Dos relatos breves de Juan Luis Henares

(In)dependencia

Subió al colectivo y se ubicó en el último lugar de la hilera de asientos individuales. Iniciado el viaje, mientras el sol golpeaba su rostro, desde la ventanilla contempló los afiches en las calles: 1816-2016. Bicentenario de la Independencia.
Descendió tras una hora de recorrido, caminó pocas cuadras y al llegar a su barrio encontró la bandera argentina que ondeaba en el balcón de la casa del vecino. Ingresó a la suya, subió las escaleras, dejó su mochila en la cama y comenzó a quitarse la ropa de trabajo. Preparó café, tomó un libro y se acomodó en el sillón del living; cerró los ojos y pensó en los sueños de los que pelearon por la revolución y la independencia. Recordó las luchas de Belgrano, San Martín, Moreno y tantos otros. Imaginó sus penurias, alegrías y tristezas, todo lo que entregaron para ver al país independiente de las colonias extranjeras, al país en libertad. 
Abrió sus ojos y encendió el televisor; observó al presidente argentino abrazado con el de los Estados Unidos de América, advirtió su bandera dentro de la Casa Rosada y, casi en silencio, comenzó a llorar.



Las cuatro

Despierto, mi mujer duerme serena; me pongo las pantuflas y tambaleante recorro en la oscuridad el pequeño espacio que existe entre la cama y el ropero, mientras trato de no golpear las rodillas y tobillos contra sus bordes. Salgo de la habitación y llego al pasillo, adivino las paredes y me dirijo hacia el final; a la izquierda se encuentra la pieza de nuestra hija —la tenue luz del velador me permite notar que también duerme— y a la derecha el baño. Ingreso, enciendo la lamparita y deposito mi cuerpo sobre el inodoro. Orino. Por el mismo camino regreso a la cama. Me acuesto y tomo el celular. Como todos los días son las cuatro, las cuatro en punto: nunca las tres o las cinco, ni las tres y treinta o cuatro y treinta o alguna otra hora intermedia; solo la costumbre y mi curiosidad hacen que controle, pero sé que los números de la pantalla me dirán que son las cuatro. Si es día de semana, pienso que restan tres horas antes de levantarnos; si es sábado, domingo o feriado, que el tiempo de sueño que nos queda es ilimitado. Tras eso vuelvo a dormir, tal acontece hace… ¿Cuántos años ya? ¿A partir de cuándo me sucede a diario a las cuatro de la mañana? Aunque pretenda olvidar, lo recuerdo con claridad: desde esa helada noche de invierno de hace quince años en que una temblorosa voz en el teléfono me avisó, con exactitud a las cuatro, que no despertarías nunca más.  



Juan Luis Henares nació en 1963 en Paraná, República Argentina. Profesor en Ciencias Sociales. En 2004 obtuvo el Primer Premio en el Concurso de Ensayos Memoria y Dictadura. Sus cuentos han sido publicados en antologías, revistas y webs de Argentina, México, Uruguay, Venezuela, Colombia, Guatemala, Chile, Perú, Cuba, Bolivia, España, Alemania, Canadá y Estados Unidos. Libros: Lápiz clandestino (2018) y Crónicas subterráneas (2021).

📖 Lee otros textos de Juan Luis Henares (en Herederos del Kaos): La historia se repiteEl precio de la felicidad


Photo by Emilio Garcia on unsplash (public domain).

             

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