Te busco en los sonidosque respiran la historia.Te busco en la nómadabúsquedadel alimento primitivo.Te busco en las lucesde quásares ignotos.Te busco en las cotidianasmañanas del hastío.Te buscoqueriendo atrapar el tiempocon el teléfono, con la informática,con la intelectual aventura.Te busco, te busco...
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Poemas para Alejandra Pizarnik: «Te busco», de Ana María Manceda
Let Me Tell You, What I Mean: «Fathers, Sons, Screaming Eagles», Joan Didion
“I hope you don’t think I’m a hippie,” said the man to whom I was talking in the Crown Room of the Stardust Hotel on the Las Vegas Strip in Las Vegas, Nevada. “I’m just kind of, you know, growing this beard.” His name tag said Skip Skivington. He was probably in his early forties and he had been at Bastogne with the 101st Airborne Division in 1944 and his voice was gentle and apologetic and I had not thought him a hippie.
«Ojo de cerradura», un poema de Pierre Turcotte
tu ojo se atascó en el ojo de la cerradurauna otra vez¿por qué no simplemente entrar?traigo aceite de cerradurapara liberarlopero me ves venircomo una mala llavemientras estoy lleno de amorporque hicisteesta indiscreciónque fue fatal para tiuna cerradura es una cerraduracomo un candado es un candadoy un ojo es un ojo
'La casa del ojo rojo', relato de Juan Luis Henares
Despertó aturdido. Pronto comprendió el motivo: sonaba el timbre de su celular; pensó que sería las seis menos cuarto, hora en que se levantaba para ir al trabajo. Encendió su velador, el viejo reloj que colgaba de la pared marcaba las dos y veinte; recordó que era sábado, día en que no trabajaba. Atendió con torpeza y le respondió una voz de mujer:
—Luis, soy Alicia, ¿Mariano está con vos?
'Margarita', cuento de Antonio Garza
—¡No, mamá!, no vayas a llamar a mi tía. Mejor quédate tú con nosotros —la insistencia y mi cara de angustia terminó por convencerla de quedarse en casa.
Esa noche mí madre no sabía porque razón estábamos evadiendo a mi tía, no tenía ni la más remota sospecha de nuestro temor, pero había llegado el momento de contarlo. Papá tenía semanas laborando en Estados Unidos y mamá trabajaba de noche como enfermera en un hospital, y la única que podía cuidarnos era su hermana, nuestra tía Maggie.
«Inquisición», poema de Adrián Calderín Gutiérrez
En la tórrida hoguera arde una brujadesde la oscuridad del medioevo.En la fría mazmorra un tierno efebosodomita padece. Se dibujaen el rostro del Papa una sonrisatriunfante. La labor del Santo Oficiosustituye muy bien al ejerciciode Dios sobre la Tierra. Tiene prisapor preservar su vida algún herejede la investigación del Vaticanoy de sus herramientas de tortura.
Poemas para Alejandra Pizarnik: «Atacante Suicida», de Reyna Varela Labrador
Quien la vistiópara sus nupciascon el estallido,quien peinó sus cabellosy ajustó el pañueloa la usanza de las muchachas palestinasQuien ciñó el fatal cinturón,como fue el intercambio de miradas,y el nervioso roce de los dedos
'Sincretismo', relato de Wilson Alejandro Díaz
Ahora, en estas tierras vastas e inhóspitas donde el demonio que promulgan aquellos que son mas malvados que aquel a quien tanto temen, es donde nuestros caminos se hacen uno. Ahora, tras la aniquilación, el rapto y los vejámenes que solo seres ajenos a la naturaleza humana pueden perpetrar, podemos ver un nuevo horizonte donde todos estaremos en una misma linea y seremos uno en todo y todo en uno… ese es el Destino, los dioses lo han marcado así desde antes en los caracoles y los huesos. Así estaba escrito y así se hará…
'El culpable', relato de Keimer José Pájaro

Había pasado un año desde la muerte de Sonia Zapatero, y el mundo seguía su curso, como suele hacerlo, sin importar nada más que el ir en su tránsito agónico.
Hoy, aunque todo parecía haberse quedado en el pasado, por las voces del pueblo he vuelto a revivir el recuerdo del olor de su cuerpo en plena descomposición, y aquella caja rectangular donde fue sepultada, las manijas de bronce y el delicado color marrón de la madera.
«¿Quién persigue a Leopoldo Arriasgoiti?», cuento de Trinity G.
Nerviosa, la enfermera registró el nacimiento de Leopoldo Arriasgoiti, el bebé prematuro de Estela Rivereta, una mujer de Valtierra, Navarra, que a sus treinta y siete años ignoraba sus seis meses de embarazo, y que llevada de urgencia a la clínica por una hemorragia con tintes de muerte terminó pariendo gemelos. Primero salió uno y abrió la boca para llorar, pero no salió nada, pareciera que el cuerpo no recibió la señal para avivarse y murió pronto. Después sacaron al segundo que lloró a pulmón abierto, pero su llanto fue tan triste que sobrecogió al personal médico presente.
'La última cena', relato de Silvia Carus
Era el cumpleaños de mi suegra. Mi marido y mi hijo se había ido hacía ya tiempo a su casa. Yo había decidido quedarme un poco más a terminar de arreglar nuestro hogar. Me duché y me vestí adecuadamente para la ocasión y tras meter las llaves de mi coche en mi diminuto bolso, me dirigí a su encuentro.
«Domesticar», texto de María Susana López
Preparado para la caza.El criado limpia las botas de su patrón.El perro amaestrado, obedece a su amo,Trae la presa cazadaSumisa la fámula a las pretensiones,Prepara la mesa, como servil domestica.El patrón como fiel servidor a la sociedadSe somete a obediencia debida.
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