Los europeos que llegan a América se sorprenden de la brillantez del follaje otoñal. En la poesía inglesa no dan cuenta de semejante fenómeno, porque allí los árboles adquieren sólo unos pocos colores radiantes. Lo máximo que Thomson dice sobre este tema en su poema «Otoño» está en estos versos:
Mirad cómo se apagan los coloridos bosques,la sombra que se cierne sobre la sombra, el campo alrededor