Me gustas cuando estoy ausente, porque es cómo te callas,Y te oigo desde lejos, y tu voz no me toca.Me gustas cuando estoy distante y es cómo te callas.Y estarás quejándote, mariposa en arrullo,y te oigo desde lejos, y tu voz no me alcanza.Déjame callarte con la indiferencia mía.Me gustas cuando estoy ausente, porque es como te callas.Distante y dolorosa, como si me hubiera muerto.Un silencio entonces, una lágrima basta.Y estoy alegre, alegre de que sea cierto.
- Inicio
- Entrevistas
- Narrativa
- Microrrelatos
- Poesía
- Ensayos
- Artículos
- Reseñas
- Autores
- Literatura por países
- Mapa del sitio
- Archivo & Descargas
- Dossier #1 – EPUB
- Dossier #2 – EPUB
- Dossier #3 – EPUB
- Catalogo de revistas
- Outsiders
- Pandemónium
- Fotoreportaje
- Música
- Traducciones
- English Corner
- Colaboraciones
- Quiénes somos
- El Manifiesto
- *Webmaster»
Desde Asturias: «Descanso en paz», un microrrelato de Soraya Ratón Díaz
Desde Uruguay: «Soy del Bene», un relato de Adrián Sosa
Me recuerdo mirando hacia afuera, a través de las grietas en la pared de madera, ver la lluvia formando charcos barrosos en las calles de tierra del cantegril. Recuerdo que escuchaba crujir mis tripas, escuchaba los gritos, los reproches, los ruidos de ollas vacías golpeándose contra el suelo. “Ay mi dios, que no se enojen conmigo”, era mi único pensamiento.
Todo sucedió por seguir a Juan, por ver si era posible.
-¿Vamos a buscar a Luis? -me preguntó Juan-.Y yo fui.
A mi me gustaba jugar con Luis, me divertía, nos perdíamos entre caramelos y sonrisas, pero a Juan, Luis no le caía nada bien.
Caminamos los tres hacia el
«Desde mi ventana», un relato de Edinson Martínez perteneciente al libro «Una historia por descubrir»
El recuerdo es el perfume del alma
George Sand
Si la vida es un sueño. Un prolongado y repetido sueño al que nos convertimos una vez conocida la vida. Puede que ahora, tal vez sólo seamos uno de ellos... ¿Cómo podríamos saber si acaso no lo somos?... ¿Qué nos hace decir lo que realmente somos? No hay manera de saberlo.
–Tío... ¿qué ves?
– Las nubes y las montañas, ¡qué grandes son!
– ...Y tú, ¿qué ves...?
– ¡Levántame para ver... no alcanzo!
– ¡Sí, es cierto! ¡Ven para cargarte!
Selección de poemas de Yamila Greco
XTragarnochehastamorirenaltasventanasdeluzabro mis piernasen plena búsqueda lunary encuentro conejos
Panfleto de cuestionable filosofía: Aleister Crowley y El libro de la ley
En la ciudad egipcia de El Cairo, Aleister Crowley, acompañado por su esposa, Rose Kelly, comenzó a recibir un extraño mensaje de una entidad que se hizo llamar Aiwaz. Esta entidad le dictó a Crowley los tres capítulos que conforman «El libro de la ley» en tres noches consecutivas: 8, 9 y 10 de abril de 1904. En este post rescatamos algunos de estos mensajes alterando su orden.
I13. Estoy arriba de vosotros y en vosotros. Mi éxtasis está en el vuestro. Mi goce es ver vuestro goce.
