"Poesía desde Revel, Midi-Pyrenees: Consuelo Arriagada Saavedra"

Desde Revel, Midi-Pyrenees: Consuelo Arriagada Saavedra | Poesía

Desde la torre de sal el viento desanuda sus pasos terrestres, las estaciones deambulan esféricas por la orilla del mar. 
Creí haberte dicho que el voraz olvido nos acecha y que un día te preguntarás si el de hoy eras tú o si alguien en sueños te susurró esta historia. El tiempo, ese gran desmadejador, arruina también la unidad de la conciencia. 

Y ahí vas
pasajero de un tren 
hacia un lugar sin retorno 
mientras la lluvia cae
y el viento arrulla
sobre tus pasos
la cabeza desnuda.

«La espera», un relato de Alejo Tomas Ambrini

El café es una poronga. Está aguado, el filtro sucio y el aspecto de los mozos, viejos, dejados, ¡babosos! ¡Si se vieran la caras! Habiendo tantas cafeterías elegantes y distintivas me cita aquí. Espero que se avive y la próxima sea de noche, en una cervecería o un restaurante coqueto de la zona de Palermo, con luces de filamentos, mesitas afuera, colores y onda. La gente que está acá ni sabe a qué viene, ¿de costumbre? Sí, de costumbre.
¿Estaremos entrando en una rutina? Encima toda la gente que viene acá es gente grande y nosotros no. Pedro se recibió a los veintinueve, hace dos años labura en la secretaría de economía de gobierno y yo veinticuatro. Él puede sentirse viejo, pero yo no.

«Un viejo de mierda», relato del autor y dramaturgo argentino Oscar (Tato) Tabernise

Hace dos horas que la enfermera me tiene sentado en la vereda, asándome al sol, porque la turra de mi hija cree que me hace bien. Para colmo me pishé encima y tengo que bancarme el pañal mojado. Esa es la manera de ocuparse del abuelo que tiene mi mierdosa familia. Hoy a la noche me van a festejar los noventa y cuatro años que cumplí la semana pasada. Ese día nadie podía y lo aplazaron para hoy, como si fuese lo mismo. Son una manga de hipócritas. Como si yo no supiera que están esperando a que reviente para repartirse la herencia. ¡Por mí se pueden ir todos a la recalcada concha de su madre!

El génesis en la obra de David Lynch

David Lynch. Reconocido admirador de Stanley Kubrick, Jacques Tati, Ingmar Bergman y Werner Herzog, su amor por el dadaísmo y el surrealismo queda patente en algunas de sus películas, cuya misteriosa atmósfera mezcla lo cotidiano con lo soñado, escapando a veces a la comprensión exhaustiva del espectador. Estos rasgos están presentes desde su primer largometraje. De su paso por la Corcoran School of Art, en Washington, se derivó una vocación pictórica que luego pudo enriquecer en la Boston Museum School. En relación a este centro, fue más que notable el influjo de algunos profesores que supieron encauzar en Lynch un deseo de transformar sus pinturas de aire surrealista en cortometrajes experimentales. 

«Pinza-mientos», un poema de Alexandra

¿Te acuerdas la tirita que una vez te hice?
Era un corazón con un dedo
o un dedo corazón,
como si pudiera apagar la pena
con una sola falange.
Era para que cicatrizara antes,
para cuando te encontraras con algún animal herido
y te tirara abajo las estrellas
o te levantara la falda de las tristezas
sin vicio ni beneficio,
hasta vomitar el alma-bengala.

-Ahora te levantas la tapa,
la herida
y hasta el dolor-

Era para que tiraras la casa por la ventana
o la ropa sucia

Erick Diez: Creo ser yo el problema | Poesía

"Tengo ganas de vivir ,
de devolverle el golpe al golpe ...
pero todo se pudre dentro de mi corazón.

prendo el cigarrillo y el humo se cuela 
por entre las rendijas de este cuarto 
    con olor a encierro.

