«El bus de la cinco de la tarde», un relato de Héctor Medina

Es insistente el sol sobre la ventanilla, dejando entrever por instantes la silueta de la cordillera. El bus no va más de cincuenta kilómetros por hora. El conductor se afianza sobre el volante, bajando y subiendo los cambios constantemente. Al lado de mi silla va una señora de cincuenta años, achacada, con un bolso y mira a la montaña como recordando algo. Recuesto la cabeza en la poltrona y cierro los ojos. 
Los frenos me despiertan a cada rato, sintiendo que el bus se choca o algo parecido. Se sube una mujer con niños en brazos y una maleta, sentándose al otro lado. Saca el tetero de alguna parte y se lo pone al bebé en su boca. Mientras miro mi reloj que

«La política al servicio del ciudadano», un artículo del sociólogo y escritor Raúl Allain (*)

En un reciente documental de sensibilización, se le pregunta a diversos jóvenes respecto a si estarían dispuestos a participar en política. Lamentablemente, casi el total de las respuestas es un rotundo “no quiero participar en política porque hay mucha corrupción”.
Es penoso, pero existe una total desconfianza a todo lo que significa labor política a raíz de que en el Perú los últimos presidentes de la República están o en prisión o investigados por el Poder Judicial (al igual que muchos gobernadores regionales y alcaldes) por diversos delitos como peculado, lavado de activos, asociación ilícita, colusión, malversación de fondos, entre otros.

Ana Patricia Moya | Selección de poemas

EL TOC

Antes de salir de mi casa
me aseguro
de que las alargaderas de mi habitación y despacho 
estén desenchufadas
-cargador del teléfono móvil incluido-
que las luces del balcón y del cuartillo de la cocina
estén apagadas
también la llave del gas, los botones del fogón,
la estufa del salón
-o, en su defecto, el ventilador del techo
del dormitorio de mis padres-
y que las puertas de la nevera y del congelador estén bien cerradas

«El pornografo», un texto perteneciente a «Barón Biza “El inmoralista"» de Christian Ferrer

Retrato Jorge Baron Biza, 1989

La tapa, y su correspondiente ilustración, están impresas a tres colores: rojo, negro y plateado. Rojo era el color de la calavera, negro el de la sombra por ésta proyectada, plateado el de la guadaña. Roja la huella de sangre en la hoja de la guadaña, negros los huecos oculares, plateado el color de base. En la contratapa, un manchón rojo, una suerte de escupitajo de sangre, se extiende sobre un fondo brillante. El título, El derecho de matar, y el nombre del autor, Barón Biza, en rojo sobre plateado. Es imposible que el voluminoso tomo, del que se editaron 5.000 ejemplares, no atraiga la atención, especialmente si se tiene en cuenta que su tapa y contratapa han sido laminadas en

Desde Granada: «El juguete», un relato del escritor castellonense Carlos Almira Picazo

Cuando faltaba menos de una semana para el Cumpleaños del Fundador (que coincide con la Refundación de Ciudad Feliz), Félix Ugarte decidió darle una sorpresa a su chico, y apareció una noche cargado con un regalo.
El paquete que contenía el mecano era tan grande, que resultaba difícil e inútil esconderlo hasta el día siguiente. Ese martes Félix hijo cumplía siete años. Era su único hijo y probablemente no tendría más. Cada noche antes de acostarse le revolvía el pelo rojo con sus grandes manos de estibador, y le daba un beso.

«El retrovisor de Blas», un cuento del escritor y sociólogo español Jorge Cappa


—Por donde se llegue antes, por favor. —respondió Andrés, sereno.
Blas miró por el retrovisor, no dijo nada y, cuando el vehículo tomó la suficiente altura, aceleró la marcha.
Andrés se estiró en su asiento, abrió un poco las piernas y miró el reloj. Eran las 19:15 horas, así que iba a llegar bien de tiempo. Se quedó callado y parecía tener la mirada perdida en algún lugar fuera de allí.
Cuando ya estaban a mitad de camino, Blas pensó en la conversación que un rato antes había tenido por micropantalla con Matilde, su mujer. “La tarta para Nuria”, recordó. “Quizá mejor de fresa y nata, sí. Seguro

«Poema XI», por Lawrence Ferlinghetti

El mundo es un hermoso lugar
Para nacer
Si a Ud. No le importa que la felicidad
No siempre sea
Tanta diversión.