«Dos poemas del escritor y poeta italiano Gian Ruggero Manzoni», en traducción de Yuleisy Cruz Lezcano
IL COLIBRI’Dal come si muovono nelle piccole cosescorgi l’indole degli esseri viventi;quindi, chi piccolo,ha già di suo la graziae la gioia della rugiadanonché il sapore del pollinenella sua aureola alata.IL CAPIBARASei il roditore più grandee, nella lingua guaranì,ti conoscono comele foglie sottili”.Anche tu ami la famiglia,
Un texto perteneciente al libro «El invencionero» de Denzil Romero
Una tarde del último verano que pasé en Francia, vagabundeando por los campos de Perigord, cerca de un castillo que se llama Maruelh, entré a un taberna. La indudable construcción románica del edificio, sus paredes de grandes masas de piedra, su techumbre de bóveda de cañón seguido, los arcos de medio punto que se abrían en el interior, sustentados sobre pequeños haces de columnas geminadas, hiciéronme sentir ilusorio, a muchos siglos de distancia. Gonfalones y arambeles de colores desvaídos ornaban inánimes los muros. Una anciana chimenea cubría buena parte de la pared de fondo. Junto a ella reposaban los bultos de podaduras de castaños, olivos y
Dos poemas de Francois Villanueva Paravicino
Las cenizas del ocaso
«porque la noche está de ojos abiertos»BENEDETTI
El arrecife de coral, al pie del abismo, era un dulceque paladeaba la hioides, la hioglosa y el septum medio.Podía alucinar aquel efecto de hachís como si bebiera el vinoy en mi sonrisa relampagueaba el invicto de las tragedias del arconte.Eran huracanes cuyo ojo yo domaba con látigos,disfrutaba las ofrendas como la artemia salina de lo efímero.Vislumbraba aquel sendero de espinas y rocas abruptas,
«After Dark» de Haruki Marukami, un artículo de Juan Martins
Marukami, nos introduce en esa relación de alteridad con la realidad. El tiempo se da en el contexto de los personajes. Quiero decir en el lugar del pensamiento de éstos. Pero cada realidad no es más que el fragmento de un tiempo, la estructura fractal de esa realidad se presenta al lector en diferentes tiempos que a la vez le son simultáneos en la recepción de aquel lector, el cual se desplaza durante las siete horas en el que se define el tiempo del relato: lugar y espacio se introducen mediante imágenes de lo urbano para su representación en la mente de quien lee (una dinámica abstracta en la que la formalidad del lenguaje se construye de manera heterodoxa, abierta). La ciudad es una metáfora, un giro
Rolando Reyes López: una selección de sus poemas
A una muchacha que esperoUna muchacha se asoma,golpea mi puerta,retira las llaves de la cerradura,me enseña sus heridas,dice algo sobre la gravedad del tiempo,recoge mis poemasy desaparece.El poeta presenteYo soy uno de esos toros azulesque alguna vez vino de las barandas del tiempomientras otros poetas disfrutan las cervezasy de las señoras de vestidos
Desde Oaxaca: «Si no los perros, la gente», un relato de Antonio Pacheco Zárate.
Los perros aullaron la noche entera. El eco de sus aullidos provocó el canto atemporal de las cigarras y apresuró los insomnios de marzo; por eso don Simón se levantó de mal humor.
—Como si no fuera bastante con ese enjambre que no nos deja vida —le dijo a su esposa.
—Se va a morir alguien —respondió doña Sara y subió una olla de peltre al brasero.
—¿Pudiste dormir y lo soñaste?
—Lo soñaron los perros. Por eso aullaban.
Apoyó el hombro en la jamba y perdió la mirada en el verde de las montañas, donde en tiempos remotos había aparecido la milagrosa imagen de la virgen del silencio.
Versos para mi muerte: Liz Gallegos
Desde la ventana entreabierta de esta habitación violetaContemplo caer hojas secas por el vientoCrujen oxidadas las bisagrasY en penumbras me desnudo frente al espejoMienten mis piesPorque no saben cómo decir que el tiempo se me acabaY que no podrán soportar más este cuerpo cansado.Dejo caer la ropa al piso y me detengoMe detengo ahíDonde la muerte dejó una cicatrizCuando se presentó frente a mis ojos incrédulos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
ENTRADA DESTACADA
Vindicación del Caos · por Alberto Jiménez Ure
En el vasto escenario de la naturaleza y la destructiva influencia del hombre, surge la "Vindicación del Caos" de Alberto Jiménez...