Esta noche todos mis huesos son ajenos ;
(quizás los enterré dentro de otros cuerpos 
        o quizás en otras almas 
      en alguna noche de juerga)...

-Que poco he muerto- pienso.

hay un vacío en mi que no dejo

Desde La Patagonia: «Un día en la farmacia », cuento de Rodrigo Miguel Quintero

Salí con cierto sabor amargo. Te dicen andá y hacé este trámite, comprame este remedio. En mi cabeza era “¡estoy para atrás, rajá y conseguime un buscapinas!”. Al mal tiempo, buena cara. Salí con la prisa de siempre.  

Afuera soplaba un vientito rancio y olía a silencio, de ésos que se cortan con serrucho. En ese entonces, vivía relativamente cerca de la avenida principal. Decidí hacer el camino largo. Algo tenían estas pausas breves. Caminé lento.   

La calle estaba muy vacía. Los negocios se regalaban a un cliente que había desaparecido tras la gran pandemia. No se solía ver

«Por el mar de las cosas» un cuento de Alejandro Castro

Alea homo faber
-El hombre fábrica su suerte-

Damir Binitsky tenía setenta y siete años. Sus padres habían llegado a México en 1928, en la ola de migración del caído Imperio Otomano. Hablaban ladino, un dialecto parecido al español; eran descendientes sefarditas, según entendía Damir, aunque su nombre original se perdió entre los recovecos del parentesco. Inicialmente habían intentado llegar a Nueva York pero el barco no recibió permiso en la Isla de Ellis y solo una treintena de migrantes pudo descender. La pareja Binitsky tuvo que seguir su camino y pagar

Huerto Pródigo | José Alberto Capaverde “El Seis”

Me perdí entre tus huesos helados. 
Pechos de vainilla. 
Sonrisas de bosques en Abril. 
Girasoles. 
Giralunas. 
Sobre tus hombros una carga de miradas. 
El sol se desangra. 
Tus ojos puertas clausuradas. 
Un abedul se masturba. 
Tus brazos primaveras en invierno. 
Corazones gélidos. 
Follaje de ausencias. 
Lluvia orgásmica. 
Tu sonrisa, huracanes violentos. 
Buganvilias tus labios. 
Tus amores, espinas de rosas negras. 

Rosana E. Traverso | Poesía

¿Cuándo fue que la abulia
se apoderó de tus ojos
y no moviste más 
que el péndulo
de la espera?

Sabías que el paisaje 
se mueve y sin 
embargo te 
quedaste.

La pregunta es dónde
¿Qué lugar es ese?
Ese territorio de piedra
sin mar, la flor mustia
de un pasado sediento.


Ese pasillo
de láminas de algodón
se tiende como un laberinto

Literatura fantástica: «La otra noche de los sueños», un texto de Alex Armega


Convertido en un muñeco corría descalzo por el jardín que era una selva. Mi tamaño se había reducido al de un soldado de plomo. El sueño se tornó pesadilla cuando vi venir a nuestro gato. Me oculté detrás de una margarita. Parecía un león o una pantera, caminaba con gatuno sigilo, como si temiera despertar al hombre que lo sueña.
Nadie recuerda muy bien lo que le sucede en un sueño. Lo inventaré de nuevo: si en el sueño el jardín era una selva, y el gato un león o una pantera, la paloma parecía un pavo americano cebado para el día de acción de gracias. A prudente distancia, para no espantarla, nuestro gato escondió la cola y bajó el lomo. Agazapado como un tigre esperó

"Entre el caos y la reflexión: Una conversación con Juan Carlos Vásquez". Por Wafi Salih

“Me pareció fantástico poder crear un escenario donde las víctimas pudieran vengarse de sus agresores: personas aparentemente frágiles que dan rienda suelta a su ira cuando son estigmatizados”. 


Entrevista a Juan Carlos Vásquez


“Necesitamos el valor de ir hasta los márgenes, de penetrar en todo para sabotearnos y violar la rutina que nos imponen, alimentas el texto y auto justificas tus más descabelladas acciones”. 

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