ANNE SEXTONCerdoOh tú máquina de tocino marrón,cuán dulcemente yaces,engordando una libra y media por día,tú, par de calcetines enrollados,tú, pesadilla de perro,tú, con el hocico aplastadopero las orejas extendidas,tus ojos blandos como huevos,cerdo, grande como un cañón,cuán dulcemente yaces.
Por la noche estoy tendida en mi camaen el armario de mi mentey cuento cerdos en un corral,marrones, moteados, blancos, rosados, negros,avanzan por la lanzadera hacia la muertedel mismo modo en que mi mente avanzabuscando su propia pequeña muerte.
La balada de la masturbación solitariaAl final del asunto siempre es la muerte.Ella es mi taller. Ojo resbaladizo,fuera de la tribu de mí misma mi alientote echa en falta. Espantoa los que están presentes. Estoy saciada.De noche, sola, me caso con la cama.Dedo a dedo, ahora es mía.No está tan lejos. Es mi encuentro.La taño como a una campana. Me detengoen la glorieta donde solías montarla.Me hiciste tuya sobre el edredón floreado.De noche, sola, me caso con la cama.Toma, por ejemplo, esta noche, amor mío,en la que cada pareja mezclacon un revolcón conjunto, debajo, arriba,
el abundante par en espuma y pluma,hincándose y empujando, cabeza contra cabeza.De noche, sola, me caso con la cama.De esta forma escapo de mi cuerpo,un milagro molesto, ¿Podría poneren exhibición el mercado de los sueños?Me despliego. Crucifico.Mi pequeña ciruela, la llamabas.De noche, sola, me caso con la cama.Entonces llegó mi rival de ojos oscuros.La dama acuática, irguiéndose en la playa,un piano en la yema de los dedos, vergüenzaen los labios y una voz de flauta.Entretanto, yo pasé a ser la escoba usada.De noche, sola, me caso con la cama.Ella te agarró como una mujer agarraun vestido de saldo de un estantey yo me rompí como se rompen una piedra.Te devuelvo tus libros y tu caña de pescar.El periódico de hoy dice que se han casado.De noche, sola, me caso con la cama.Muchachos y muchachas son uno esta noche.Se desabotonan blusas. Se bajan cremalleras.Se quitan zapatos. Apagan la luz.Las brillantes criaturas están llenas de mentiras.Se comen mutuamente. Están más que saciadas.De noche, sola, me caso con la cama.
SILVIA PLATHDe "Árboles de Invierno" 1971Versiones de Jesús Pardo
Aparición
La sonrisa de las neveras me aniquila.¡Qué corrientes por las venas de mi amada!Oigo ronronear su gran corazón.
Conjunciones y signos de porcentajeexhalan sus labios, como besos.En su mente hoy es lunes: la moral
se lava y se presenta ante mis ojos.¿Cómo interpretar tales contradicciones?Llevo puños blancos, me inclino.
O sea: ¿es amor esta roja telaque fluye de la acerina aguja y vuela tan cegadoramente?Con ella haré vestiditos y abrigos,
y vestiré a una dinastía entera.Cómo se abre y ciérrase su cuerpo:¡un reloj suizo, y con rubíes en los goznes!
¡Ay, corazón, qué desbarajuste!Las estrellas pasan centelleantes como agoreros números.ABC, dicen sus párpados.
Místico
El aire, remolino de ganchos:preguntas sin respuesta,relucientes, ebrias como moscascuyo beso punge insosteniblementeen los úteros fétidos de aire negro bajo estivos pinares.
Recuerdoel olor a muerto del sol contra chozas de leño,la rigidez de velas, las largas sábanas curvas salinas.Una vez visto Dios, ¿cuál es el remedio?Ya aquilatado uno de pies a cabeza,ni un dedo omitido, una vez usado,totalmente usado en las conflagraciones solares, las manchasque se alargan partiendo de catedrales antiguas,¿cuál es el remedio?
¿La píldora comulgatoria,la marcha junto al agua quieta, el recuerdo?¿O ir recogiendo fragmentos lúcidosde Cristo en los rostros de los roedores,de los mansos mascaflores cuya esperanzaes tan nimia que no tiene inquietudes:gibosa en su choza mínima, limpia,bajo los tallos de la clemátide?¿Es que no hay amor, sólo ternura?¿Es que la mar recuerda
a quien la camina?Goteras de moléculas. Las chimeneasde la ciudad respiran, la ventana suda,los niños saltan en sus cunas.El sol florece, es un geranio.El corazón no se ha parado.Sylvia Plath (Boston, EE.UU., 27 de octubre de 1932 –
MIYO VESTRINI
Zanahoria Rallada
El primer suicidio es único.Siempre te preguntas si fue un accidenteo un firme propósito de morir.Te pasan un tubo por la nariz,con fuerza,para que duelay aprendas a no perturbar al prójimo.Cuando comienzas a explicar quela-muerte-en realidad-te-parecía-la-única-salidao que lo hacespara-joder-a-tu-marido-y-a-tu-familia,ya te han dado la espalday están mirando el tubo transparentepor el que desfila tu última cena.Apuestan si son fideos o arroz chino.El médico de guardia se muestra intransigente:es zanahoria rallada.Asco, dice la enfermera bembona.Me despacharon furiosos,porque ninguno ganó la apuesta.El suero bajó aprisay en diez minutos,ya estaba de vuelta a casa.No hubo espacio donde llorar,ni tiempo para sentir frío y temor.La gente no se ocupa de la muerte por exceso de amor.Cosas de niños,dicen,como si los niños se suicidaran a diario.Busqué a Hammett en la página precisa:nunca diré una palabra sobre tu vidaen ningún libro,si puedo evitarlo.
en Valiente ciudadano, 1994RTVE. AUDIO
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