El insecto se deja seducirCon un suave sonido de violínNo es que el brillo de sus ojos se halla cubierto de nubes,Tampoco lo ciega la luz,Es el canto de la araña que le muestra la gama de colores que plasma el serafín,Es su antífona que acerca el murmullo de la trompeta del arcángel,Es el elixir musical del diablo que se desliza como balsa en el oídoEs el susurro de las brujas que giran la espiga y trituran el esparto,Que hacen jirón el vientoY que envuelve al pequeño insectoEn el instante en que un chirrido lo hace caer al precipicio.
Enrique Guerrero estudió literatura dramática y teatro, hace teatro de títeres y performance, vive en la Ciudad de México.
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