Todo estaba sumido en la tiniebla. Debían de poner faros, potentísimos como los de los jeeps, para horadar la negrura y verlos llegar, pero ¿dónde los enchufarían si estaban en medio de la puna?
Ellos se desplazaban de noche como animales nocturnos. Subían y bajaban los cerros escarpados sorteando los abismos sin dificultad. Dormirían de día, en las cuevas, como los murciélagos, entre las rocas, mimetizados con el paisaje.