"El arte de la escritura como acto ritual: Conversación con el autor Alberto Jiménez Ure". Por Juan Carlos Vásquez
No es
lícito inclinar volitivamente la cerviz frente a criminalescon
poder de mando político
El profesor Enrique Plata Ramírez, Doctor en
Literatura Iberoamericana por la Universidad Complutense, uno de los
principales investigadores de la Literatura en la Universidad de Los Andes de
Venezuela, dice de Alberto Jiménez Ure: «Es un escritor que no necesita
presentación alguna. Su amplio trabajo narrativo, ensayístico y poético no sólo
es bastante conocido sino que comienza a ser estudiado y reseñado en las más
importantes universidades nacionales, e incluso en algunas del exterior, como
la Universidad de Salamanca y la ya citada Complutense (ambas de España).
Más recientemente, en la Universidad de Costa Rica (donde se difundió la segunda
edición, ampliada, de Cuentos Abominables» y donde la Magister Shirley Montero
Rodríguez publicó un libro sobre su obra intitulado Tres discursos de la
postmodernidad en Cuentos Abominables de Jiménez Ure. A propósito de la
publicación de sus libros Alucinados (novela, Ediciones Caminos de Altair),
Dictados contrarrevolucionarios (Ediciones del Rectorado de la Universidad de
Los Andes), Pensamientos profanos (ALEPH universitaria) y la novela Escoria
(Edición de Los Herederos del Caos), aparte de Jiménez Ure a contracorriente
(del fallecido y notable escritor Juan Liscano, ALEPH universitaria, finales de
2008) entrevistamos al irreverente escritor venezolano cuya obra literaria casi
alcanza los cuarenta títulos publicados.
Por Juan Carlos Vásquez [*]
—Juan Carlos Vásquez: ¿Vives la soledad del escritor? ¿Necesitas
compartir lo que escribes con alguien? ¿Grupos o tertulias literarias,
familiares, amigos...?
—Alberto Jiménez Ure: Soy, entre los hijos de [Eva] la primera, un
desterrado. En la actualidad, mi único arraigo está representado en la figura
de mi hija Venus [de sólo 12 años]. Territorialmente, soy un desarraigado: un
fustigado e incomprendido apátrida. En cambio, mi pequeña y yo somos aliados.
Vivimos solos: soy su padre y su madre, su custodio, cobijo y quien ilumina su
sendero. Por otra parte, admito que me agrada ser leído. Me divierte mucho, me intriga
ad infinitum. Entre mis lectores y yo existe un tácito pacto para
sempiternamente hibernar la disputa o comunión que pretendía emboscarnos. No
doy a nadie mis libros cuando están en fase prenatal o evolutiva. Empero, ya
publicados me place obsequiarlos a
personas que presumo les gusta leer. Bebiendo licor en tascas, ocasionalmente
discuto con intelectuales sobre Literatura y Política. Igual sobre la
Filosofía: esa, «la impúdica», mi Alma Mater. Y sobre Deus y el Demonio, que si
existen. Alrededor de Abraxas, que también vive y al cual todos conceden
audiencia por su investidura de vieja data.
—JCV: ¿Con
qué género te identificas mas?
—AJU: Los críticos literarios y quienes suelen
analizar mis textos en los claustrofalaces de la Educación Media o Superior afirman
que soy, fundamentalmente, un narrador. Quizá por esa causa, yo debería
comulgar con ellos y decir que me identifico más con la Novela o Cuento. Pero,
en mi defensa frente al fraude ante el cual nunca capitularé, admito que no
tengo una «partida de nacimiento oficial» respecto a géneros literarios.
Durante mi niñez, escribí distinto a lo que me exigían en la escuela. A veces
formulé ideas, pero igual expelí mis tormentos. En otros instantes vertí al
papel [cuentos] invenciones quizá «macabras». No eran tiempos de «procesadoras
de palabras» y la ficción manuscrita era un supremo acto ritual, tanto como hoy
lo es propagar historias o pensamientos mediante la Tecnología Multimedia. De
ese modo desahogaba mis miedos infantes, mi indefensión y profundo desarraigo
que jamás se revertiría en mi existencia.
—JCV: ¿Qué te sirve de fuente de inspiración?
—AJU: Mi «perversa» psique, mi percepción de una
realidad pródiga en sucesos «malignos», mis vivencias, mis lecturas
filosóficas, las «abominaciones» de la especie menos inhumana a la cual parece
que pertenezco y que jamás cesan, mis bienaventuranzas y tragedias.
