Y con esta agudeza no sólo veía la afinidad entre propiedad y propietario, sino también el profundo parentesco que existía entre la calma sepulcral de la sala y el frío sin vida del exterior: como un espejo inexorable que siempre muestra lo mismo, el cielo reflejaba con indiferencia la desolada tristeza que manaba de abajo, y los castaños deshojados, envueltos en un gris cada día más sombrío, se inclinaban bajo un viento cortante, poco antes de desarraigarse definitivamente de la tierra; las carreteras estaban abandonadas, las calles, vacías, «como si ya solo quedaran los gatos vagabundos, las ratas y la gentuza dedicada al saqueo», mientras que la llanura desierta que se extendía más allá de la ciudad ponía en entredicho incluso la sobriedad de la mirada… A este gris y a esta tristeza, a este desierto y a este abandono, ¿cómo podía responder la sala de Eszter sino con su propio páramo, con la irradiación corrosiva de la repugnancia, de la desilusión y de la locura empeñada en atar el cuerpo a la cama, con una irradiación que atravesaba la coraza de las formas y colores y destruía toda tela y madera, todo vidrio y metal desde el suelo hasta el techo?
Melancolía de la resistencia (Az ellenállás melankóliája) László Krasznahorkai; Traducción de Adan Kovacsics para Acantilado.
- Libros - László Krasznahorkai: Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río.
Fuentes:
El lamento de Portnoy, Tirant, Wikipedia, You tube, El Arfol, Acantilado editorial, Sumergidos.
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