'Himeneo malévolo' y otros textos de Jose Alberto Capaverde

Himeneo Malévolo 

Ella me dijo en mi oído izquierdo: no dejes nada (de mí) para mi futuro marido, termina conmigo, hazme tuya hasta que me salga el corazón por la boca, y me desparrame entre tu cuerpo.  
No contesté nada, sólo le levanté el vestido (inmaculado) de novia, le bajé las bragas, y la penetré como nunca, fue algo así como un cabalgata sexual, donde los gritos, gemidos, susurros, nos hacían ser más dichosos.
Nuestros cuerpos se atrapaban se alejaban; sudábamos, respirábamos, gritábamos, mientras allá afuera, preparaban todo lo referente para la ceremonia religiosa.    
Todo tu odio descárgalo en mí, en mis carnes, en mis huecos, me gritaba la bella mujer, mientras continuábamos haciendo el amor. Déjame en los puros huesos, que mi sangre fluya como un río embravecido, que el placer sexual me deje iluminada.    
Creo que se refería a que el novio era mi hermano. 



La chica Bucéfala 

En la ciudad de Bucéfala la conocí, además de ser cortesana, movía muy bien las caderas y el vientre. Yo era un salteador de caminos, que lo único que tenía para ofrecerle eran monedas ensangrentadas, pan de centeno, y un poco de opio.
Me preguntó con voz de luna: ¿De dónde eres Adrijan?
¡Soy de Bactriana!, contesté.
Ella tenía los pezones erectos y duros, y de la boca brotaba miel. Yo tenía el falo encendido y feroz, y mis ojos brillaban.
Nunca se me ocurrió saber el costo de sus placeres, mucho menos sus cualidades para tales menesteres, pues su don y maestría eran evidentes.
Después de comer y degustar el humo fresco y alucinante, nos quedamos viendo como dos contrincantes. Se subió sobre mí, buscó mi pene, lo introdujo a su vagina, y juntos cabalgamos buscando el Olimpo...



Hoy amaneció incoloro
M
u
e
r
t
o
como si todo se lo tragasen algunos ángeles ebrios
el olor pestilente/penetrante/ de la sol-edad
es absorbido
por esos entes quiméricos de vestimentas inauditas
y de modales afeminados
que en estados de fabulosas conveniencias etílicas
le dan miles de vueltas/con sus alas de pajarracos de-mentes
a la tierra macilenta/enferma de senectud cósmica

Tristeza /llenas de gusanos azabaches la noche

Allá
a
b
a
j
o
los humanos se carcajean/falos sonrientes
mientras miran volar un cortejo de hermosas mujeres
que hacen piruetas sobre la neblina gélida/oscura/bruna
mostrando desenfadas las curvas de sus encendidos cuerpos
que en semejante travesía arrojan infantes llorones/fetos garzos
es apocalipsis venenoso/pues… llueven orgasmos enloquecidos
sobre la tierra embravecida
para fecundarla de pura sexualidad/de gemidos eternos
y hasta de frenéticos suspiros/delirantes/ ¡extravío puro!

Tristeza/llenas de mariposas negras las almas
Ni siquiera los relámpagos furiosos/ que salen de la boca universal
con sus flechas flamígeras/llenas de venenos pavorosos
pueden “apagar” los gemidos perpetuos/del avispero mujeril
que preparan sus aguijones suculentos/para seducir con sus arcos de pechos
/sus lanzas de caderas tersas
y sus sudores pandémicos de lúbricos ardores
que envuelven/cercan/a los hambrientos de libídine
y hasta de amores/de amores…
Tristeza/lloviznas las caras pálidas de las mujeres excitadas

En brama/en celo sempiterno/se desmoronan desde la cúspide erótica
/las diosas desnudas/convertidas en mujeres aladas de orgiásticos cantos
/buscando oídos célibes/mancebos/ para extasiarlos/transportarlos
/Hasta los confines eternos del Cuadrilátero Voluptuoso

Tristeza/perra con dientes de marfil… y ojos de gata A
Z
U
L





EL SEIS


Fotografía en Unsplash (public domain).

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