«Ojo de cerradura», un poema de Pierre Turcotte

«Ojo de cerradura», poema de Pierre Turcotte

tu ojo se atascó en el ojo de la cerradura
una otra vez
¿por qué no simplemente entrar?
traigo aceite de cerradura
para liberarlo
pero me ves venir
como una mala llave
mientras estoy lleno de amor

porque hiciste
esta indiscreción
que fue fatal para ti
una cerradura es una cerradura
como un candado es un candado
y un ojo es un ojo

'La casa del ojo rojo', relato de Juan Luis Henares


Despertó aturdido. Pronto comprendió el motivo: sonaba el timbre de su celular; pensó que sería las seis menos cuarto, hora en que se levantaba para ir al trabajo. Encendió su velador, el viejo reloj que colgaba de la pared marcaba las dos y veinte; recordó que era sábado, día en que no trabajaba. Atendió con torpeza y le respondió una voz de mujer: 
—Luis, soy Alicia, ¿Mariano está con vos? 

'Margarita', cuento de Antonio Garza


—¡No, mamá!, no vayas a llamar a mi tía. Mejor quédate tú con nosotros —la insistencia y mi cara de angustia terminó por convencerla de quedarse en casa. 
Esa noche mí madre no sabía porque razón estábamos evadiendo a mi tía, no tenía ni la más remota sospecha de nuestro temor, pero había llegado el momento de contarlo. Papá tenía semanas laborando en Estados Unidos y mamá trabajaba de noche como enfermera en un hospital, y la única que podía cuidarnos era su hermana, nuestra tía Maggie. 

«Inquisición», poema de Adrián Calderín Gutiérrez

«Inquisición», poema de Adrián Calderín Gutiérrez

En la tórrida hoguera arde una bruja
desde la oscuridad del medioevo.
En la fría mazmorra un tierno efebo
sodomita padece. Se dibuja

en el rostro del Papa una sonrisa
triunfante. La labor del Santo Oficio
sustituye muy bien al ejercicio
de Dios sobre la Tierra. Tiene prisa

por preservar su vida algún hereje
de la investigación del Vaticano
y de sus herramientas de tortura.

Poemas para Alejandra Pizarnik: «Atacante Suicida», de Reyna Varela Labrador


Quien la vistió
para sus nupcias
con el estallido,

quien peinó sus cabellos
y ajustó el pañuelo
a la usanza de las muchachas palestinas

Quien ciñó el fatal cinturón,
como fue el intercambio de miradas,
y el nervioso roce de los dedos

'Sincretismo', relato de Wilson Alejandro Díaz

Ahora, en estas tierras vastas e inhóspitas donde el demonio que promulgan aquellos que son mas malvados que aquel a quien tanto temen, es donde nuestros caminos se hacen uno. Ahora, tras la aniquilación, el rapto y los vejámenes que solo seres ajenos a la naturaleza humana pueden perpetrar, podemos ver un nuevo horizonte donde todos estaremos en una misma linea y seremos uno en todo y todo en uno… ese es el Destino, los dioses lo han marcado así desde antes en los caracoles y los huesos. Así estaba escrito y así se hará… 

'El culpable', relato de Keimer José Pájaro



Había pasado un año desde la muerte de Sonia Zapatero, y el mundo seguía su curso, como suele hacerlo, sin importar nada más que el ir en su tránsito agónico. 
Hoy, aunque todo parecía haberse quedado en el pasado, por las voces del pueblo he vuelto a revivir el recuerdo del olor de su cuerpo en plena descomposición, y aquella caja rectangular donde fue sepultada, las manijas de bronce y el delicado color marrón de la madera.

«¿Quién persigue a Leopoldo Arriasgoiti?», cuento de Trinity G.

«¿Quién persigue a Leopoldo Arriasgoiti?», cuento de Trinity G.

Nerviosa, la enfermera registró el nacimiento de Leopoldo Arriasgoiti, el bebé prematuro de Estela Rivereta, una mujer de Valtierra, Navarra, que a sus treinta y siete años ignoraba sus seis meses de embarazo, y que llevada de urgencia a la clínica por una hemorragia con tintes de muerte terminó pariendo gemelos. Primero salió uno y abrió la boca para llorar, pero no salió nada, pareciera que el cuerpo no recibió la señal para avivarse y murió pronto. Después sacaron al segundo que lloró a pulmón abierto, pero su llanto fue tan triste que sobrecogió al personal médico presente. 

'La última cena', relato de Silvia Carus

Era el cumpleaños de mi suegra. Mi marido y mi hijo se había ido hacía ya tiempo a su casa. Yo había decidido quedarme un poco más a terminar de arreglar nuestro hogar. Me duché y me vestí adecuadamente para la ocasión y tras meter las llaves de mi coche en mi diminuto bolso, me dirigí a su encuentro.

«Domesticar», texto de María Susana López


Preparado para la caza.
El criado limpia las botas de su patrón.
El perro amaestrado, obedece a su amo,
Trae la presa cazada
Sumisa la fámula a las pretensiones, 
Prepara la mesa, como servil domestica.
El patrón como fiel servidor a la sociedad
Se somete a obediencia debida.

«Vacunagate: corrupción política en el Perú», artículo de Raúl Allain


El presidente de la Comisión Sectorial Investigadora de la Aplicación de la Vacuna Candidata contra la covid-19, Fernando Carbone Campoverde, explicó en rueda de prensa que en el margen de las 470 personas que recibieron la inoculación con la vacuna de Sinopharm, según la lista entregada por la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), 101 personas no formaban parte de los equipos de investigación. 

"Un poema homenaje a Pizarnik, por Alejandra Planet"

Ven Alejandra,
Que llega la noche a los solares
Y te grita desesperada,
Rompiendo los cristales de este mundo.
Ven, ven, poeta ausente,
Es tu noche amada la que clama,
Tu lecho de palabras.
Apura el paso frio de tus huesos llorosos,
Que la guitarra perdió sus cuerdas

'El llanto de los Silenos', relato de Albo Aguasola

'El llanto de los Silenos', relato de Albo Aguasola

 Alegoría de la vejez

Era la vida y se nos ha ido fauno, llegamos tristes y vencidos al epílogo de los años, hoy jadeantes y desparramados yacemos ante el ocaso, envueltos en la miseria absurda del miedo y del desengaño, ¿Te acordáis cuando éramos jóvenes? Tu fe corría risueña por los arbustos y los prados, en el delirio del hontanar se recreaba mi ímpetu, las ninfas y las libélulas se entretenían en los nenúfares, y tú les cantabas y yo las amaba, de tu lira salían sonetos, de mi virtud donaires, y enredados en el silfo, espíritu alegre de los aires, corríamos con nuestras amantes por los floridos valles. 

'El basural', relato de Juan Luis Henares

Mediodía, la escena se repite en el transcurso de toda la semana, excepto los sábados y domingos: una veintena de personas bajo el sol de febrero observa impaciente al chofer del camión elevar la caja del mismo y vaciar su contenido sobre el terreno. Ni bien el vehículo arranca todos corren como si se hubiera dado la señal de partida.

ENTRADA DESTACADA

«Inéditos entornos de Jaime Saenz», reportaje a Gisela Morales, por Juan Carlos Vásquez [*]

Foto: Javier Molina Barrios Conocí la obra de Jaime Saenz en un viejo sótano de un edificio en Manhattan en el año 2002. La ...