Dos relatos de Paulina de la Vega: 'Óscar' y 'La granja'


En el primer relato, un hombre llamado Óscar desaparece misteriosamente. Su amigo, quien siempre creyó en sus advertencias sobre la falsedad de la realidad, recibe un enigmático mensaje que lo lleva a descubrir una verdad perturbadora a través de un lente corneal "Fue irónico mirar... el pulcro avance del camión y descubrir con mi ojo derecho la fumarada contaminante".
En el segundo relato de Paulina de la Vega "La Granja", Nora finge una depresión para ingresar a una granja psiquiátrica con el propósito de encontrar a su hermana
desaparecida. Bajo la dirección del Dr. Guilmáin, quien promete curar cualquier enfermedad mental, Nora se adentra en un mundo de terapias perturbadoras. A medida que desentraña los misterios del lugar, descubre la conexión de su madre y hermana con las alucinaciones y visiones que la atormentan. Con la ayuda de una amiga interna, intenta escapar de la granja y enfrentar la verdad detrás de los tratamientos del Dr. Guilmáin.



Óscar

Vivimos en una bella, vibrante, limpia y próspera ciudad... que es una simulación. Óscar siempre me lo advirtió; todos pensaban que era un desequilibrado, pero yo sí le creía… hasta que el año pasado desapareció. No encontré ni un rastro que me llevara a él.
Hace un mes recibí en mi celular un mensaje encriptado. 
Los símbolos me eran familiares, Óscar y yo los habíamos desarrollado como juego durante nuestra infancia para que nadie descubriera las trampas que hacíamos en los exámenes, pero había olvidado su significado después de tanto tiempo.
Intenté rastrear el origen, mas no existía ningún registro con ese número telefónico. Me dediqué jornadas completas a descifrar el texto y la semana pasada por fin lo conseguí: <<son las lentillas>>, acompañado de unas coordenadas.
Había usado lentillas desde que tengo memoria, es el primer procedimiento que te hacen en toda tu vida. El récord familiar lo posee mi hermano, se las colocaron a las tres horas de haber nacido.
Fui a las coordenadas. Era un hotel abandonado con muros de hormigón desnudo, sin terminar, que estaba cerca de donde vivía Óscar. No había nada más.
Hace dos días ocurrió lo peor, Óscar apareció muerto, sin ojos, en una ciudad vecina. Las autoridades dijeron que se había quitado la vida por un trastorno psiquiátrico, pero no era cierto.
Esa noche no pude dormir, la imagen de Óscar taladraba mi cerebro. Recordé que la clave eran las lentillas. Me senté frente al espejo y me dediqué por horas a observar la capa negra cristalina que cubría por completo mis globos oculares. 
Al amanecer, decidí quitármelas. Tomé el analgésico más fuerte y metí a mi boca una bufanda gruesa para morderla. Conseguí arrancarme la lentilla derecha e inmediatamente después me desmayé por el dolor. 
Cuando desperté, todo era diferente, creí que me había vuelto loca al ver imágenes que iban, venían y se superponían, pero no. Con mi ojo izquierdo veía la habitación como siempre, mas con el derecho todo era miseria, basura y suciedad que abarrotaban las paredes.
Corrí hacia la calle. Era negra, no identificaba ni un tono blanco en medio de la inmundicia. El aire pesaba, era posible reconocer las partículas de polución suspendidas en él. Conocí el óxido, las ratas y las cucarachas. Los autos eran chatarra abandonada. Vi a gente que no sabía que existía acostada en las banquetas, rodeada de desechos. Al mirarme se rieron con lástima, ninguno usaba las lentillas.
Caminé por la banqueta, sentía que alguien me seguía; intercambiaba los ojos para ver ambos entornos, pero todo parecía normal. Fue irónico mirar con la lentilla izquierda el pulcro avance del camión y descubrir con mi ojo derecho la fumarada contaminante en la realidad. La mierda de un mundo aparecía en el otro. Es lo último que recuerdo en la simulación.
Amanecí en el hotel abandonado. Los muros que alguna vez lucieron una fina capa de concreto, ahora solo son escombros derrumbándose. Estoy segura de que mi familia ya sabe sobre mi desaparición.
Me acompaña un grupo de infelices que, como Óscar y como yo, decidieron buscar la realidad. Hay hackers, militares, médicos, científicos y hasta filósofos... Ahora entiendo, Óscar no me buscó por casualidad, necesitaban una ingeniera en telecomunicaciones para comenzar la rebelión.



