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Pospandemia
Abrieron los compartimentos después de la matanza y los que sobrevivieron salieron despedidos hacia las mesas para devorar las tapas, tomar el vino y atiborrarse de cerveza. El pueblo apareció dividiéndose en grupos a las puertas de los bares.
A unos cuantos kilómetros, los habitantes de otros caseríos a esa hora dormían o se desperezaban frente a la televisión. En un plató de fondo azul, el presentador contaba los chismes de última hora: infidelidades, intrigas y abusos en las altas esferas de las élites rosas.
«La casa de Leo», un cuento del autor serbio Stjepan Čuić
Todos los que hemos crecido después de cambio recordamos bien el día cuando a Duvno llegó el señor Leo Rubić y eso no debido a que ese día fue especialmente soleado y tibio, inusual para ese período del año, ni tampoco porque el señor Leo llegó a la ciudad por el camino del
«Fría la carne de la revelación», un poema de Maria Augustina Hâncu (Moldavia)
Lo vi por primera veza decenas de metros de distancia,entre centenares de miradas estudiantiles.Perdida, precipitaba mi paso, corría,tras de mí me tomaban los ojos de fuego.Los granos de arena sobra la
'La tortura y el derecho a la rehabilitación en el Perú', artículo de Raúl Allain
En el Perú, desde el inicio de la República, las relaciones sociales, políticas y económicas se configuraron a partir de los remanentes del colonialismo y el régimen estamentario y semifeudal.
Además, la falta de una élite que pudiera implementar un proyecto nacional hegemónico integrador y funcional,
2957 / 17032 - Nuestro sol era una máquina de fabricar sombras, un relato de Daniel Frini
Es la típica fotografía de último curso de la secundaria: una fila de cuatro mujeres de pie, atrás, y cinco sentadas en el frente, todas vestidas con camisa blanca y pollera azul, levantada y sujeta por el cinturón hasta parecerse a una minifalda. A la izquierda, de guardapolvo blanco impecable, también parada y algo separada del grupo, la profesora Cervetti, de geografía.
"El nocturno" y "Correspondencia", dos relatos de Alejandro Salas
El nocturno
Había aprendido con los meses a reconocer cada esquina de su andén, a interceptar los sonidos y desfigurarlos de la irrealidad, había hecho coincidir esa añoranza de buscar nuevos rincones y tener hallazgos en el mismo conocimiento; era indudable que el Nocturno había aprendido a entenderse a lo largo de sus horas de trabajo.
Poemas de Ida Gramcko (Venezuela, 1924-1994)
Atienda aquel que dijohallar dicha y sosiegoen un sueño beatífico y tranquilo;atienda a lo que digo y lo que creo.¿Sabes, nocturno amigo,a qué cosa en verdad llamamos sueño?Atiende, hermano mío,
'El secreto', cuento de Santiago Garcés Moncada
Todos hablaban de ello en la ciudad, no había persona que no hubiera escuchado por aquellos días el nombre de Erick Sanders, el mejor dramaturgo de Australia que llegaría esa noche a presentar su última obra de teatro en el Sydney Opera House, se sabía que se harían tres funciones por semana durante todo el mes, pero lo que más expectativa creó sobre lo que él llamaba su “obra maestra” fue la rápida venta de los boletos, pudiendo vender en apenas unas horas los boletos de todas las funciones.
'Confidencias paternales', relato de Gabriel Valdovinos Vázquez
Esta noche el majestuoso plenilunio potencia mi sensibilidad y mi nostalgia. Las vivencias de mi infancia se conjugan con la vorágine de emociones que actualmente conforman mi realidad, haciendo imprescindible uno de esos reconfortantes encuentros contigo, de los cuales obtengo siempre una respuesta, una alentadora esperanza, una palabra de aliento o simplemente un hombro donde apoyarme, para, junto a ti, enfrentar las tempestades.
Desde Venezuela: una muestra poética de Emilia Marcano Quijada
Elegía a mi mismaDemasiada claridad se asomapor la ventana,demasiado calor,cientos de botones, ojales,cerrojos y callejones que jamás fueronel legítimo color de la muerte.Me aproximo a la historia que no está,miro el corredor que lleva al patio,corre un cauce de lavasobre la cubierta del libroque tanto leía,
'Otro actor a la deriva', relato de Román Hernández Herrán
A Leonardo Ortizgris
Mi agente siempre me decía Es una oportunidad única, Harry, ¡única! Por muy nimia, degradante o absurda que fuera la faena, por poco que redituara o por mucho que dañase la imagen y el autoestima y consecuentemente las futuras posibilidades de un actor serio y de amplio espectro (como lo soy yo), se trataba siempre de una oportunidad «única»... Vaya sabandija.
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