'El silencio de la escucha', texto perteneciente al libro 'Tacet, un ensayo sobre el silencio', Giovanni Pozzi


Para escuchar conviene callar. No solo obligarse a un silencio físico que no interrumpa el discurso ajeno (o que, si lo interrumpe, lo haga en función de una escucha posterior), sino también a un silencio interior, o sea, a una actitud dirigida a acoger la palabra ajena.

Hay que imponer silencio al trajín del propio pensamiento, calmar el desasosiego del corazón, la agitación de las preocupaciones, eliminar toda clase de distracción.

"Otoños paralelos", un poema de Julia de la Rúa

Hay otros otoños, no de hojas secas de árboles que permiten que caigan libres
Libres de ser pisadas
Libres de ser barridas por grandes escobas manejadas por hombres pacientes
De ser recogidas con mimo
Decoradas o soñadas, amadas

'El columpio', relato de Sara Ixchel Godinez González

No puedo escuchar el ruido de los columpios, es horrible, siempre que escucho ese sonido, tan definido por el subir y bajar de su rechinido, tan inconfundible, lloró. Me recuerda a mi niñez…
Ese recuerdo de niñez, en el jardín verde de mi casa, con la brisa de la mañana y con un tono grisáceo en el aire, el olor de la humedad en ese ambiente y mis botas de hule rojas, estaba agachándome para ver los

'Discípula de Jung', relatos de Wafi Salih


ARQUETIPO

Intentaba contradecirlo, explicarle, al menos explicarle, que deseaba no estar sin él, los dientes rechinaban, silbaba las vocales, eran lagartos de agua que se desparramaban, formando un

'El domador', relato de J. R. Spinoza


      El circo de los hermanos Silva era famoso por su espectáculo de leones, en el cuál las bestias mostraban su destreza brincando aros de fuego y caminando sobre dos patas. Recorrían la República Mexicana de norte a sur. Ulises Silva tenía más de veinte años siendo el domador del circo. Yo me escabullía detrás de las gradas para verle ensayar. Si tuviera que escoger cual de sus prácticas me impresionó más, sería la siguiente:

'Las palomas de mi ciudad', poema de John Francis


En mi ciudad 

las palomas no vuelan, 

ni sueñan que tienen alas, 

tampoco saben que ellas 

son el símbolo de la paz. 

Las palomas de mi ciudad 

viven en calles con rejas, 

'Caos a las tres de la mañana', relato de Freddy Quiñones Serran


Me pregunto: ¿qué vacío el mío a estas horas de los duendes?, donde todo es posible si abrazo desesperadamente un poco de imaginación, pero soy testarudo y no lo hago, me oculto en los ágrafos pensamientos. Mejor descanso y mañana lo escribo, me digo. ¡Vaya estupidez! Como si las palabras, las ideas, se mantuvieran fijas, dispuestas a ser apreciadas cuando tenga la gana de hacerlo. Lo que sea que vaya a ser escrito a las tres de la tarde no será lo mismo a las dos de la mañana. Las palabras son como las aguas de Heráclito, se mueven eternamente por los abismos y las constelaciones perdidas, por lo cual nunca serán las mismas; se

Tres cuentos de Ale Montero

Tres cuentos de Ale Montero

Silente

Era un espacio multidimensional, oscuro, postapocalíptico. Flotaba en aquel negro cosmos. ¿Este universo era astronómico o microscópico? Tal vez me desplazaba dentro de un átomo. Vi una puerta en medio de la nada. Me acerqué flotando lentamente. De la mirilla se escapaba un penetrante resplandor. Observé por ahí. Quedé inmóvil. Me vi observándome por la mirilla. 

Poema: "Nombrarte es sonreír", de Dante Vázquez M.

Pienso que te pienso, América querida,
como madre, amiga y amante guerrera, 
amordazada a merced de la ceguera 
de tu sangre en la revolución perdida.

América, madre, vida colorida, 
es tu flora y fauna riqueza sincera, 
canto natural que inspira y nada espera, 
el amor real que sana toda herida. 

'El festin', poema de Adrián Calderín Gutiérrez


En féretro de siglos el vampiro

yace. Algunos esperan su regreso 

del más allá. Se profetiza un beso

fatal y demoniaco. En su retiro


secular se fraguaron bacanales

y conjuros mortales, sacrificios

de vírgenes doncellas. Los inicios

del rito se preparan. A raudales

Ensayo: 'Pequeño gran discurso para Arno Schmidt, de Günter Grass

Ensayo: 'Pequeño gran discurso para Arno Schmidt, de Günter Grass

HAY que saber honrar a un colega. Es la primera vez que ejerzo este oficio en público: así, se vuelve una aventura alabarlo a usted, estimado Arno Schmidt, y tratar de argumentar en nombre del jurado por qué le adjudicamos el Premio Fontane de Berlín. Para quien no lo sepa aún: Arno Schmidt vive entre nosotros desde hace 50 años; y cuando abrimos la boca —incluso quienes no lo hayan leído—, caemos en su forma de expresión: Arno Schmidt contagia.

Poema: "Natalicio XIII", de Ihmisiä Vihaava Gotiikka


Este dolor insensato,
De pulmones rotos, que aclaman
Hacia los bosques pusilánimes
A mi alma para la atención de un auxilio remoto
Puede ser un temple, sabor a lágrimas de antaño
Que por lo menos dejare con sangre
Algo de la esencia que ha dejado este mundo
Son mis tormentas de papel.

ENTRADA DESTACADA

Vindicación del Caos · por Alberto Jiménez Ure

En el vasto escenario de la naturaleza y la destructiva influencia del hombre, surge la "Vindicación del Caos" de Alberto Jiménez...