Me recuerdo mirando hacia afuera, a través de las grietas en la pared de madera, ver la lluvia formando charcos barrosos en las calles de tierra del cantegril. Recuerdo que escuchaba crujir mis tripas, escuchaba los gritos, los reproches, los ruidos de ollas vacías golpeándose contra el suelo. “Ay mi dios, que no se enojen conmigo”, era mi único pensamiento.
Todo sucedió por seguir a Juan, por ver si era posible.
-¿Vamos a buscar a Luis? -me preguntó Juan-.Y yo fui.
A mi me gustaba jugar con Luis, me divertía, nos perdíamos entre caramelos y sonrisas, pero a Juan, Luis no le caía nada bien.
Caminamos los tres hacia el