¡Mira que viejo te has puesto! Cada año te encuentro con nuevas cicatrices. Siempre me hago el propósito de retocarte un poco y a fuerza de posponerlo, cada vez será más complicada tu restauración.
Lo primero que perdiste fue ese pedazo de tu oreja izquierda. Mi hijo mayor tendría tres años aproximadamente. Los mismos que tenías tú. Los dos llegaron casi al mismo tiempo a nuestra familia.
