Poemas de 'Yusef Komunyakaa'


Camuflando la quimera

Nos atamos ramas a los cascos.
Nos pintamos las caras, y los fusiles,
con el fango de la orilla del río,

colgamos manojos de hierba de los bolsillos
de nuestros uniformes de camuflaje. Nos
fundimos con la selva
contentos de que los colibríes se fijaran en nosotros.
     

Poemas de 'Tadeusz Rozewicz'


Vi a unos locos

Vi a unos locos
caminaban por la superficie del mar 
creían hasta el final 
y se ahogaron

aún hoy voltean 
a mi insegura barca

rechazo estas manos 
sepulcrales 
yo cruelmente 
vivo

"Estupor y temblores: La fascinante obra literaria de Amélie Nothomb"

"Estupor y temblores: La fascinante obra literaria de Amélie Nothomb"

Mi espíritu no pertenecía a la raza de los conquistadores, sino a la especie de las vacas que pacen en las praderas de las facturas esperando la llegada del tren de gracia. ¡Qué hermoso era vivir sin orgullo y sin inteligencia! Hibernaba.

Yo reino. El poder no me interesa. Reinar es mucho más hermoso. 

Novela: 'Años de perro', de Günter Grass

Novela: 'Años de perro', de Günter Grass

Primer turno de madrugada x Cuenta tú. No, cuente usted. O tú cuentas. ¿O ha de empezar acaso el actor? ¿O los espantapájaros, todos a la vez? ¿O vamos a esperar a que los ocho Planetas se hayan apelotonado en el signo del Acuario? ¡Hágame el favor de empezar usted! Al fin que en aquella ocasión fue su perro. Sí, pero antes que mi perro, ya su perro y el perro del perro. Alguien tiene que empezar: tú o él o usted o yo... 

'Aquellos días en Odessa', relato de Heinrich Boll

'Aquellos días en Odessa', relato de Heinrich Boll

Hacía mucho frío en Odessa aquellos días. Cada mañana íbamos al aeropuerto en grandes y ruidosos camiones, por la carretera mal adoquinada. Allí esperábamos, muertos de frío, a los grandes pájaros grises que rodaban por el campo de aterrizaje. Pero los dos primeros días, cuando estábamos a punto de subir a bordo, llegó una orden en sentido contrario, porque sobre el mar Negro había una niebla muy densa, o bien demasiadas nubes, y volvimos a subir a los grandes y ruidosos camiones y regresamos al cuartel por la carretera empedrada. 

Poemas: Ruth Weiss y Diane di Prima


Segundo día 
Ruth Weiss 


hay que desecharlo todo
apuntes —— números
todas las referencias
incluso la adoración de la nada
espejo —— memoria
todas las bisagras
las puertas giratorias hacia lo posible
incluso el calor — frío
las espaldas desconocidas

Poemas: «Carniceria» y «Supervisores Celestiales...», de Charles Simic

Poemas: «Carniceria» y «Supervisores Celestiales...», de Charles Simic

A veces, caminando tarde en la noche
Me detengo ante una carnicería cerrada.
Hay una sola luz en la tienda
Como la luz con la que el condenado cava su túnel.

Un delantal cuelga sobre el gancho:
Sobre él sangre untada forma un mapa

Selección de poesía de Antoni Tàpies Barba

Antoni Tàpies Barba

HUELLAS

No hago más que seguirte,
por caminos y agrestes bosques,
peñascos arriba, donde anida la niebla
y muere la luz demasiado clara.
Siempre siento tus pisadas,
tu paso firme sobre la roca.
Muy a menudo te pierdo –me pierdo-
y te veo en la cumbre que me esperas.
Rastreo tu huella
tanto en la nieve virgen como en la tierra arada.
Es difícil seguirte cuando la luna se oculta

Poema: «Dióxido de carbono», de N. Krishna Kumari

Nayani Krishnakumari

Soy dióxido de carbono
El enrojecimiento apenas visible
Entre hombre y hombre,
Llamas en recovecos de conciencia
Yo extingo.
Destellos de tejidos marrones,
Conozco la medio-loca despreocupación.
La fea y deformada curva de la mofa

Poemas: «Rompecabezas» y «Momia», de Attila Balázs


¿Hoy es lunes o viernes?
si fuera domingo, sería mayor el silencio
Ensamblo mis miembros desde el baño,
desde el dormitorio, la cocina
- En tales momentos, en la mañana -
Los junto como un rompecabezas

Números y letras se confunden en el calendario
De modo que si se mezclan el caos sería mayor
Miro la red o leo el periódico para ver

«Tortura», un poema de Wislawa Szymborska


Nada ha cambiado.
El 
cuerpo es susceptible al dolor,
tiene que comer y respirar aire y dormir,
tiene piel delgada y la sangre justo debajo,
un adecuado surtido de dientes y uñas,
sus huesos son quebrables, sus articulaciones estirables.
En torturas todo esto se toma en cuenta.
   

Poema: «La mujer lapidada hasta la muerte al caer la noche», de Goenawan Mohamad


La mujer lapidada hasta la muerte al caer la noche
miró a lo largo de la llanura.

El sol estaba aporreado. La silueta urbana,
una quemadura de primer grado.
La noche invadía, y la oscuridad,
como un fantasma, chupó toda su sangre
empapando el cielo del ocaso.
  

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