—JCV: ¿Qué
diferencia, entre tus primeras obras y las más recientes? ¿Cómo definirías tu
evolución?
—AJU: Similar a los espermatozoides que tras la
falotración son eyectados para competir por fecundar un óvulo, mis libros no
parecen diferir mucho en curso del tiempo. Están diseminados. Unos parecen más
tenebrosos, otros más filosóficos o perturbadores de conciencias. Fueron
expulsados de mi hereje y profana mente, con obvios propósitos de fecundación.
Si fracasan o tienen éxito, ello no exterminará al embrión.
—JCV: Hay
libros que siempre recordamos a lo largo de la vida, ¿Cuáles conservas en tu
memoria?
—AJU: Cuando no soy quien los recuerda, me los
recuerdan los lectores: las novelas Aberraciones, Adeptos, Facia y
Desahuciados. Mis libros de cuentos intitulados Suicidios, Abominables,
Macabros y Maleficio. Mis enunciados poéticos Luxfero, Lucubraciones,
Revelaciones, Deus y Aciago. Mis Pensamientos profanos, Epitafios, Pensamientos
dispersos […]
—JCV: ¿Qué
estás leyendo actualmente y por qué?
—AJU: Tengo interés en conocer lo que escriben los
más jóvenes y en leer ensayos de profesores universitarios [Los hijos de Acteón,
de Mantilla Chaparro, por ejemplo]. Siempre releo a filósofos clásicos como
Shopenhauer, Mill, Niestsche, Prohudom, Marx, Cappelleti, Sartre, Séneca y
otros. Hace poco leí El niño que fui, de Saramago [no me gustó, muy frívolo].
Un libro de una chica que afirma ser mi discípula, y que me impactó, titulado
Mundo inmundo [Marie Josue Saintux]. Me encanta la generación de relevo de los
Herederos del Caos que conformamos los hacedores nacidos a partir de la mitad
del Siglo XX, y que, durante el alba del XXI, todavía podemos ser, mediante
nuestros escritos, A la Humanidad Lesivos o Venerables. Qué importará a los
desahuciados del mundo.
—JCV: ¿Tienes
planes, alguna obra nueva?
—AJU: Tengo inéditas dos novelas breves: Escorias y
Decapitados. La antología máxima de mis cuentos, titulada Absurdos, y El
despotismo [ensayo] que me gustará publicar durante el 2009. Fueron escritos
entre los años 2007 y 2008. No escribiré durante varios meses, porque me siento
intelectualmente fatigado y porque el nefasto ambiente político venezolano me
inquieta u ofusca.
—JCV: ¿En
tu trayectoria como escritor, cuales han sido las trabas y los procesos
mentales que han desligado todos los inconvenientes para que tu obra fluctúe
con propiedad?
—AJU: Mis días infantes fueron felices, aun cuando
plagados de «espectros» de mi imaginación, en un campo petrolero venezolano. Mi
pubertad no fue tan apacible y estuvo expuesta a los peligros de la
pre-iconoclasia que finalmente daría fama al desenfreno e irreverencia de los
jóvenes de la famosa Década de Los Años Setenta [Siglo XX, claro]. Mi
adolescencia fue sitiada por los alucinógenos, el rock, la disipación sexual,
lecturas filosóficas, el hessenianismo, sartrenianismo, camusianismo,
millernianismo, beatlesianismo, the peace and love, la ruptura y ningún concilio
con quienes emprendieron guerras mundiales [había que esputar contra las ideas
imperantes]. Mi edad adulta ha estado signada por una responsabilidad que no
pretende exculparme. Trabajé durante casi treinta años en una de las
universidades venezolanas mas vetustas, venerables, nunca senil, de origen
clerical. Estoy en situación «de retiro legal», pero todavía mantengo cierta
presencia en sus recintos.
—JCV: ¿Qué
opinas de la Literatura Venezolana, algún autor que desearías comentar?
—AJU: La venezolana es una nada reprochable
literatura, parida por talentosos escritores: algunos de los cuales,
inexplicable e inexcusablemente, se han colocado en decúbito frente a quienes
capitanean ese insulto a la inteligencia denominado Revolución: que no gobierna
para el vulgo sino que inflige, que fortuitamente lastima, manipula con inmoral
propaganda, infecta conciencias y tima a los ingenuos e ignorantes.
