El nocturno
Había aprendido con los meses a reconocer cada esquina de su andén, a interceptar los sonidos y desfigurarlos de la irrealidad, había hecho coincidir esa añoranza de buscar nuevos rincones y tener hallazgos en el mismo conocimiento; era indudable que el Nocturno había aprendido a entenderse a lo largo de sus horas de trabajo.