No temas a los fantasmas que pueblan esta casa; ellos
son el menor de tus problemas.
Personalmente, los ruidos que hacen me reconfortan.
Los crujidos y pisadas en mitad de la noche,
los objetos que desaparecen o cambian de sitio, a mí
me resultan entrañables, no irritantes. Hacen que me sienta
en este lugar como en mi propio hogar.
Habitado.
Aparte de los fantasmas, nadie se queda aquí mucho tiempo.
Ni los gatos, ni los ratones, ni las moscas, ni los
sueños, ni los murciélagos. Anteayer vi una mariposa, era una monarca,
creo, que iba bailando de habitación en habitación
y se posaba en las paredes y se quedaba junto a mí.
No hay flores en esta casa vacía,
y la mariposa, asustada, se moriría de hambre, así que
abrí una ventana de par en par,
coloqué mis manos alrededor de su alado ser,
sintiendo cómo sus alas besaban suavemente mis manos,
la saqué de allí, y se alejó volando.
Las estaciones se me hacen eternas aquí, pero
tu llegada mitigó este gélido invierno.
Echa un vistazo por ahí. Explora bien, a tus anchas.
He roto con la tradición en ciertos aspectos. Si hay
una habitación cerrada con llave aquí, nunca lo sabrás.
No encontrarás
huesos viejos ni cabellos
en la chimenea del sótano. No encontrarás sangre.
Mira:
sólo hay herramientas, una lavadora, una secadora, un
calentador y un manojo de llaves.
Nada que pueda alarmarte. Nada siniestro.
Quizá yo sea algo triste, tan triste como cualquiera
que haya sufrido lo mismo que yo. Calamidades,
imprudencias o dolores, lo peor es siempre la pérdida. Verás
el desengaño grabado en mi mirada, y soñarás
con hacerme olvidar cuanto me ha pasado antes de que tú
pisaras esta casa. Trayendo la calidez del verano
en tu mirada y en tu sonrisa.
Mientras estés aquí oirás, como es natural,
a los fantasmas, siempre en la habitación de al lado,
y puede que despiertes a mi lado en mitad de la noche,
sabiendo que hay un espacio sin puerta,
sabiendo que hay una habitación cerrada
que en realidad no está aquí. Oyendo
sus escaramuzas, sus ecos, sus golpes y aldabonazos.
Si eres lista correrás afuera a refugiarte en la noche,
te alejarás volando hacia el frío
vestida quizá con tu más fino camisón.
Los duros guijarros de la entrada
lastimarán tus pies que, sangrando, seguirán corriendo,
y así, si yo quisiera, podría seguirte,
saboreando la sangre y los océanos de tus
lágrimas. Pero, en cambio, me quedaré
aquí, a solas conmigo, y pondré
una vela
en la ventana, mi amor, para guiarte cuando vuelvas a casa.
es como voy a recordarte,El mundo revolotea como los insectos. Creo que así
escuchando los aposentos de tu corazón.con mi cabeza reposada sobre la blanca curva de tus senos,
Neil Richard Gaiman (Portchester, 10 de noviembre de 1960) es un autor de historietas y escritor inglés. Cultiva el género fantástico. +
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