La «Revolución Venezolana» es una chatarra
ideológica producto de inteligencias abortadas durante los Siglos XVIII y XIX,
y que, eufemísticamente, pretenden difundir bajo el nombre de Socialismo del
Siglo XXI. Si menciono uno, dos, tres autores venezolanos que me persuaden […]
Si lo hago, quienes no sean incluidos en mi sumario podrían sentirse aludidos.
No me interesa querellarme con canallas, con quienes capitulan por mendrugos,
fatua figuración pública o por cobardía.
No es lícito inclinar volitivamente la cerviz frente a criminales con
poder de mando político.
—AJU: Se trata de una novela rigurosamente
existencialista, con algunos elementos que estigmatizan mis ficciones y que
críticas como la profesora costarricense Shirley Yorleny Montero Rodríguez
califica como post-modernos. Mi edad y mis depresiones me han convertido en una
persona más vulnerable, motivo por el cual mis experiencias con los personajes
que protagonizan en Escorias me afectaron tremendamente. Al extremo que intenté
suicidarme un par de veces, con sobredosis de antidepresivos mezclados con
licor. Anhelé se me oficiara un tedeum.
—JCV: Dentro de la novela vemos un fuerte
referente en el alcohol, ¿lo utilizas para escribir?
—AJU: No, nunca escribo cuando bebo. Tampoco platico
con Baco todos los días. Puedo dejar de libar durante meses. No rindo culto a
la bohemia. Quise consagrarme al ascetismo, pero me gustan las mujeres.
—JCV: Dicen
que leer un libro es iniciar una aventura y dejarse en manos de un guía que te
conduce a un lugar por descubrir. ¿A dónde se puede llegar de la mano de
Alberto Jiménez Ure?
—AJU: Si no está psíquica e intelectualmente alerta,
quien me lea con excesivo apego podría estar cometiendo un gravísimo error. En
cualquier calle, me ha ocurrido toparme con jóvenes que se han arrodillado ante
mi para llamarme Luxfero y ello me produce estupor.
—JCV: En
una frase de tu obra «la Vindicación del Caos», dices:
Aquí estamos La Naturaleza y yo:
En el Panorama de la Literatura Venezolana,
Un hacedor que inspira suspicacias
Y murmuraciones malsanas.
¿De alguna manera te sientes excluido?
—AJU: No excluido. Me siento sistemática y absurdamente
difamado, inculpado por cometer una literatura distinta y descarnada. No soy el
monje, monstruo o degenerado que irrumpe en las tramas de mis novelas o
cuentos. Frente a mi narrativa, soy el pontífice que se aparta. Pero, si
adhiero a mis enunciados poéticos. Ese soy. Ya no narrador omnisciente, sino
quien no teme a las Tinieblas cuando forzosamente transita por la jurisdicción
de los que andan por el mal sendero.
—JCV: ¿Has
tenido algún maestro indiscutible?
—AJU: No. Nadie, jamás, se atrevió a ser mi «maestro».
Pero, durante mi iniciación literaria pública, tuve el padrinazgo de Juan
Liscano. Fue un notable poeta y ensayista venezolano de gran prestigio
internacional. Amigo e interlocutor de Octavio Paz, Cabrera Infante, Neruda,
Borges, Bioy Casares, Victoria Ocampo, Vargas Llosa, Otero Silva, Carlos
Fuentes, Reinaldo Arenas, Alejo Carpentier, Uslar Pietri, Rómulo Gallegos […]
Fue asesor de algunos presidentes de Venezuela y pertenecía a una familia de
pudientes, de propietarios de bancos.
—JCV: ¿Qué
consejos darías al lector de esta revista, hombres y mujeres con ganas de
reflejar sus propias historias?
—AJU: Que no tiene sentido ser un hacedor maquillado
y temeroso. No importa qué pueda suceder o qué consecuencias pudieran generar
nuestras invenciones o testimonios, nuestro librepensamiento. Los escritores no
tenemos por qué ser culpables cuando procedemos guiados por la Razón Inmutable.
—JCV: Regálanos
unas últimas palabras sobre cualquier tema que te interese...
—AJU: Durante los siglos VII-IV a. de C., los
intelectuales griegos versificaron sus reflexiones y se produjo, sin
interdicciones, el parto de ese objeto de la discordia que en nuestra realidad
y tiempo conocemos como [Literatura]
Poesía. Todos los textos eran escritos en versos y tenían rasgos épicos.
