Nada fue como imaginé que sería, nunca lo es. Creí que iba a morir, pero no fue así. Estaba escribiendo en mi mesa de siempre, con mi pluma de siempre, frente a mis recuerdos y al lago azul de Ypacaraí, cuando me convertí en un árbol. Esto no sucedió de un momento para otro, sino muy lentamente, como un gusano que muda en mariposa.
Muchas cosas extrañas ocurrieron entonces.