Poemas: «Borges» y «Nostalgia del futuro», de Antonio Miranda


BORGES

Para Elga Pérez Laborde

Trad. de Trina Quiñones


En el laberinto de los espejos

por caminos multiplicados

al infinito; allá en lo hondo

o en el comienzo.

Donde el tiempo y el espacio

se confunden, porque

coexisten memorias

del olvido.


En territorio ampliado

extendido, más allá de los planos

y altiplanos sucesivos,

transformados.


Paisajes mutantes, más bien

espejismos, tal vez, pasajes

o extravíos entre el todo

y la nada absoluta.


Allá está aquella máscara deforme

que encubre otra cara

que oculta otras tantas más:

metamorfosis.


Desvendamientos, desvelamientos

extractos, estratos, desconciertos.

Un ser que no existe más,

nunca más.


O que existe en transición.

Un ser de superficies, camadas

en una coraza de resistencias

imposibles.


II


Un ser en quien no me reconozco

que siendo deja de existir

que no tiene comienzo ni

principio (s).


Un ser en precipicios, levitando

sobre los espacios y los tiempos

de un esclarecimiento -  o sentimiento

de universo.


En un territorio de realidades

que serían transfiguraciones

encuentro a Borges, onírico, flotando

entre las palabras.


O por los sentidos, presentimientos

resistiendo sobre mitos y ruinas

latentes, en el sentido de los sueños

consentidos.


Referencias, transparencias,

trascendencias. Sueños soñados

o rumiados, o imaginados,

esencias.


Borges confiesa: la realidad

no interesa; su visión

traspasa las tesituras

del fabulario.


En la ceguedad iluminada

-origen y devenir de las formas-

él me ve mucho más allá de mí,

él se ve.


Yo no logro verlo, apenas

me aproximo a su substancia

de símbolos y significados

-si eso es posible.


Ël dialoga con los muertos

y percibe más allá de las evidencias

y, negando la propia existencia,

nos descubre.


Pues, es de descubrimientos y desasombros

que construímos nuestros espejos

en el laberinto infinito e imperfecto

de las revelaciones.


Como Dante y su Poeta preferido

yendo a los epicentros de la condición

humana, a sus proyecciones

y representaciones.


Con Borges, el mago, el vidente

un pre-socrático, un demiurgo

un transgresor por vía de los cuestiona-

mientos.




NOSTALGIA DEL FUTURO


Para Hilda Lontra 

Traducción: TRINA QUIÑONES (Caracas, 2.004) 

 

Tanto quise hacer

y me contuve.

Tanto quise ser.


Me imaginé tantas veces

donde nunca estuve.


De niño, era adulto

sin poder

para ocupar espacios

que se me negaban.


Amores!

Deseé a cuántos

y amé a tantos

sin tenerlos

(con cuántos, por tantos)

por contradecirlos

-lo sé bien.


Temores!

Prefería lo imposible.

Me proyecté en situaciones

que luego postergaba

por no satisfacerme.


Insaciable

por lo no vivido

y anhelado

frustrado por lo que sentía

al tener lo que había

superado.


Viví anticipadamente

lo que no había ocurrido

y perdoné

tantas veces

descuidadamente

lo que sentía.


Era feliz

y no lo sabía

-dice el estribillo

que yo no creía

porque –entonces-

para mí

la felicidad

era siempre futura

en mi

(postiza, intelectual)

amargura.


 

Antonio Miranda  nació en Brasil en 1940 y ha vivido en diversos países del continente (Argentina, Colombia, Puerto Rico y Venezuela) y es uno de los fundadores del grupo de teatro Rajatabla de Caracas que se inició con el espectáculo musical TU PAÍS ESTÁ FELIZ con sus poemas y canciones de Xulio Formoso. Ha publicado muchos libros de poesía, novelas, cuentos y ensayos. Publica el Portal de Poesía Iberoamericana en su página www.antoniomiranda.com.br en versión bilingüe portugués y castellano.


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