Desde Nicaragua: dos poemas de Naví Argentina Rodríguez

Eres la melodía
cuando guías mis pasos,
en este baile a ciegas
solitario en el bosque,
la única luz que encuentro
y la imaginación que me acompaña.

Eres la palabra,
el inicio de una estrofa
y el final de cada verso,
desdibujando en la niebla
los amores y el rocío.

Tus labios,
el rastro en mi piel
al amanecer te reclama,
trayendo un beso
y ese relieve que tanto amo.

Eres el último respiro
de la noche que recién pasa,
la última sombra,
el tacto en mi pelo
y el abrigo en mi pecho.

Eres mi refugio,
el único código
que no se ha descifrado,
el grial de mi pluma,
la luz en la niebla
y el amor que llevo
en todo viaje lejano.

Tu mirada,
amante de mis letras,
es una estrofa que inició
un poema que no acaba,
un trasfondo de cielo
y la tibieza del mañana.

 


Lágrimas de Cornalina

Aleteaban mis versos
en pleno combate,
lloraba lágrimas de cornalina
¿por qué no me amabas?
sí éramos iguales.

Mi voz se vistió de verde,
canté por las veredas
junto a los más leales,
regresaba a nuestro nido
sin saber que no lo era.

Murmuraban mis palabras
caricias apasionadas,
que de a poco te guardaba
junto a nuestra manta,
donde alguna noche te abrazabas.

Juntamos saltamontes en el invierno,
pusimos doble paja en el techo,
incendiamos todo lo que era diferente,
nos amamos bajo la lluvia.

Quitaste mis botas
abrazaste mi cintura,
nos hicimos sinfonía,
en una madrugada sin testigos.
juntamos nuestras caricias
haciendo barricadas contra el miedo,
besabas mis pezones
y yo te hice mi primer verso.

La inquietud de mis silencios,
la seguridad que llegarías,
cuidaba nuestro nido
sin saber que no era nuestro.

Acariciaba tu sonrisa,
te halagaba mi beso en el hoyuelo,
mi amante poeta ¿por qué te has ido?
¿por qué está vacía nuestra manta?

Mis abrazos no se consuelan,
anuncian que ya no regresas,
en soledad se encaminan mis pasos,
la parca reclama mi alma.

La vida reclama tu nombre
junto a los vivos caminas erguido,
nada en ti recuerda los sábados,
aquellas tardes de amores ardientes.

Aletean mis versos en esta despedida,
llorando lágrimas de cornalina
¿por qué no me amaste?
sí éramos iguales.

Mi voz se vistió de rojo,
canté por los ríos y los bosques
junto a la sombra de la muerte,
buscaba nuestro nido
sin saber que no lo era nuestro.


Naví Argentina Rodríguez Rivera, de Nicaragua. Ha escrito dos poemarios “Entre las Sobras del Tiempo”, “Estamos Torcidos”, también publicó mini-ficciones en la Revista de Sur a sur. Publicó reseña de una obra sobre mitos en la Revista Esfinge, también sobre Testimonio de Voces Ausentes en la Revista Raíces de Nicaragua, Arte y Educación en la Revista Pensamiento y Humanismo. Ha participado en la conferencia internacional sobre Mitos y Ciencia Ficción en la Universidad Complutense de Madrid, mitos nicaragüenses en la Universidad de Salamanca y la Conferencia Internacional de Expresionismo Alemán sobre la obra cinematográfica de Herzef Werner.


Ilustraciones: la imagen de portada ha sido remitida por la autora de la obra.

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