La guerra por la dominación entre poblaciones fijaba esos cantos, esas
formulaciones. Al cambio de las cosas, queda explícita su inmortalidad.
[*]
Fundador de la Revista de Creación Los Herederos del Kaos. California, EEUU.
Alberto
Jiménez Ure
Incluído en las principales antologías de
cuentos que se han editado en Venezuela durante la transición entre los Siglos
XX-XXI, entre las cuales Narradores andinos contemporáneos [Fundarte, Caracas,
1980], El cuento en Mérida [Universidad
de Los Andes, Mérida, 1985], La narrativa corta en el Zulia [Presidencia de la República, Caracas, 1987], Relatos venezolanos del Siglo
XX [Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1988] Memoria y cuento [Pomaire, 1992],
Recuento [ Editorial Fundarte, Caracas, 1994], Ficción mínima [Fundarte,
Caracas, 1996 y El cuento breve en Venezuela, 2005].
Escritor venezolano nacido en Tía Juana [Campo
Petrolero del Edo. Zulia, 1952], publicó con Monte Ávila Latinoamericana Cuentos
escogidos, con la Universidad de Costa Rica Abominables y con la Editorial
Alfadil de Caracas Perversos [1995, 2002, 2004, trilogía de compilaciones
antológicas personales de narraciones breves].
Espera por la aparición de su antología máxima
de cuentos, intitulada Absurdos. Es autor de casi una decena de novelas, entre
las que destacan Aberraciones, Adeptos, Dionisia, Facia, Desahuciados, Decapitados
y Escorias.
Sobre su obra se han escrito: del ensayista
venezolano BÁEZ, Fernando: Aproximaciones a la Obra Literaria de Alberto
Jiménez Ure [Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, 1991] del argentino
BENÍTEZ, Luis: El horror en la narrativa de Alberto Jiménez Ure [Universidad de
Los Andes, Mérida, Venezuela, 1996] del venezolano LISCANO, Juan: Jiménez Ure a
contracorriente [ALEPH universitaria, Universidad de Los Andes, 2008] de la
costarricense MONTERO RODRÍGUEZ, Shirley:Tres visiones del discurso de la
postmodernidad en Cuentos Abominables de
Alberto Jiménez Ure: tiempo, espacio, erotismo y fiabilidad [ALEPH
universitaria, Mérida, Venezuela, 2008] del venezolano GIL OTAIZA, Ricardo:
Jiménezure ante la crítica Gilotaiziana [ensayos, en proceso de publicación] y
del venezolano PLATA RAMÍREZ, Enrique: Las fantasmagorías en Alberto Jiménez
Ure [Formó parte de sus investigaciones
durante la realización del Doctorado en Literatura Iberoamericana en la
Universidad Complutense, Madrid. en proceso de publicación].Tiene también
volúmenes de poemas [Lucubraciones, Luxfero, Revelaciones, Pensamientos profanos,
Dictados contrarrevolucionarios, Epitafios, Pensamientos Dispersos,
Pensamientos] Hace tres décadas, fue miembro fundador de la Oficina de Prensa
de la Universidad de Los Andes [a la cual está adscrito desde 1977, hoy en
situación estatutaria de retiro] y del Consejo de Publicaciones de la citada
institución académica venezolana.
Juan Carlos Vásquez, Valencia, Venezuela. Ha participado en volúmenes colectivos y antologías en México, Chile, Perú, Estados Unidos, y España. Formó parte del grupo cultural Spanic Attack (Nueva York, 2004). Es autor del libro de relatos Pedazos de familia (Ediciones Estival, 2000). Responsable de HD Kaos. Obtuvo distinciones en los Concursos de poesía pro lingüístico y multimedia Premio Nosside (Calabria, Italia), ediciones 2005 y 2006. Finalista del concurso de microrrelato «Guka» Buenos Aires, 2018. Ha escrito los libros de relatos Invulnerables, El Costado Oscuro de Nueva York: Un Viaje a Ward's Island, una historia autobiográfica (2001-2006); y Colapso, un libro recopilatorio de su poesía. Vásquez se trasladó a la Florida en 1999. Desde entonces ha vivido en Tampa Bay, San Francisco, Nueva York, La Coruña, Alicante y otras ciudades de Estados Unidos y España. E-mail: jcvasquezf@gmail.com - Perfil
Entrevista publicada al igual en la revista madrileña Almiar-Margen Cero.
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