Es la eficiencia mojigata demonia. En todo mete la cola fíjese usted, y luego se hace la señorita de las moscas muerta.Quise escribir un poema y la “mentelequia” que me apuntala, bayoneta entre mis costillas, me obligó a considerar el ritmo, la métrica, la forma y el fundo, perdón quise decir fondo.Ante semejante aluvión nada simbólico, preferí cerrar los ojos y disfrutar el sol de mi propio fondo de pantalla. Retornaron a mí las consideraciones, fíjese usted. Entre la silla, el sol, la música y no sé qué, algo falta. “Todo es eficiencia”, me dije, un poco tocado en mi dignidad de ser fulano. Todo es eficiencia, ¿incluso el arte?Vacilé ante semejante consideración, fíjese usted, ganas me dieron de apagar el sol y mandarme a cambiar. Frené tan sencillo impulso, sin embargo. ¿Y sabe usted por qué? Por eficiencia claro está, porque algo faltaba entre la interrogante y el impulso. No quise que la pregunta quedara planteada sin sembrar yo mismo el germen de una respuesta, después de todo, me queda bien desparramar.Y es que, de donde yo vengo, el desparramo es el inicio nada más. El “voleo” de semillas que crecerán y devendrán en trigo para la frIcción del pan.No son éstas, coincidencias ni legado de momias, fíjese usted. El cultivo también es eficiencia, el de la tierra a tajo abierto y el del alma a tajo íntimo, con sus riegos y cuartos crecientes, con su dolor y cuarto cerrado.El cultivo del alma, el arte, la cultura, el humanismo: el arte de ser humanos, al fin y al cabo. Somos grano de un poder que nos permite expresar toda nuestra finitud y más aún. Un poder que nos hace inmortales, capaces de tocarle la oreja a dios.Ahí también veo la cola de la eficiencia perdone usted, de esa demonia que quiere hacer del coscorrón lo más granado, que nos motiva e impele ya lo dije, a ser humanos.
¿Y cómo es eso de ser humanos? Completarnos le digo, completarnos. Como si eso fuese posible ahora o contando monedas para la muerte, como si eso fuese optativo, además.¡Ah, la tragedia de ser humano! Consideraciones, eficiencias y mil demonias rondando la mañana.La guinda:Dije “Mentelequia” como símil de cultura, mí cultura, esa que me hace el sUr humano que soy (en y desde Yungay, Región de Ñuble), no un ser fulano cualquiera. Pero vivo en Chile, y las “mentelequias” fuimos el tamizado del lenguaje imperator para organizar la casa, que nunca fue hogar ni mucho menos común. Ahora en cambio…Quise escribir un poema, fíjese usted, pero la eficiencia metió la cola y me enredó. Lo siento, después de todo solo soy almicultor.ALUCILUSIONES¿De qué otra forma podría llamara las ideas promiscuasque durante años perrahan causado la pérdidade tanto bien intencionado poeta?No retornó Ulisesvaga mendicante bajo el marsiguiendo a Perténope
"A. González E. Yungay, Chile. Profesor, poeta y escritor, Magister en Familia. Autor de dos poemarios con Casa Bukowski Internacional ("Hijos" y "De amor y de muerte y viceversos") publicados en Chile. Un poemario publicado en España ("Copulo ergo sum", Ed., La Equilibrista), un poemario editado para sudamérica por Ed. MedinaLiber ("Poesía Trastornada"). Colaborador con diversos medios de Latinoamérica (México, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina). Mención de honor en antología Latinoamericana "Unidos por la palabra" (Casa de la Cultura Jujuy, Bs. Aires)".
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Hermoso
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