XI - El arte es el espejo del ingenio del hombre (Marlowe). El reflejo exacto es acertado —y quebradizo—. Destrozar el espejo y volver a arreglar los pedazos. El resultado será todavía un reflejo de algo. Cualquier combinación es posible, cualquier número de pedazos puede quedar fuera. El único requisito es que por lo menos un fragmento permanezca. En Hamlet, sostener el espejo hacia la naturaleza equivale a lo mismo que la formulación de Marlowe —una vez que los argumentos previos han sido entendidos—. Porque todas las cosas en la naturaleza son humanas, aun cuando la naturaleza misma no lo sea. (Nosotros no podríamos existir si el mundo no fuese nuestra idea.) Es decir, sin importar las circunstancias (antiguo o moderno, Clásico o Romántico), el arte es un producto de la mente humana. (El humano imitó.) De: Notas de un libro de composición (1967)
DESAPARICIONES1.
A partir de la soledad, él empieza de nuevocomo si fuera la última vezque respirase,y por lo tanto es ahoracuando respira por primera vezmás allá del controlde lo singular.
Él está vivo, y por lo tanto no essino no lo que se ahoga en el insondable huecode su ojo,y lo que vees todo lo que él no es: una ciudadde lo indescifrable,y por lo tanto, un lenguaje de piedras,pues sabe que en el total de la vidauna piedradará cabida a otra piedrapara hacer un muroy que todas esas piedrasformarán la monstruosa sumade pormenores.
2.
Es un muro. Y el muro es muerte.
Ilegiblegarabato del descontento, en la imagen,y en la imagen posterior, de la vida;y los muchos están aquíaunque nunca hayan nacido,y también aquellos que hablaríanpara darse a luz a sí mismos.
Él aprenderá el habla de este lugar.Y aprenderá a morderse la lengua.Pues ésta es su nostalgia: un hombre.
3.
Oír el silencioque sigue a la palabra de uno mismo. Murmullode la mínima piedratallada a imagende la tierra, y que los que hablenno seansino la voz que los hablaal aire.
Y él contaráde cada cosa que vea en este espacio,y se lo contará al muro mismoque crece ante él:y para esto también habrá una voz,aunque no será la suya.
A pesar de que él hable.Y porque sea él el que hable.
4.
Están los muchos, y están aquí:
y por cada piedra que él cuenta entre ellosse excluye a sí mismo,como si también él empezara a respirarpor primera vezen el espacio que lo separade sí mismo.
Pues el muro es una palabra. Y no hay palabraque él no cuentecomo una piedra en el muro.
Por lo tanto, él empieza de nuevo,y a cada instante que empieza a respirarsiente que nunca hubo otrotiempo, como si en el tiempo que ha vividose encontrara a sí mismoen cada cosa que él no es.
Lo que respira, por lo tanto,es tiempo, y él sabe ahoraque si vivees sólo en lo que vivey seguirá viviendosin él.
5.
En la faz del muroél adivina la monstruosasuma de pormenores.
No es nada.Y es todo lo que él es.Y si él no fuese nada, déjenlo entonces empezardonde se encuentre a sí mismo, y que, como cualquier otro hombre,aprenda el habla de este lugar.
Pues también él vive en el silencioque viene antes de la palabrade sí mismo.
6.
Y de cada cosa que él ha vistohablará-la cegadoraenumeración de piedras,incluso hasta el momento de la muerte-,aunque sólo seaporque habla.
Por lo tanto, él dice yoy se cuenta a sí mismoen todo lo que excluye,que es nada,y porque él es nadapuede hablar, lo cual es decirque no hay escapatoriade la palabra nacidaen el ojo. Y fuera él o noa decirlo,no hay escapatoria.
7.
Está solo. Y desde el instante en que empieza arespirar,no está en ningún sitio. Muerte plural, nacidaen las mandíbulas de lo singular,y la palabra que construiría un muroa partir de la piedra más internade la vida.
Por cada cosa de la que hablaél no es,y a pesar de sí mismo,dice yo, como si también él empezaraa vivir en todos los otrosque no son. Pues la ciudad es monstruosa,y su boca no experimentaninguna cuestiónque no devore la palabrade uno mismo.
Por lo tanto, están los muchos,y todas esas numerosas vidastalladas en las piedrasde un muro,y quien empiece a respiraraprenderá que no hay dónde irexcepto aquí.
Por lo tanto, él empieza de nuevocomo si fuera la última vezque respirase.
Pues no hay más tiempo. Y es el final del tiempolo que empieza.De: (Disappearances: Selected Poems, 1988),
Paul Auster nació el 3 de febrero de 1947 en Newark (Nueva Jersey). Cursó estudios en la Universidad de Columbia y después trabaja en un petrolero durante un año. Se trasladó a Francia, donde comenzó a traducir los trabajos de escritores franceses. Desde 1974 vive en Nueva York. Inicia su carrera literaria escribiendo poesía y ensayos para las revistas New York Review of Books y Harper's Saturday Review. En 1982 escribe su primera novela "La invención de la soledad", una obra autobiográfica dividida en dos partes "Retrato de un hombre invisible" y "El libro de la memoria". En el año 1987 aparece su libro de cuentos "La trilogía de Nueva York".
Su novela "El país de las últimas cosas" se publicó en 1988, "El palacio de la luna" en 1989 y "La música del azar" en 1991, que fue llevada al cine en 1993 por Philip Haas. Después escribe "Leviatán" (1992), "Vértigo" (1994) y "Lulu on the Bridge" (1998). También escribió un libro de poemas y ensayos, "Cimientos" (1990). En 1993 se edita "El cuaderno rojo", y en el año 1994 escribe el guion de las películas "Smoke" y "Blue in the face".
Tras el éxito obtenido en España con "El libro de las alucinaciones", donde narra las vidas cruzadas de David Zimmer, un escritor que intenta salir a flote, y Hector Mann, un cineasta desaparecido, consiguió ser libro del año 2003 para todos los libreros. En otoño de 2004 apareció "La noche del oráculo", una novela donde el escritor norteamericano mezcla vida y literatura. En 2006 se edita "Viajes por el Scriptorium" y rueda su segunda película como director, "The Inner Life of Martin Frost". En 2008 publicó la novela: "Un hombre en la oscuridad". El 31 de mayo de 2006, el escritor fue galardonado en Oviedo con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. El autor de 'La trilogía de Nueva York' superó a los otros dos finalistas, el también estadounidense Philip Roth y el israelí Amos Oz. Casado con Lydia Davis de 1974 a 1978, tuvo un hijo, Daniel, y con la escritora Siri Hustvedt en 1981, con la que tuvo una hija, la actriz Sophie Auster.
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