Caminaba por la calle y vi a un hombre disparar a otro. Observé su caída, el orificio de la bala en su frente y la sangre saliendo del orificio. Pero llegó el forense y me explicó que en determinadas situaciones de estrés, proyectar asesinatos por armas de fuego es normal y que, en realidad, lo que había visto fue un suicidio.
No existían disputas, ajustes de cuentas, nada de lo que mi mente estaba considerando era real. Al principio tuve mis dudas y me extrañé. Escuché con desconfianza al forense, pero luego decidí irme y comentarlo en grupo. Una de las personas puntualizó con calma que le había pasado lo mismo. Relacionó