La Granja

Año 1968. Nora Alonso finge un intento de suicidio para ser ingresada a una granja psiquiátrica por depresión. Su verdadera motivación es hallar información que le ayude a encontrar a su hermana, Rosa, quien desapareció 8 años atrás y que presuntamente fue internada en la misma granja solo unos meses antes. Nora lo supo gracias a una fotografía del periódico en la que sale su hermana como una de los pacientes que fueron trasladados de La Castañeda a clínicas más modernas.
El director del lugar es el Dr. Guilmáin, un médico que acaba de volver de los EEUU y asegura que tiene la clave para reprogramar la mente y curar cualquier enfermedad mental, incluso, la esquizofrenia. Su sueño es convertirse en uno de los psiquiatras más reconocidos del mundo.
Desde el principio, Nora entabla amistad con otra paciente, Dalia, quien fue internada en el lugar por sufrir depresión postparto. Nora se atreve a confesarle el secreto de Rosa, pero Dalia le dice que no ha conocido a nadie con ese nombre en su pabellón.
Nora comienza las terapias con el Dr. Guilmáin para curar su fingida depresión. Omite que tiene una hermana, pero la demás información que comparte sobre su familia es real. No puede evitar sentirse incómoda al hablar de su madre, le comenta al médico que no recuerda bien su muerte ya que aún estaba pequeña, pero sabe que fue por una sobredosis accidental. Nunca convivió mucho con ella debido a que le daban miedo sus comportamientos extraños; confiesa que desarrolló fobia a la oscuridad porque a su mamá le gustaba mantener todas las luces apagadas, ya que decía que era la única manera de esconderse de unos hombres que, según ella, las vigilaban todo el tiempo.
Durante las próximas terapias, Nora va recordando situaciones de su infancia mientras el doctor Guilmáin experimenta con su mente para cambiar la percepción de los estímulos y las memorias. Sin embargo, el Dr. nota que la joven a veces oye cosas que no están en la sala, como la canción de cuna que su mamá le cantaba. De hecho, con el transcurso de los días es más común que Nora escuche la canción, incluso fuera del consultorio.
Una tarde, una paciente del pabellón de los peligrosos (pacientes agresivos y psicóticos) confunde a Nora con Rosa. Entonces, Nora aprovecha para preguntarle a una enfermera si sabe quién es la mujer con la que la confundieron y ella le cuenta que era una paciente esquizofrénica que oficialmente fue dada de alta a sus familiares hace poco, pero ningún enfermero recuerda haberla visto marcharse.
Conforme pasa el tiempo, las terapias con el Dr. se van volviendo más difíciles para los pacientes. De hecho, una de las internas no soporta las jaquecas que empezó a experimentar a raíz de su tratamiento, por lo que en un momento de desesperación se pica el ojo con un tenedor y muere.
Nora cuestiona al Dr. sobre sus procedimientos, entonces él la castiga y la somete a una terapia inmovilizadora. Le inyecta una droga paralizante, le tapa los ojos y le pone audífonos que solo reproducen lamentos a gran volumen para que se arrepienta de lo que hizo. En medio de la estresante situación, Nora empieza a escuchar la canción de cuna cada vez más fuerte, hasta que siente la presencia de su madre, quien se acerca a ella y le da un beso en la frente. 
Luego de su castigo, Nora queda en shock, no come y no duerme por varios días, pues siente que su madre regresa durante sus sueños, la toca, le canta al oído y le dice cosas que no puede entender.
Dalia comienza a perder la memoria debido al tratamiento con hipnosis que el Dr. está experimentando en ella. Un día, olvida dónde dejó su pulsera y la busca por todo el centro. Descubre a un enfermero teniendo relaciones con una paciente, entonces el enfermero le impone trabajo extra en los talleres para que no diga nada. Mientras realiza sus labores en el taller de zapatería, descubre que la cerca de atrás se abre y nadie la vigila por un minuto durante la entrega de la producción de huevos y leche.
Nora vuelve a tener una alucinación con su mamá, ahora mientras está completamente consciente. Le pregunta a Dalia si puede ver algo, pero ella le dice que no hay nada. A raíz de eso, Nora comienza a recordar que poco antes de que desapareciera, Rosa también veía cosas que nadie más veía, tal como su mamá lo hacía cuando ellas eran pequeñas.
Nora le pide al Dr. que le dé el alta, ya que a raíz de las terapias ha comenzado a experimentar manifestaciones que no tenía, pero él se niega; le explica que no puede dejarla salir, ya que tiene claros síntomas de esquizofrenia, al parecer, heredada por su madre.
Días después, Dalia le confiesa a Nora que está perdiendo la memoria y Nora también le dice que su estancia ahí se está volviendo muy difícil. Nora considera que lo mejor es huir antes de que realmente se desarrolle una enfermedad psiquiátrica, entonces Dalia le comenta lo de la cerca trasera que dejan abierta por un momento cuando llega el camión a recoger productos, y acuerdan escaparse por ahí.
Se proponen generar caos en el comedor durante la merienda para distraer a los cuidadores y escapar a la zona trasera. Sin embargo, mientras lo echan a andar, una enfermera intercepta a Dalia y la retrasa, por lo que Nora se dirige sola hacia la cerca; espera unos segundos a Dalia, pero al ver que no volverá, se escapa sola.
Corre por un buen rato en el campo y no deja de escuchar a su mamá cerca atormentándola mientras los recuerdos vuelven a ella incesantemente. Ahora tiene todo claro: ella y Rosa mataron a su madre porque le dieron a tomar un “elixir” para que se curara de sus visiones. 
Nora se queda sin fuerza y cae sobre la tierra. 
Al mismo tiempo, en la granja, Rosa despierta en la camilla de un cuarto restringido. El Dr. Guilmáin le da la bienvenida de vuelta después de haberla tenido 3 meses en coma bajo reprogramación mental para curarle la esquizofrenia.


Paulina de la Vega nació en México en 1991. Es Licenciada en Ciencias. Inició su labor artística como realizadora de cortometrajes en 2013. Estudió la especialidad de guion cinematográfico en el Centro de Capacitación Cinematográfica.

Fotografía de Aziz Acharki (en Unsplash). Public domain.


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