I) Salvador
Resucitaste en mi corazón a los tres días de haberte enterrado en lo más profundo de mi mente. Caminabas descalza y sin rumbo. A las tres de la madrugada le dije tres veces al conductor del taxi que se detuviera. Me negaste tu palabra y tu anémica sonrisa en tres ocasiones. Cuando conseguí seguirte el paso, bajo la blanca luz mortecina de la calle, supe que el amor y la muerte siempre nos miran a los ojos. Te invité a tomar unas cervezas en el motel más