Otra vez la madre acuclillada frente al hijo insiste en que le diga palabra alguna. El muchacho evade el contacto visual y esta, desesperada, lo sacude por los hombros. El padre llega y la aparta. Le pregunta al niño si está bien y este asiente con un débil movimiento de cabeza.
—¿Estás loca?—el padre la tira del brazo para llevarla a la habitación contigua—La psicóloga dijo que le diéramos tiempo. Que Dani hablará cuando se sienta preparado para hacerlo.
—¿Y cuándo será eso? ¿La psicóloga también te lo dijo?
—¡Sonia, no empieces a ver fantasmas donde no los hay!
—¡No son fantasmas! Ella está vivita, vivita. ¡Y yo también lo estoy, chico! Veo la forma en que te mira, en que te habla; contigo es más paciente, más comprensiva…
—Claro, porque yo no la presiono de la misma forma en que estás presionando al niño.
La madre hunde sus dedos entre los rizos color cobre y se deja caer en una de las sillas del comedor con la cabeza colgando hacia adelante entre las rodillas.
—Ya hace un año que David desapareció. Un año que Dani se ha pasado sin hablar.
—Yo sé, mi amor, pero perder el control no es la solución. Mira al niño, está dibujando. La psicóloga dijo que prestáramos mucha atención a sus dibujos—el padre estira el cuello para alcanzar a ver lo que con tanto ahínco el niño dibuja.
—Seguro está pintando otro bicho verde. Es lo único que dibuja. Tenemos que suspenderle la televisión. Yo creo que los dibujos animados que ve lo están afectando. ¡Solo pinta extraterrestres, Julián! Y una cosa es que el niño sea mudo y otra que se nos vuelva loco.
—Aquí nadie se va a volver loco, así que tranquilízate. Voy a ver si descubro algo en sus dibujos. Tú, ponte a hacer algo para que te calmes. Un flan para Dani no sería mala idea—Julián besa a su esposa en la coronilla y va con su hijo—¿Puedo verlo?
El niño eleva la cabeza para mirar a su padre y sonríe, apartándose un poco para que él pueda ver su trabajo. Julián se acuclilla a su lado y observa cada trazo, amasándose el mentón.
—¿Dibujaste otra nave espacial? Tu mamá está muy preocupada. Ella cree que te estás volviendo loco porque solo pintas extraterrestres.
Dani ríe, dejando al descubierto los espacios vacíos en su dentición de leche.
—A veces pienso que sabes demasiado, campeón. ¿Crees que tu hermano esté en una de estas?—el padre señala la nave espacial en su dibujo y el niño niega con la cabeza mientras rebusca entre sus pinturas hasta encontrar otra mucho más grande y la apunta.
Amelia Apolinario (1997, Cuba) Narradora y poeta. Egresada del XX curso de técnicas narrativas del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y del curso impartido en el Centro Hispanoamericano de Cultura de La Habana. Miembro del Taller Literario Provincial de Mayabeque y del taller online Laboratorio de Escrituras: Encrucijadas a cargo de la escritora Elaine Vilar Madruga. Ganadora del Encuentro Debate de Talleres Literarios Municipal y Provincial en la categoría de cuento para adultos en el año 2015 y en poesía infantil en el 2017. Mención del I Premio “Laboratorio de Escrituras: Encrucijada” 2021 en la categoría de proyecto de libro con su cuaderno de cuentos “Miscelánea”. Podcast con poemas de su autoría fueron publicados por Small Blue Library así como las revistas Puerta Escarlata, Kametsa, Nostos, Ilustres, Colibrí, Perro Fantasma entre otras cuentan con sus colaboraciones. Su cuento “Los excrementos” fue compilado en la antología La herencia de los buenos muertos publicado por la editorial estadounidense Primigenios. Miembro del colectivo ganador de la Beca Línea Abierta correspondiente al segundo semestre del año 2021 auspiciada por la consejería de la embajada de España en Cuba, otorgada al proyecto Hilos de Sangre: Reescribiendo a Lorca en la Cuba Contemporánea en el que participó con su obra de teatro “Mandrágora”. Su cuento “Making of de Caperucita” fue incluido en la antología española Biblioteca de sueños.
Ilustración: la imagen de portada ha sido remitida por la autora de la obra.
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