Himeneo Malévolo
Ella me dijo en mi oído izquierdo: no dejes nada (de mí) para mi futuro marido, termina conmigo, hazme tuya hasta que me salga el corazón por la boca, y me desparrame entre tu cuerpo.No contesté nada, sólo le levanté el vestido (inmaculado) de novia, le bajé las bragas, y la penetré como nunca, fue algo así como un cabalgata sexual, donde los gritos, gemidos, susurros, nos hacían ser más dichosos.Nuestros cuerpos se atrapaban se alejaban; sudábamos, respirábamos, gritábamos, mientras allá afuera, preparaban todo lo referente para la ceremonia religiosa.Todo tu odio descárgalo en mí, en mis carnes, en mis huecos, me gritaba la bella mujer, mientras continuábamos haciendo el amor. Déjame en los puros huesos, que mi sangre fluya como un río embravecido, que el placer sexual me deje iluminada.Creo que se refería a que el novio era mi hermano.La chica BucéfalaEn la ciudad de Bucéfala la conocí, además de ser cortesana, movía muy bien las caderas y el vientre. Yo era un salteador de caminos, que lo único que tenía para ofrecerle eran monedas ensangrentadas, pan de centeno, y un poco de opio.Me preguntó con voz de luna: ¿De dónde eres Adrijan?¡Soy de Bactriana!, contesté.Ella tenía los pezones erectos y duros, y de la boca brotaba miel. Yo tenía el falo encendido y feroz, y mis ojos brillaban.Nunca se me ocurrió saber el costo de sus placeres, mucho menos sus cualidades para tales menesteres, pues su don y maestría eran evidentes.Después de comer y degustar el humo fresco y alucinante, nos quedamos viendo como dos contrincantes. Se subió sobre mí, buscó mi pene, lo introdujo a su vagina, y juntos cabalgamos buscando el Olimpo...Hoy amaneció incoloroMuertocomo si todo se lo tragasen algunos ángeles ebriosel olor pestilente/penetrante/ de la sol-edades absorbidopor esos entes quiméricos de vestimentas inauditasy de modales afeminadosque en estados de fabulosas conveniencias etílicasle dan miles de vueltas/con sus alas de pajarracos de-mentesa la tierra macilenta/enferma de senectud cósmicaTristeza /llenas de gusanos azabaches la nocheAlláabajolos humanos se carcajean/falos sonrientesmientras miran volar un cortejo de hermosas mujeresque hacen piruetas sobre la neblina gélida/oscura/brunamostrando desenfadada las curvas de sus encendidos cuerposque en semejante travesía arrojan infantes llorones/fetos garzoses apocalipsis venenoso/pues… llueven orgasmos enloquecidossobre la tierra embravecidapara fecundarla de pura sexualidad/de gemidos eternosy hasta de frenéticos suspiros/delirantes/ ¡extravío puro!Tristeza/llenas de mariposas negras las almasNi siquiera los relámpagos furiosos/ que salen de la boca universalcon sus flechas flamígeras/llenas de venenos pavorosospueden “apagar” los gemidos perpetuos/del avispero mujerilque preparan sus aguijones suculentos/para seducir con sus arcos de pechos/sus lanzas de caderas tersasy sus sudores pandémicos de lúbricos ardoresque envuelven/cercan/a los hambrientos de libídiney hasta de amores/de amores…Tristeza/lloviznas las caras pálidas de las mujeres excitadasEn brama/en celo sempiterno/se desmoronan desde la cúspide erótica/las diosas desnudas/convertidas en mujeres aladas de orgiásticos cantos/buscando oídos célibes/mancebos/ para extasiarlos/transportarlos/Hasta los confines eternos del Cuadrilátero VoluptuosoTristeza/perra con dientes de marfil… y ojos de gata
AZUL
Fotografía en Unsplash (public domain).
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