'Adios futuro' y otros poemas de Arturo Accio

Adiós futuro

Adiós futuro, 
siento como te marchas,
intercambias una historia de esperanza 
por días ordinarios,
        momentos en los que no seré yo quien exista. 
Adiós futuro,
dejo de ser parte de quienes sueñan,
eres un recuerdo de lo que no se logrará, 
me percibo perdido entre la neblina,

                                             entre los últimos segundos, 
soy lo obsoleto,
un maldito eco recorriendo un abismo. 



No quiero ser feliz

¿Quién demonios querría esta felicidad toxica?
para perecerla 
 es indispensable estar acorde con la manada dañada,
no me interesa, 
no soy una masa amorfa con derechos limitados a un horario, 
prefiero estar enloquecido en la calle mirando los vagos tomar,
o alejarme lo más que pueda para intentar mirar las estrellas,
deseo ser un usuario fuera de línea, 
la ambición es una enfermedad que perdura, 
mi vida no es renovable pero si sustituible,
no quiero la felicidad toxica,
anhelo lo sencillo,
escribir,
leer,
oír,
Anhelo lo sencillo,
cerveza,
gritar,
sexo, 
No busco a la chica ideal,
ni al amigo leal,
únicamente alguien con quien discurrir. 
Aprendiendo a ser fantasma

Un día nulo
hilvana en consecutivo a otros,
así un eslabón aparece quitando movilidad,
me borra sin pensarlo dos veces, 
                                      cosifica,
me convierto en lo que repito:
en repartidor de periódico,
vendedor de autos,
cualquier cosa es exactamente lo mismo, 
no lo puedo evitar,
el tiempo ablanda a diario.
Invade la melancolía 
ensaya una contemplación eterna sin divinidad,
mi escancia se evapora,
deja un algo frágil
que en soledad va aprendiendo a ser fantasma.



Efecto Luzbel

¿Y si apareciera el Ángel portador de luz?
Si por error decide hacerlo
¿Lo haría en el Central Park o épicamente cerca de una pirámide?
¿sentiría lastima de nosotros?
¿nos ayudaría?
¿haría el milagro de todos los milagros?
No lo creo.
De seguro bailaría sobre la tumba de los sueños 
al compas de un “no me importan”
asegurando que las oraciones no son escuchadas,
tocaría al azar a dos desafortunados 
para divertirse señalándolos como los nuevos profetas
y luego desaparecer por otra eternidad.



La pasión de los cadáveres

Es agradablemente tentador darse por vencido,
soltarse,
despojarse del transitorio dolor,  
arrojarse voluntariamente a la marejada,
ceder por completo a la tormenta, 
dejar en un blanco inconcluso los sueños, 
aflojarse, 
hacerse uno con la inevitable corriente, 
sentir las fauces de los cocodrilos satisfacechos
para que los pedazos restantes se hundan en el olvido, 
y por fin, 
descansar.


Arturo Accio (1975). Activista literario.



Fotografía de Dawid Zawiła (en Unsplash). Public domain.



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