Desde la Habana: «Un festival diferente, de luces y palmas», un artículo de Agustín Ávila Rodríguez

Alguna vez he visto y oído de los grandes festivales en el mundo, pero ésta vez, y por necesario ajustar mis notas a dos páginas, me referiré de golpe a aquel del que quiero contarles, y que muy a pesar de no presentarse con el gran glamour de otros espacios internacionales de éste género, no deja de convertirse en una gran fiesta. Me referiré al Festival de Cine Latinoamericano de la Habana...
Nuestro país, Cuba, aun con las dificultades económicas objetivas por las que atraviesa desde muchos años, a tenido bien claro entre sus políticas de gobierno, dar el espacio necesario y justo, a las actividades culturales de manera general. Claro que en una sociedad que se ha caracterizado siempre, por poseer dentro de la misma un importante nivel de talentos en todas las esferas de la manifestación del arte, habrá sus debilidades, sus desaciertos y también sus inconformidades, y hasta alguna que otra injusticia de proceder es. Pero está claro que las políticas publicas se diseñan desde una posición macro, y que siempre existirá el desacuerdo o la incomodidad en las particulares. Lejos de esta realidad, el estado y su órgano representativo para la cultura, hace un grandioso esfuerzo, de tal mido que a todos lleguen las oportunidades de, tanto ser un simple observador disfrutando de un espacio cultural, cualquiera que fuese, como de un participante activo y comprometido.

El Festival de Cine cubano, habré sus cortinas en las salad en los días finales del año. Acude gran cantidad de público, principalmente aquellos cinéfilos empedernidos, cómo otros no tanto, pero que disfrutan de puestas cinematográficas, que si bien son producciones muchas de las veces con realización de bajos presupuesto, no dejan de convertirse en interesantes y reveladoras cintas, con un guión sorprendente a pesar de sus limitados recursos de producción. Hemos tenido oportunidad los cubanos, de ver filmes muy conocidos en el mundo, y también de conocer a sus directores en muchas ocasiones. 

El pueblo se enardece cada año con el evento, y el Ministerio de cultura promueve y apoya dicho evento, de conjunto con el Instituto ICIC, y de Radio y Televisión. Durante unos días que le anteceden, los interesados están a la expectativa del momento en que se comienzan a vender, a precios muy económicos, dijera irrisorios, los boletines para acceder a las salas. También existen otras maneras de acceso, con por ejemplos: La posibilidad de asistir a las puestas de las distintas salas, con el uso de un boleto para varias funciones, llamado Pasaporte, el que acredita poder ver hasta diez películas. Todos los participantes tienen la posibilidad de darse a esta modalidad, llamada Programa Proyecto 23 y 13 refiriéndose a la sala más grande que se suma a este festival. Se encuentra situado en en centro del reparto del Vedado habanero, en la Ramos, lugar de mucho ir y venir de pueblo y jóvenes, también de turismo internacional. En total se acogen al evento todas las salas de cine próximas a ésta, y que no son tan pocas, aún cuando para la cantidad de público que acceden, ya se trabaja en incorporar muchas otras. Claro está, la proximidad entre las salas garantiza de que Ud pueda disfrutar de varias obras en un solo día, en diferentes horarios, los que quedan a selección por gusto y preferencia del asistente.

Desde hace algunos años no contamos con la presencia física del más importante anfitrión de este evento, el finado Alfredo Guevara, quien tanto luchó por crear este importante espacio, de manera que aglutinara toda la expresión artística documental, existente en latinoamérica. Y que nuestra sociedad, pudiese disfrutar y conocer de estas obras. Cuestión esta muy altruista, por cuanto encierra en sí, para contribuir en el conocimiento primero, en el apoyo a la difusión de esas obras, y en gran medida, a cultivar aun mas en la sociedad cubana, el gusto por tan importante manifestación de las artes dentro de la juventud de hoy. Un espacio de sano entretenimiento, que hace con su magia propia llevarnos de la mano por infinitos rincones desconocidos, y otros conocidos, de pequeñas y grandes historias, revitalizando tanto sus contenidos, como sus mensajes y objetivos comunicacionales propios.

No obstante, el Festival aún con la ausencia de Guevara, no perdió ni su brío ni sus alas. pues dejo un trabajo muy bien fundamentado con una plataforma solida. Yo como observador hoy, pues dada las condiciones objetivas de Pandemia no asistí, estoy disfrutando de algunas puestas a través de la cadena de televisión, opción muy renovadora que se ajusta a las condiciones a las que me referí, dando una gran oportunidad a todos aquellos que no asistirán. El estado cubano, y los organismo institucionales que intervienen en el desarrollo de tan importante y gustado evento, han tomado todas las medidas pertinentes, de tal manera que los asistentes al mismo cumplan las medidas de seguridad individual, garantizando por otra parte las que dependen de sus instituciones, en cuanto a organización y aseguramiento logístico. 

Estos festivales, los que puedo asegurarles son muy valiosos, se llenan de una euforia contagiosa dentro del pueblo cubano. Se exhiben nuevas cinematografías del patio, de actores y actrices de gran renombre dentro de los públicos, tanto nacional como internacional. Es una gran fiesta para disfrutarla.

Éste recreo por su existencia y a través de mis sencillos apuntes, quieren de cierta manera convocarte a que en años venideros te embulles a participar de alguno de ellos, no te arrepentirás. Conocerás entre otras cosas, más que el arte cubano, su gente, el calor humano que desprende y ofrece, viéndolo tan solo con el fluir incesante en horas de festival en la isla. También de su cortesía para con los que nos visitan y su gran agudeza para seleccionar y hasta predecir aquellas cintas a las que darán galardones. Los premios de público, los Corales, entre otros, no menos importantes. 

Nunca estará muy lejos el momento en que podamos confraternizar esta hermosa y constructiva experiencia de vida, las posibilidades están creadas, existen. Cuba hoy posee una industria cinematográfica aunque no fuerte en materia de presupuestos monetarios, si de empeños y de trabajo de colaboraciones internacionales, prueba de ello es la prestigiosa Escuela internacional de Cine de Santiago de las Vegas. Lugar donde se han formado numerosos cineastas jóvenes. Muchos grandes directores nos han visitado, incluso han impartido docencia dentro de sus programas de desarrollo.

Te invito hoy a que busques a través de las plataformas que nos ofrece el mundo virtual digital, todo ese rico registro de obras culturales, de sus documentales y filmes, principalmente los de mi país, quedarás encantado con lo que hemos sido capaces de lograr, de producir, y de sus valores estéticos. De los grandes y valiosos actores que tenemos, de su compromiso con la institución a la que pertenecen y defienden. 

Autor. Agustín Avila Rodriguez.
País. Cuba.

Photo by Jakob Owens on Unsplash (public domain).

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