y que siempre serán dos por mucho que los maestros y los doctores, en las escuelas y en los televisores, enseñen que es uno y que allí todos gozan. No mienten, simplemente ignoran que les han enseñado mal, no han aprendido a contar. Dos son los mundos de los que te hablo; como dos son las caras de la moneda que los gobierna, como dos son las manos con las que se matan, como dos son los que sufren para que uno de ellos goce.

Gozar, sufrir, gozar de tanto sufrir, sufrir para gozar un poco más, parece no tener sentido, pero es necesario que sepas que allí nada tiene sentido. Si lo observas de cerca verás que son dos mundos; uno está arriba, otro está abajo y, sin embargo, entre ellos afirman que tal distancia no existe, que todos ellos son una misma cosa. Sí, hermano, como puedes ver, allí nada tiene sentido; los torpes gobiernan, los pobres de espíritu predican, los necios enseñan lo que sea que allí tengan por cierto y veraz, y siempre tienen la razón aunque nadie se la conceda.
Gozosos y sufrientes, sufrientes y gozosos: ni quieren ni sabrían ser cualquier otra cosa. A menudo dicen los sufrientes que su virtud es el sacrificio y, a menudo, dicen los gozosos que precisamente su virtud es sacrificar y así todo está bien entre ellos que aman sus goces y sus dolores como el fantasma que ama las cadenas con las que atormenta. 
No pienses eso, no se trata de ser dichoso o una mejor clase de primate, se trata de tener el don de sufrir sin ningún beneficio o el don de gozar sin remordimiento alguno: ese es su secreto. Algún día, al fin, se matarán entre ellos de una vez por todas y gozosos y sufrientes, por fin, serán aún más dichosos.






DAVID CRAULEY
Autor nacido en la primavera del año 1976. Residente en Sevilla. Licenciado en Ciencias Políticas. Diseñador Gráfico de profesión en la actualidad. Ha autopublicado recientemente su primer conjunto de relatos cortos bajo el título En Guerra con la Realidad. 
📨 rogercrauley@gmail.com
Twitter: @DCrauley


📖Lee otros textos de David Crauley (en Herederos del Kaos): De infierno del amorNiños sin corazónAlas 

Photo by Hanna Morris on Unplash (public domain).


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