Una muestra poética de Yamila Tomasa Ferrá

No le digas a nadie

( Casi una imitación de la Carta al Maestro de Emily Dickinson) 

 

Maestro: si usted viera como una bala alcanza a un pájaro 

La muerte del pájaro sorprendió a José Arcadio Buendía perseguido por el fantasma de Prudencio Aguilar 
me sorprendió cuando recogía las alas flácidas y azules 
la bala no tiene culpa 
tampoco el revólver 
menos el ojo que apunta
la locura corroe el cerebro de José Arcadio 
a quién culpar Maestro?

 

Dios me creó, maestro. No fui yo misma. Yo no sé cómo ocurrió.

Me visto hoy como Frida Kahlo
pregunto si te puedo amar
si me reconocerás en la foto entre otras mujeres
qué mujer soy si tengo una corbata salmón que combina con tus ojos
si te busco en el armario desesperadamente 
y estoy amarrada a un árbol 
la mayoría de los buenos amores no nos pertenecen 
Cómo explicar, Maestro, mi sed
mis ropas travestidas.

Me siento más vieja -esta noche, Maestro- pero el amor es el mismo

No le digas a nadie: yo amo a una mujer nube
silencio
a veces suelta espuma por los dedos
y me abochorna escribirle poemas de amor
una mujer de verdad
construida de los retazos de otras que he amado
una mujer que se irá para vender artesanías en los portales de Macondo 
pulsos 
aretes 
siluetas dibujadas en papel ocre
como mi invierno.
No le digas a nadie, Maestro.

He esperado mucho tiempo, Maestro, pero puedo esperar todavía más 

El sol, el frío se cuelan en mis ataduras 
las ramas a veces beben sudor de mi cara
o lágrimas congeladas 
más espero 
pendiente a las orquídeas del patio
al traje verde de Frida 
con tu nombre antiguo en la solapa 
tal vez bailemos en la gruta ante el estupor de los caminantes 
nos encontremos con la infancia 
espero
cada día y hasta en las madrugadas 
tal vez te invite a un café
a hurtadillas roze tu mejilla
y crepiten los libros 
con el pelo moteado y el bastón.

No soy una Rosa, aunque me sentí florecer, 
no soy Pájaro, aunque cruce el Éter 

A mis años se suele confundir las palabras 
la primavera se agradece
se disfruta
el riesgo puede estar en la música 
en la mirada esotérica 
puede estar el la soledad 
si te digo que me sentí florecer no te alejes
no temas
no tengo el revólver en la mano
mi ojo no te apunta
solo hago versos
que se transforman en diminutas flores amarillas 
tal vez te cerquen 
o se instalen en tu pelo
pero solo eso
invisible sin peso
la vibración.
No le digas a nadie, Maestro.

 


Depresión 

Las alas de Cheslie Kryst están quebradas en el asfalto
en una foto donde lucía el rostro deforme.
Acababa de reír para otros como exhibiendo sus ojos en una feria
acababa de ordenar su ropa de marca en el inmenso closet que no pudo llenar
acababa de llorar
estrujada y rota sobre almohadones rosa
cuando decidió volar
Apolinar Moscote corrió a recoger su cuerpo inerte
ordenó que se pintara de azul el pavimento 
inquirió a los médicos por las posibles soluciones para recomponer el bello rostro de Cheslie Kryst 
movilizó un ejército que registró los apartamentos en busca de posibles culpables
al final del día Apolinar Moscote estaba agotado 
vio como también le nacían dos pequeñas alas en la espalda 
cerró la ventana con miedo
se escondió en la cama junto a un viejo revólver 
allí se le apareció la sombra de Cheslie Kryst 
con una pipa y un anuncio de una marca de agua
juntos se precipitaron al vacío.


 

Jazz 

 

(Yo te elegí. Nadie te entregó a mí. Nadie dijo ella es para ti. Yo te elegí. Jazz, Toni Morrison.)

 


Blanca es la luna
el iris no
blanca las nubes 
las pestañas de tus ojos tiene un halo triste
la relatividad del color lo supo Toni Morrison en una conversación con José Acarcadio
café mediante
en la vieja coladera se escapa el aroma
que colma la taza
ante los ojos y la piel negra de Toni
no es lo único que se derramará en el pueblo
ella lo sabe
José Arcadio no
habla como si le quedara mucho tiempo
se recuesta a la silla
exije personajes blancos
tatuados 
con lenguaje estridente 
la autora mueve la cabeza
el jazz no tiene el color de la luna
ni de las nubes, a menos que sean de tormenta 
el jazz es cómo el café
un impulso 
la improvisación 
conviene que no sea sangre lo que recorra el pueblo
sino música 
y el olor que permanezca durante años
sea este de hoy
armónico 
inquietante 
olor de la piel de Toni Morrison.

 


Yamila Tomasa Ferrá Gómez: nacida en Camagüey, Cuba, en agosto de 1967. Graduada en Pedagogía en 1990. Máster en Ciencias de la Educación en el 2008. Integrante del taller literario Javier Heroud de la ciudad de Morón, con premios en Concursos de Talleres Literarios municipales y Provinciales. Su obra poética se ha publicado en las revistas Videncia de Ciego de Ávila y Puerta Escarlata de Colombia. Ha participado en concursos internacionales de poesía obteniendo primer lugar en Sade Chaco, Argentina y premio en el II Congreso Internacional de poesía por La Paz y la Libertad. Promotora cultural dirige los espacios: Las barcas de Cristal con la Fundación "Nicolás Guillén"; Resonancias del silencio con el centro Provincial del libro y la literatura; Poesía por la ciudad con la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, Dirección Municipal de Cultura. Ha publicado en Ediciones Ávila, Ciego de Ávila, Cuba. Miembro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba, de la Sociedad Cultural "José Martí" y de la Fundación Nacional "Nicolás Guillén". 

Ilustraciones: la imagen de portada ha sido remitida por la autora de la obra.

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