Tres relatos breves de Melissa Barrios Lorenzo

Tres relatos breves de Melissa Barrios Lorenzo

En el primer relato, "Cae el muñeco", nos encontramos con un niño que se enfrenta a un hombre en su sala. La tensión se eleva mientras el hombre sostiene un arma y el niño se aferra a su osito de peluche. Ambos personajes están atrapados en una situación peligrosa y desconocida, y su destino parece estar en juego. 

En el segundo relato, "¡Profe, profe!...", seguimos la vida de una estudiante de medicina que se encuentra bajo una gran presión antes de un examen crucial. Mientras sus amigas disfrutan de la universidad, ella se debate entre su deseo de graduarse y su falta de pasión por la carrera que eligió. Pero pronto, un evento inesperado en la sala de terapia intensiva cambiará su perspectiva y la confronta con la fragilidad de la vida.

En el último relato, "El porqué", conocemos a Ana Aguilera, una anciana que reflexiona sobre su vida llena de aventuras y experiencias. A través de sus recuerdos como corresponsal de guerra, exploramos el peso de la memoria y la importancia de comprender el porqué detrás de los sucesos traumáticos. Un encuentro con un hombre marcado por la guerra llevará a Ana a buscar respuestas fundamentales.



Cae el muñeco

—¿Qué pasa, buen señor?— el niño lo observa, traga en seco y agarra con fuerza su osito de peluche.
—Nada— el hombre estudia su mirada, los ojos cristalinos, el apego al juguete, baja el arma indeciso, limpia su frente, mira la escena de la sala —esto es un desastre— en el bolsillo, la imagen de una niña con hermosos bucles castaños y su sonrisa contagiosa hace que las lágrimas amenacen con salir presurosamente —¡no te muevas!— el infante intentó escapar y le apunta con la pistola, vacilante, su pulgar está cerca del gatillo, listo para terminar el encargo y volver junto a su familia.   
Las pupilas sin vida de esas personas que ni siquiera conoce, lo examinan condenándolo al vacío del infierno, un escalofrío recorre su espalda —ya estoy destinado a los dominios del diablo, una víctima más no hará la menor diferencia— sobre todo porque sería la última, luego de años de servicio. Ambos seres, cara a cara, provistos de experiencias mortales capaces de exterminar hasta la más candente gota de esperanza. 
¡Bam!… 
—¿Buen señor?— deja caer el muñeco. 


¡Profe, profe!...

Hace semanas que estudio y no dejo de leer los mismos pies de páginas. Mi corazón se comprime con cada día que pasa y se acerca la prueba. Esta incertidumbre de no saber qué preguntarán, ni qué escribiré, aumenta mi nerviosismo.
Mis amigas han disfrutado de las fiestas y demás actividades recreativas promovidas por la universidad, claro, ellas tiene buenas notas y adoran lo que hacen, mientras yo, no veo la hora de graduarme y colgar el título de medicina, y solo estoy empezando; quién me habrá mandado a optar por esta carrera, que nada tiene que ver conmigo, quién me habrá mandado a hacerle caso a mi madre, quién me habrá mandado a escribirla en la boleta de doce grado. 
Acaricio mi cabello, desesperada, la cabeza arde en llamas, saturada de tanta información, cierro el libro, el examen será al día siguiente y lo que no sé hoy, no lo sabré mañana.
En la facultad, mi profesora y yo nos trasladamos a la sala de terapia intensiva, me asignan un anciano (padece de cáncer de pulmón y salió de una operación hace muy poco tiempo, pero presentó problemas respiratorios), leo la historia clínica y una vez que me empapo de todo lo referente al tratamiento me dirijo a su cama. Intento despertarlo para realizar los procedimientos rutinarios.
-¡Profe, profe!
-¿Qué pasó?
-El paciente falleció.


El porqué

Ana Aguilera, una anciana que había vivido su vida llena de aventuras y experiencias en un equilibrio entre lo agradable y desagradable, veía hacia el horizonte, sentada en el portal de su humilde casita frente al mar. Su delicada vista intentaba definir el cielo azul y mientras, pensaba en esa antigua frase “recordar es volver a vivir”. 
Rememoró sus días como corresponsal de guerra, esa en que la alegría desapareció en lo profundo de los campos de concentración. En el cumplimiento de su labor se vio prisionera del enemigo y años más tarde decidió escribir un artículo sobre está funesta contienda, desde la mirada del contrincante. Entrevistó a muchos hombres, hasta llegar a uno que siempre guardaría en su memoria. 
-Su nombre- preguntó –edad y ocupación.
Luego de obtener las debidas respuestas, dio paso a las interrogantes más importantes, de momento pararon.
-No me preguntará, por qué perdí el brazo izquierdo y la mano derecha- dijo con un hilo de voz, postrado en la cama de un hospital.
-Suponía que había sido en la guerra- sus mejillas se sonrojaron y bajó la vista al suelo.
-No el cómo, sino el porqué.


 

Melissa Barrios Lorenzo.
He participado tanto en concursos nacionales como internacionales como: "Literario de Ciencia Ficción" y Fantasía “Oscar Hurtado” (Cuba). Cuentos “La noche del capitán”, Cuba. Cuento “Ernest Hemingway” (Cuba). Convocatoria de la Revista Marjorie Revue, (Estados Unidos) etc. Email: melissabarrios167@gmail.com
 

Photo by Evan Dennis on Unsplash (public domain).

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