Cruzó la pequeña puerta blanca, despintadala madera y colgando cabizbaja.Cruzó el dintel y la breve orla del sol le lamía los hombros.Entró encorvado y con el bigote en llamas.Entró acarreando una pala y un macizo de hortensias derrengado.Una vez un tulipán azul.Y tres veces un ataúd.Hubo días en que, al entrar, su mano callosa se demoraba unosmomentosacariciando la madera, arqueada al sol como el lomo de un gato.Un día pensó en substituirla.El hombre era un artesano, un hombre hábil.Eligió la madera como otro hubiera hecho con una esposa.Con las herramientas de su oficio dio forma a una nueva puerta.Una espléndida mañana le clavó los goznes.Y al mediodía le aplico tres capas de pintura.Una vez hubo ocupado su sitio la nueva, la vieja puerta fue leña.Se consumió ardiendo como arde una guitarra, como arde un piano o la culata de un fusil.Y el invierno siguiente murió el hombre.Como mueren los hombres.Como cierra el viento una puerta hecha para encajar perfectamente.
Pedro Alcarria Viera, nacido en Barcelona, ciudad en la que reside, el año 1975, escritor, traductor y guionista radiofónico, fotógrafo para publicaciones científicas en el campo de la historia del arte, colaborador en la radio municipal de la ciudad de Castelldefels y poeta con los siguientes títulos publicados: El dios de las cosas tal y como deberían ser (ArtGerust 2015) y Camada (Ediciones Vitruvio 2021) además de coautor de la plaquette Damnatio Memoriae. También ha publicado sus poemas en revistas como tActe Barcelona, Almiar o Casapaís. Es creador del blog Cocinando chacales.
Fotografía de Annie Spratt (en Unplash). Public domain.
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