Tendido a través de las horas inciertas, cuando resplandores cruzan en la absoluta oscuridad. Imposible dormir y no puedo, aunque quiera, controlarlo. La noche se va a alargar hasta que las primeras horas me traigan lo incierto en el aburrido escenario de la estupefacta repetición. Pero, ahora, el tremor me zarandea y temo quedarme ahí suspendido en una eternidad horrorosa. Infierno, pues, un báratro en lo indefinido. Luces que cruzan y me deslumbran, inmisericordes. Dolor. Ni siquiera dudo, zamarreado en las auroras de la opacidad.
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«La infiel», un cuento inédito del escritor venezolano Alberto Jiménez Ure
La función de «alta voz» del celular le permitió a Homínido escuchar, indignado, al marido de la mujer (de nombre Espectacular, que le practicaba la felación) preguntarle dónde estaba y ella -con dificultad a causa del falo que del testigo tenía en el lugar más profundo de boca- le respondía que en un supermercado.
-«Te amo ad perpetuum, Espectacular: regresa pronto» -insistía la persona que ella solía negar por esposo en el curso de sus furtivos encuentros y flirteos sexuales con distintos varones de la comarca.
Luego de tres horas, la señora regresó a su casa sin compras y fue
Desde España: «He sonreído», un relato de David Crauley
He sonreído como dictaste. Aún no sé si lo hice para ti o contra mí, pero fue una sonrisa honesta y llena, mientras duró. Sé que tracé un nuevo sino sobre algún astro lejano que se regocijó. También él supo que estuve en ti. A veces conmuevo el cielo, a veces soy mucho mejor enemigo de mí mismo si huelo tus raíces.
Estar en ti, estar dentro de ti, estar conmigo cuando me pierdo en ti, recuperarme en ti: son las mejores maneras de olvidar todo lo que ladra y estalla allá afuera donde, ni tú ni yo, somos lo que amamos, sino lo que silenciamos confundidos en la masa de los que tampoco son lo que aman, sino lo que enmudecen entre una
Un poema traducido al español de la autora italiana Miriam Bruni
Es el saber lo que buscono el amontonarde placeres o distraccionesdurante tardes agradables.Hay que esconderserealmente en los pradossi queremos que el pradodescubra su tesoro.Hay que dejarse enterrarpor mucho tiempo en el cielosi queremos del cielocon sensatez hablar.
Desde Italia: un poema de Emanuele Martinuzzi, en traducción de Yuleisy Cruz Lezcano
Alba longaFino a quando un gracile verso salperà dal cuoredi queste colline maree, incagliate nel non esseresogno dalle stesse verdi lontananze che le incidono,non saremo una fine.Nessuna alba ha attecchito tra queste terre in pienadi ricordi, nubi come vertebre ne hanno sorrettoil peso continuo di cieli assenti, senza riposo,senza nessuna ragione se non la morte.
«1862», un texto perteneciente al libro «Colores de otoño», de Henry David Thoreau
Los europeos que llegan a América se sorprenden de la brillantez del follaje otoñal. En la poesía inglesa no dan cuenta de semejante fenómeno, porque allí los árboles adquieren sólo unos pocos colores radiantes. Lo máximo que Thomson dice sobre este tema en su poema «Otoño» está en estos versos:
Mirad cómo se apagan los coloridos bosques,la sombra que se cierne sobre la sombra, el campo alrededor
Desde Bélgica: «Cántico de los borrachos», un texto de Giacomo Perna
A veces llegan días en los que no podemos.
Son días sin sol ni lluvias, de parecer indescifrable.
El cielo tiñe el alma de todos los matices, intenta confundir las verdades con un arcoíris de inmundicia, un irrespetuoso bacanal de colores desahuciados que engañaría a los más desprevenidos, pero no puede con nosotros, pues solo nos termina revelando los embustes del vacío.
– Blanco –
O son noches de relumbre desasosegante, de párpados irrequietos, zozobras al acecho, deseos áridos, sudores congelados por el estruendo redundante – ya no puedo más – e inquietudes que
«Más allá de la razón», un texto del escritor nicaragüense Alberto Juárez Vivas
Aquellas ganas de escribir, aquel deseo insoportable por ser un gran escritor, surgió en sus años universitarios cuando dos de sus más íntimos amigos desaparecieron de una forma inexplicable, y al cabo de unos meses los encontraron hechos cadáveres. Y eso que solo fueron reconocidos por el anillo de graduación que ambos andaban. Noches enteras y sistemáticas se las pasaba tratando de asir y ordenar sus ideas, con el único objetivo de ser un denunciante más, de los literatos anónimos, que a través de sus escritos literarios reclamaban el derecho a la vida, el derecho a una sociedad justa.
«Los fugitivos», un cuento sobre ángeles del autor mexicano Ronnie Camacho Barrón
El día en que los humanos perdimos la fe, fue el mismo en que los ángeles descendieron a la tierra, al principio el mundo se maravilló ante ellos, pues poseían cuatro pares de gigantescas alas blancas, sus ojos resplandecían más que el propio sol, las facciones de sus finos rostros les daban un aspecto andrógino y emitían una intensa aura celestial que hacía que cada persona en un radio de diez metros a la redonda terminase rendida a sus pies.
Como era obvio, los creyentes del mundo les recibieron con los brazos abiertos, estaban ansiosos por escuchar el mensaje que seguramente Dios les había encomendado darnos.
“Fue el Estado”: riesgos y retos del periodismo de investigación | Por Raúl Allain (*)
El reportaje radial “Fue el Estado”, producido por el periodista peruano Daniel Alarcón y emitido en su emblemático portal web “Radio Ambulante” (http://radioambulante.org/audio/fue-el-estado) aborda el problema de los riesgos que tienen los periodistas que investigan sobre los nexos de corrupción entre el narcotráfico y el Estado, que incluso los hace víctimas de asesinatos a manos de sicarios contratados por las organizaciones criminales.
Se aborda concretamente el caso de México, un país latinoamericano muy golpeado por el narcotráfico, y la labor de
«Sábados en el parque», un relato del escritor, poeta y traductor argentino Rodrigo Miguel Quintero
Los “no lugares o lugares de todos” tienen esa magia de sacarnos el tedio de una buena sacudida. En mi ciudad natal fue la plaza en homenaje a San Martín, donde aprendí a caminar y de premio mi madre me daba un abrazo cada vez que llegaba al monumento.
Siempre pensé que caminar era eso, hasta que me tocó caminar solo. Su mano se alejó, su presencia se hizo recuerdo. Quedé solo entre la multitud. Me senté a observarlos.
Un grupo de nenes jugaban en un monopatín algo gastado que en otra época fue color rojo. Un dejo
Una muestra del poemario: «Los días asincrónicos de Tina», por Carmen Rosa Orozco
Día 180 Luces y dedos.
Era una línea delgada y luminosasobre la cual andaba junto a los niñosque perdieron la vida por decisión de su madrecerraba los cuadernos y me hablaban desde el vientre:
–Ella prefirió la belleza y la estridencia, el sonido demacrado de cada palabra la desorientaba, tocabas la flauta dulce junto a la sombra de la luna la noche que fuimos succionados abruptamente; las serpentinas de papel crepé se agitan, enredas tus dedos en ellas, son color fucsia y
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