 Si a Ud. No le importa un golpe infernal
De vez en cuando
Justamente cuando todo está bien
Porque ni en el paraíso
se canta
todo el tiempo.

El mundo es un hermoso lugar
Para nacer
Si a ud. No le importa
Que la gente muera
Todo el tiempo

Desde Santiago de Chile: «Giuseppe Adami, 57» un relato autobiográfico de la autora brasileña Caroline Cruz

Doña María es el ser humano más tierno que he conocido. Lo que siento es tremenda gratitud por haberme encontrado con ella y por la influencia que dejó en mi vida, aunque su participación haya sido muy fugaz. Yo tenía alrededor de siete años cuando nos vimos por última vez y me acuerdo de muchos detalles de aquel encuentro, ya que se trataba del funeral de su yerno. A esa edad es así; uno no decide quién se queda o quién se va de su vida y la necesidad de cambiarnos de casa algunas veces en el transcurso de la niñez me desregaló algunas despedidas antes de antes de tiempo y amistades partidas por la mitad. No fue distinto con aquella tranquila señora; una María más entre tantas.

Dos textos de Alan Pauls perteneciente al libro «Trance: un glosario»

anacronismo. Tal vez leer sea la última práctica continua que quede en el mundo. Hay otras —la música, por ejemplo—, pero ninguna que haga de la continuidad una razón de ser tan despótica como la lectura. Leer es someterse a un imperio extinto: el imperio de lo lineal. Imposibilidad de abreviar, tomar atajos, skipear (sin poner en peligro, desde luego, la comprensión de lo que se lee). Si la lectura es hoy una gran práctica anacrónica —la otra es el teatro— es precisamente por la insolencia, la desfachatez, incluso la provocativa ingenuidad con que exhibe los blasones de una cultura del encadenamiento, la

Un poema de Yalal Ud-Din Rumi

En el principio fuiste mineral,
después te volviste planta;
luego te convertiste en animal:
¿cómo ibas a ignorarlo?
Después te volviste hombre.
Cuando hayas trascendido la condición
de hombre te convertirás, sin la menor duda,
en ángel.
Supera incluso la condición angélica:
penetra en el Océano,
para que de gota de agua puedas transmutarte
en mar...

 

Desde Bruselas: «Doña Susana vanguardista de la tolerancia», un relato del autor napolitano Giacomo Perna

Todos condicen con que Doña Susana no resplandece por su simpatía, ni tampoco por su gentileza. Es una señora algo amargada, con un carácter que, dependiendo de la bondad de quien la describe, oscila entre lo firme y lo verdaderamente hijueputa. Podría ser normal, considerando la edad, pues otro humano más que sobrepasó el número de primaveras tolerables para la paz del ánimo, pero la verdad es que ella siempre fue así. Además, diferentemente de sus símiles, la vejez no apaciguó sus centelleos de ira ni atenuó su proceloso espíritu. Tal vez que por esto se quedara soltera, pues vaya a aguantar semejante personalidad. Según los comentarios iniciales de su

«Todas las que soy», un poema de la autora cubana Rosa Yamilet Calcines Martínez

Ha querido crujir el seco estío  en mis resecas fibras y aún soy yo. 
Pino Ojeda

I

Puedo ser una y mil veces la bruma o la estirpe de domingo. Dentro de mi nostalgia encontrarán las diferencias y el porvenir del amor. En mi castidad fecundo embriones con los brazos sobre la tierra y una puerta al sol. Sobrevivo a las bacterias como los dioses eriales. Uña a uña escarbo las costillas de Apolinar. Los duendes prosélitos son comitiva de mis pasiones y de los hombres extirpo el plasma de la inmortalidad, me trasfundo en su hiel. Soy abeja negra con los recursos y emponzoño. Juego al

ENTRADA DESTACADA

Vindicación del Caos · por Alberto Jiménez Ure

En el vasto escenario de la naturaleza y la destructiva influencia del hombre, surge la "Vindicación del Caos" de Alberto Jiménez...